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El ambiente que se podía transmitir en aquel establecimiento, testigo de miles de escenas, era de nostalgia y felicidad. Los salones vacíos por ser fin de semana y porque los alumnos prefirieron, la mayoría, volver a sus hogares hasta que comience la semana nuevamente. Y en esa mayoría, claramente, no entran los futuros graduados.

Todos se encontraban en sus respectivas habitaciones, acomodándose los trajes y vestidos, maquillándose si era necesario, peinando sus cabellos de la forma que más les gustaba y los que habían comenzado antes con la preparación, terminando con colocarse perfume.

Joaquín y Emilio estaban en su habitación. El oji-café bufaba por lo bajo al no conseguir colocarse la corbata cómo debería ser, su reflejo en el espejo lo agotaba, estaba cansado de llevar el pedazo de tela de un lado al otro sin tener éxito.

— Me rindo — se quejó tirando la corbata en la cama.

El castaño salió del baño con una ceja levantada.

— Te ayudaré — habló mientras levantaba la corbata y le hacía una seña al oji-café para que se acercara.

Emilio suspiró agotado arrastrando sus pies por el piso hasta llegar a Joaquín. El castaño le sonrío apenas para luego rodear el cuello de Emilio con la tela y empezar hacerle el nudo adecuado.

El humor del oji-café fué alejado cuándo miró a Joaquín concentrado, su lengua siendo retenida por sus dientes y el ceño fruncido.

— Listo — Joaquín se alejó para después acariciar los hombros de Emilio tratando de arreglar el saco de arrugas inexistentes.

Emilio lo miró con ojos brillantes y lo tomó de la cintura por debajo del saco, lo acercó y plantó un beso corto en sus labios.

— Gracias — acarició la nariz del castaño con la suya. Joaquín enredó sus brazos en el cuello ajeno — y te amo.

— También te amo — le dió otro beso —. Ésta noche será la última en ésta habitación.

El oji-café lo observó con un tinte de tristeza y suspiró.

— Lo sé — juntó sus frentes mientras cerraba los ojos tratando de memorizar el tacto ajeno —, y también será nuestra última fiesta antes de que nuestras vidas cambien.

— Si...— Joaquín contestó haciendo un puchero.

Emilio se alejó y lo miró con ternura — :¿ Estás listo ?— preguntó llevando las manos a las mejillas contrarias.

— Lo estoy, sí — asintió.

— De acuerdo, ¿vamos? — le ofreció una mano a Joaquín y éste gustoso la tomó.

—Vamos.

Salieron al pasillo y ahí se encontraron con todos sus amigos, éstos los miraban emocionados y nerviosos. Emilio asintió hacía ellos y continuaron el camino al gran salón dónde se entregarían los títulos para todas las carreras.

El camino fué silencioso, sólo se podía escuchar el murmullo detrás de las puertas enormes  que daban al salón, antes de entrar Jorge detuvo el paso, Diego lo miró con el ceño fruncido llamando la atención de los demás.

— ¿Qué pasó? — preguntó el ojimiel acercándose a Jorge.

— Quiero que prometan que siempre seremos amigos — soltó sin más.

Leidy sonrió mientras sus ojos se cristalizaban ,y sólo pudo asentir.

— Siempre seremos amigos — contestó Emiliano conmocionado.

Eres // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora