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— ¡Debes renunciar a eso de luchar por Joaquín!  — gritó Jorge después de abrir la puerta fuertemente.

— ¿Qué? — preguntó Emilio desorientado mientras se sentaba en la cama.

Jorge bufó cerrando la puerta para luego acercarse a Emilio y sentarse junto a él.

— Ay Mailo — hizo una mueca — no iba a decírtelo porque sé que te lastimará, pero... es lo correcto.

— Me estás asustando — se acomodó poniéndose recto — ¿Qué sucede?.

— Joaquín ...Joaquín se está acostando con otra persona —bajó su mirada hacía su regazo.

— ¿Eh? — frunció el ceño.

— Cómo escuchas — miró a su amigo —. Anoche estábamos con Diego en el cuarto y escuchamos algunos ruidos raros.

— ¿Ruidos?.

— Sí..  — se mordió el labio.

— Explícate — dijo serio.

— ¡El maldito escritorio chocaba con fuerza en la pared! —dijo señalando la zona —. Una y otra vez...

— Oh — pestañeó un par de veces.





Flashback

—¡Mierda! — gimió al sentir las manos de Emilio sobre sus muslos.

El oji-café en movimientos desesperado por contacto con la piel ajena masajeaba la zona sin intención alguna de detenerse, Joaquín despeinaba el cabello de Emilio ante las acciones de éste.

— Escritorio, escritorio — gimió cerca de su oído.

Emilio no contestó, sólo caminó hacía el mueble; con una mano libre en un rápido movimiento tiró todo lo que estaba  sobre éste y colocó a Joaquín arriba.

Fin de Flashback






— Lo siento, Mailo — dijo cabizbajo.

— No importa — largó una risita nervioso.

Jorge pestañeó reiteradas veces en dirección a su amigo con la boca entreabierta sin saber que decir realmente — ¿Có-cómo que no importa? — preguntó incrédulo.

Emilio se encogió de hombros.

— ¡Oh,por Dios! — dijo el ojimarron — ¿Estás en esa fase de negación?.

— ¿Eh? — frunció el ceño.

— Lo que oyes, de todas formas tienes que pensar bien sobre lo que te acabo de contar — hizo una mueca —. Quizás Joaquín ya encontró a alguien más — susurró lo último.

— Claro — contestó Emilio.

Jorge asintió lentamente para luego salir de la habitación, cerró la puerta y entró a la suya, observó a Diego sentado en su cama con la mirada baja hacía su regazo, el ojimiel levantó la  mirada cuándo se percató de la presencia de Jorge.

— ¿Le dijiste? — preguntó.

— Si..

— ¿Qué te dijo? ¿Está bien? — observó a Jorge sentarse junto a él, el hecho de que no conteste lo desesperaba.

— Me dijo que no importa.

— ¿Qué? — preguntó incrédulo.

— De verdad.

Eres // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora