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El viaje fué tranquilo, aproximadamente 30 minutos en carretera hasta que llegaron a un complejo de cabañas en las afueras de la ciudad. Cuándo bajaron del auto el frío les dió de lleno en el rostro, la brisa fresca se coló por sus prendas llegando a sus cuerpos, ambos tomaron los bolsos de la parte trasera del auto, Emilio habló con un hombre; el cuál le entregó un juego de llaves, el oji-café le hizó una seña a Joaquín para que lo siguiera, se detuvieron en frente de una cabaña cerca de lo que parecía ser un arrollo, entraron para luego cerrar la puerta detrás de ellos. Claramente, Joaquín se había encargado de avisar a su mamá y a Ren que ya habían llegado.





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— Es hermosa — susurró Joaquín mirando a su alrededor.

Un diseño rústico, no era tan grande ni tan pequeña, era cómoda; la sala tenía un sillón de terciopelo marrón en frente de una chimenea, la cuál Emilio no tardó en encender, luces tenues en cada rincón, una cocina pequeña con muebles de madera, una puerta separaba aquel monoambiente, la cuál llevaba hacía una habitación; en el centro una cama de dos plazas con un acolchado blanco, mesas de noche en cada lado, un pequeño closet, en una esquina había una mesa pequeña junto a dos sillones individuales, una puerta que llevaba al baño y una pared era totalmente decorada por un gran ventanal que dejaba ver el arrollo.

— ¿Te gustó? — preguntó Emilio acomodando los alimentos en las alacenas.

— Mucho — sonrió —.Veo que compraste muchas cosas.

— Antes de llegar a tu casa, paré en una gasolinera y compré lo necesario para los días que estemos afuera — contó.

— Y ¿Sí te decía que no? — se apoyó sobre la mesa para obtener mejor vista de los movimientos de Emilio.

— Tendría que llevar todo ésto a casa, me serviría para apaciguar la tristeza que me hubiera generado aquella respuesta — se encogió de hombros.

— Tonto — soltó una risita.

— Es la verdad — contestó simple para luego abrir la heladera y guardar las bebidas.

— Trajiste una tienda — comentó viendo en una esquina de la cocina aquel bolso.

— La traje por las dudas, no tenía muchas esperanzas que haya un lugar disponible en algún lado — respondió —. Listo — agregó mientras sacudía sus manos en la parte delantera de sus jeans.

— Bien — se mordió el labio izquierdo.

— Estamos a — miró el reloj que colgaba de la pared — 5 minutos de la navidad y no hay cena festiva en la mesa —suspiró — ¿Vino y snacks?.

Joaquín asintió — ¿Dónde están?.

Emilio señaló la alacena, de inmediato el castaño la abrió sacando papas fritas y una bolsa de Cheetos. Por otro lado, Emilio sacó dos copas de cristal  junto a un vino, el cuál habia comprado. Ambos llevaron todo hacía la sala, se sentaron en la alfombra en frente de la chimenea, acomodaron los snacks en un recipiente sobre la mesa ratona y las dos copas con un poco de vino.

Eres // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora