El cielo de medianoche se sentía azul, cubierto por una solitaria neblina a lo lejos. Por más que las buscara, no había estrellas que admirar. Recostado en las tejas del techo de su casa, Min Yoongi sentía los fragmentos de bruma azul fugarse en la noche como fantasmas del pasado, aquellos que lo perseguían incluso con sus ojos cerrados. Hace algunas horas atrás, había empezado a sentir esa característica presión en la boca de su estómago y una incomodidad que creía olvidada; la naturaleza en su interior rasguñaba las paredes para huir.
No le sucedía a menudo, en parte porque Sana se encargaba de cuidarlo en esos momentos. Sólo un tazón de leche tibia y unos mimos detrás de las orejas y la naturaleza de Min se calmaba, cerrando sus ojos para dormir en el lugar al que pertenece. A Yoongi no le gustaba dejar de ser humano, pero supo que los maullidos no iban a detenerse esa noche y sólo pudo suspirar resignado, subiendo a las tejas tras cederle el paso a un gran gato negro.
Al dejar de reprimirse, se sintió aliviado de inmediato. La medianoche oscura reflejaba la sombra de un gato grande, de suave pelaje azabache y orejas puntiagudas en rosa pálido, el mismo color que las tersas almohadillas de sus patas. La cola era larga y se batía con elegancia, tres bigotes adorables en cada una de sus mejillas y una sonrojada lengua rasposa acicalaba sus patitas bajo los faroles amarillos.
Como hace años no sucedía, su animal interior se había puesto caprichoso por salir. Min sólo podía atribuirlo al hecho de que Sana no estaba allí y se había obligado a pasar frío este tiempo. No sólo el helor físico de dejar las ventanas abiertas y sumergirse en el aire gélido como si fuera su hábitat natural, sino el frío de una cama vacía y el saberse cómodo en la oscuridad, otra vez. Como si todo este tiempo hubiese construido una luz superficial que comenzaba a apagarse poco a poco.
Le faltaban los mimos de Sana en noches como esta. Estaba seguro de eso. De otra forma, el gato no estaría gimoteando por calidez, una mínima caricia, algo que lo hiciera sentir tibio. Porque Yoongi estaba empezando a helarse otra vez y no podía entenderlo.
Cuando estaba solo, la mayoría de las noches tenía miedo de dormir. Si su esposa no estaba ahí, las pesadillas volverían a visitar su almohada. Eran noches eternamente oscuras, tan largas como el tiempo y gélidas como el infierno, porque para Min Yoongi el infierno no era aquel panorama distópico de llamas rojizas, sino que era el frío de sus sábanas y de su cuerpo abrazándose a sí mismo en la madrugada sin poder dormir, era helado como las lágrimas, muy helado.
Y sus miedos volvían a repetirse como un viejo tocadiscos, una y otra vez. Solía necesitar a Sana a menudo para que eso no ocurriera, porque en ella todo era celestial, tibio. Ella lo abrazaba, acurrucaba el desasosiego de su pecho y le daba caricias en la nuca, mitigando el dolor de cabeza. Le repetía que todo estaría bien con su dulce voz mientras rascaba su lugar favorito, justo detrás de sus orejas. De ese modo las pesadillas cesarían, porque no había infierno capaz de helar su cuerpo entre tanta tibieza.
Pero ahora estaba solo.
Un gato solitario bajo un cielo sin estrellas y la neblina impregnando la humedad. Podía oír el crujir de su propio corazón, o tal vez era el otoño marchitándose y esas pequeñas ramas que quebraba al pasar. Incapaz de soportarlo, Yoongi comenzó a correr sobre los árboles para calmar esa desesperación que invadía su débil cuerpo. Tal vez si entraba en calor ese helor se iría.
La luna no alumbraba su pasar, pero las grandes patas del gato negro dejaban sus huellas en la tierra alrededor y las pequeñas ramas que se resquebrajaban con su enérgico saltar. Alrededor el paisaje se borraba en un aire denso, la niebla comenzaba a espesar los colores y se extendía. Entonces la pesadilla volvería a repetirse con sus ojos abiertos, otra vez, obligándolo a extrañar a Sana y que sus movimientos se agilizaran desmedidos.
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Song Request (Y.M)
FanfictionMin Yoongi es profesor de música y en secreto, cambiaformas de gato. Park Jimin es el alumno estrella de Teoría Musical I con un don para el canto. Diez años de diferencia los separan y rebalsan los límites de lo prohibido. Tal vez Jimin tiende a c...