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— ¿Una erección sólo por ver su torso? — preguntó Leidy en voz baja para que nadie logre escuchar esa conversación privada con su mejor amigo, Joaquín asintió —. Mierda Joaquín, es tu ex. ¡Tu maldito ex novio! y... ¡Mi amigo! — dijo un tanto frustrada.

— Lo sé...Sólo se me fué la mirada, mi cerebro hizo conexión con mi entrepierna y se fué todo al carajo — explicó.

— ¿Sólo piensas con el pene? — rodó los ojos —, debes controlarte, J.

— ¿Cómo hacerlo? Si tan sólo vieras lo que veo todos los días... Aparte ¿Qué dices de mí? si tú misma te volviste loca al ver a Jorge sólo con una toalla — dijo Joaquín, la pelinegra se ruborizó.

— Cállate — le golpeó suavemente el hombro —.No estamos hablando de mí ¿Bien?. — Joaquín asintió — ¿Qué harás?.

— Morirme de angustia, no sé — suspiró —. Me concentraré en la canción que debo escribir.

— Genial — sonrió Leidy.


— Genial — sonrió Leidy

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La hora de entrenamiento había llegado y los muchachos que pertenecían al equipo, aunque fuera su pasión, odiaban ese momento porque quería decir "no parar hasta que no sientan que los músculos se les quiera salir del cuerpo". Todos odiaban aquel momento, menos Jorge y Diego que se encontraban compartiendo besos dulces cerca de las gradas antes de comenzar el entrenamiento.

— Tienes carita de cachorrito — dijo Jorge en un tono suave mientras agarraba a Diego de las mejillas.

— Y tú eres tan caliente — contestó Diego apretando la cadera de Jorge.

— Cortas nuestro momento romántico ¿Sabes?.

— Lo sé. — sonrió.

— Imbécil. — rodó los ojos.

— Aún así me amas.

— Claro que lo hago. — sonrió y picoteó unas 5 veces los labios de Diego antes de que un carrapeo los interrumpiera.

Ambos llevaron su atención hacía ese sonido y se encontraron con su amigo cruzado de brazos.

— Dejen de comer adelante de los pobres. — soltó.

— Eso no decías hace 3 meses — contestó Diego burlón.

— ¿Será porque tenía pareja? — dijo Emilio sarcástico — Imbécil — le dió un leve golpe a su amigo en la nuca.

— Amor  — llamó a Jorge haciendo un puchero.

— Te lo merecías — se encogió de hombros.

Emilio soltó un risita.

— En fin, ¿van a entrenar? — preguntó.

— Si, si. Vamos — contestó Jorge arrastrando con él a Diego.


Eres // Adaptación EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora