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Leidy caminaba de un lado a otro por el pasillo, mordía sus uñas en señal de nerviosismo. El maniquí estaba junto a la puerta del salón en dónde presentaría su proyecto, estaba tapado con una tela negra, así nadie podía ver lo que había diseñado.

— Vas a romper el piso si sigues así — dijo Tomás que estaba apoyado en la pared mientras seguía a Leidy con su mirada.

La pelinegra lo miró y se acercó hasta tenerlo en frente.

— Si ésto no sale bien, reprobaré — contestó.

— Te irá bien.

— No lo sé, quizás ellos están acostumbrados a lo que hago y algo nuevo no les guste — suspiró.

Desde adentro del salón la llamaron por su apellido, la pelinegra se tensó y miró de inmediato a Tomás. Él le sonrío y colocó ambas manos en cada lado de la cintura de Leidy.

— Confía en tí — le dió un beso en la frente.

Ella asintió, le sonrió, largó un suspiro y entró al salón.

— Bien Sánchez, puedes mostrarnos lo que hiciste — habló una profesora.

Se colocó delante de 3 de sus profesores, el maniquí estaba a su lado, sólo tenía que sacar la tela y revelar lo que había hecho, tembló.

Agarró el extremo de la tela y tiró hacía abajo.

Sus profesores miraron el diseño y después a la pelinegra, una profesora se colocó bien los lentes para poder observar de mejor manera.

Leidy colocó sus manos detrás de la espalda con el corazón latiendo fuertemente. El vestido era corto, totalmente negro y  brilloso con la espalda descubierta, simple, pero de igual forma algo sorprendente para lo que Leidy estaba acostumbrada a diseñar.

— De acuerdo...— asintió una profesora — nos dejaste sin palabras — miró a sus compañeros.

— Creo que nunca vimos un diseño tuyo así — agregó otro profesor — siempre nos diste diseños de princesa.

— Nos sorprendió, nos tomaste con la guardia baja — dijo otro.

La pelinegra asintió, no sabía si sonreír ó ponerse a llorar.

— Pero... — Leidy miró a sus profesores — es increíble — dijo una profesora haciendo que Leidy sonríera.

— La confección es perfecta, las lentejuelas están perfectamente acomodadas — agregó una profesora.

— Estás aprobada — dijo un profesor.

— Oh ,gracias — sonrió hacía sus profesores.

— Puedes retirarte — habló una profesora.

Leidy asintió, sostuvo el maniquí arrastrándolo hacía la salida. Tomás la esperaba en la misma posición que estaba antes, se enderezó al verla salir.

— ¿Y? — dijo Tomás.

— ¡Aprobé! — chilló.

Corrió hacía Tomás, el rubio la levantó haciendo que ella enrede sus piernas alrededor de su cintura y se abrazaron fuertemente.

— Felicidades — susurró Tomás.

Ella se separó del abrazo, lo miró con los ojos más brillantes que nunca y lo besó, el rubio respondió el beso al instante. Fué corto, pero suave y dulce.

Se separaron y con cuidado Tomás dejó en el suelo a Leidy.

— ¿Nos vamos? — preguntó.

Ella asintió, entrelazó sus dedos con los de Tomás , el rubio agarró el maniquí y así los dos desaparecieron por los pasillos.


Eres // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora