Podríamos besarnos. Derretirnos en la boca del otro.
De verdad podríamos haberlo hecho si el celular de Yoongi no hubiese sonado con tanta insistencia. Él me miraba los labios, yo lo miraba a él, sintiendo su aliento caliente a algo que era propiamente suyo, cuando de pronto aquel sonido de llamada se deshizo de nuestro momento en un abrir y cerrar de ojos.
—Lo siento, creo que debo atender —se excusó, rascando detrás de su oreja y tomando su teléfono que dejó en la cocina.
Asentí y lo seguí con curiosidad.
—¿Qué quieres a esta hora, Jungkook-ah? —preguntó, notoriamente hastiado, quizá por habernos roto el momento.
No escuché la respuesta del otro lado, pero de todas las personas posibles, no me esperaba que fuera mi profesor de canto el que estuviera llamando a esta hora y sobre todo, quien fue capaz de provocarle esa expresión a Min Yoongi. Colgó la llamada sin decir nada más y se dirigió al calendario de la cocina. No había notado que la fecha de hoy estaba rodeada con un círculo rojo, pero tampoco podía saber de qué se trataba.
—¿Sucede algo, Yoongi? —inquirí con cuidado, como si estuviera traspasando una línea indebida.
Él no me respondió. Supe que algo andaba mal. El ambiente se había transformado en uno pesado y denso, incapaz de respirarse para mí. Los dedos de Yoongi arañaron apenas el calendario para después caer débilmente sobre su regazo y cerró sus ojos con fuerza.
—Es el cumpleaños de Sana. Llegó ayer, al parecer para celebrarlo conmigo de sorpresa —confesó de pronto, un deje frustrado en su voz—. Según Jungkook, me fue a buscar a la Universidad y por obvias razones no me encontró ahí. Se enteró de la renuncia, una que yo nunca le comenté. Supongo que está enojada y por eso no volvió a casa en todo este tiempo. Lo olvidé por completo.
Él encendió un cigarrillo y yo no supe qué decir. Me sentía en medio de un lugar en el que no debía estar, me sentía un completo intruso, pero mi cuerpo no podía moverse de ahí. ¿Debía disculparme? ¿Debía irme sin más? ¿Qué es lo que debía hacer para mantener mi dignidad mientras lo veía de ese modo, fumando con resignación y ese anillo que brillaba y me hacía recordar que él, era un indeciso y yo un ingrato?
Ninguno de los dos pronunció palabra alguna por varios minutos que se sintieron eternos, tan filosos como la hoja de una daga.
—¿Quiere que me vaya? —musité.
Siempre supe que ella era su prioridad, su primera opción. Era una guerra que yo no podía luchar porque tenía la derrota asegurada, entonces, ¿qué más podía hacer? Desde siempre supimos que esto era sólo un juego efímero y en algún momento perderíamos todas nuestras posibilidades para continuar.
—Lo siento, Jimin. Ella podría venir en cualquier momento, podría vernos de este modo —y con eso, me lo dio a entender todo.
Tenía derecho a sentirme enojado. Tenía derecho a reclamarle absolutamente el desastre en el que me estaba convirtiendo por él.
—¿Ahora me echa como un perro? Luego de murmurarme que todo esto es un error, tiene el descaro de tomarme la mano y pedirme un beso. Ahora que se percata de lo lejos que ha llegado, no le importa mandarlo todo a morir, porque en todo momento, lo único que le importa es usted mismo —rebatí con molestia, sintiéndome tan utilizado como mi amigo me advirtió horas atrás.
Él suspiró por una discusión que no tenía sentido iniciar, al menos para él.
—Jimin, ambos estuvimos de acuerdo en que esto sería así. En ningún momento te di a entender otra cosa. No tengo ánimos de tolerar tus caprichos justo ahora —me espetó con el ceño hundido en frustración.
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Song Request (Y.M)
FanfictionMin Yoongi es profesor de música y en secreto, cambiaformas de gato. Park Jimin es el alumno estrella de Teoría Musical I con un don para el canto. Diez años de diferencia los separan y rebalsan los límites de lo prohibido. Tal vez Jimin tiende a c...