VIII. Espárragos

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Dos semanas habían transcurrido desde ese tormentoso jueves y todo parecía seguir igual. Continué asistiendo a las tutorías del profesor Min en los correspondientes días y por supuesto, también participaba de sus clases curriculares. Ver al hombre a menudo se había hecho una especie de rutina y aunque todavía siguiera considerando que era demasiado amargado para caerme bien, no podría reprocharle nada a su trabajo.

Mi relación con la música también había madurado un poco. Si bien todavía me desagradaba el piano, podía sentir que la música valía la pena cuando el profesor Min guiaba mis manos con las propias como era costumbre y la melodía se tornaba dulce, algo contrastable a su naturaleza amarga. Cada vez que tocaba el piano por mí mismo, entonces sólo tenía que recordar el peso de unas manos amplias sobre las mías y la música volvería a tornarse agradable. No podía entender el motivo.

En cuanto a la naturaleza del profesor Min, todavía no había logrado averiguar nada. En lo absoluto. El pálido era alguien tan cerrado como un cofre hermético, sin hendiduras posibles ni puntos débiles. Como mantenía el misterio, mi curiosidad al respecto aumentaba un poco más con cada vez que lo veía. ¿Realmente el profesor Min podía ser un cambiaformas? Se lo había preguntado a Seokjin y él me aseguró que lo era, pero Min Yoongi no solía decir cuál era su animal, como si se avergonzara.

Entonces no había dudas de que él lo era, pero se comportaba tan perfectamente todo el tiempo que resultaba imposible dilucidarlo por su cuenta. ¿Podría tener relación con su oído absoluto y el fatal hecho de que el profesor Min no haya sentido nada al oírlo cantar? Era algo a lo que todavía, dos semanas después, seguía dándole vueltas.

Esa mañana de sábado era preciosa, con un cielo azul completamente despejado y el sol brillando en lo más alto. Casi parecía ser un día de primavera si no fuera por los árboles dorados y la ligera brisa fresca que traía los últimos pétalos marchitos. A pesar de ser un fin de semana con temperaturas idóneas, yo tenía todos mis planes con Teoría Musical I.

Por supuesto que quería salir a divertirme con Taehyung, hacer tonterías, emborracharnos y olvidar por un rato los pentagramas que rondaban en mi cabeza como pensamientos intrusivos. Sin embargo, el profesor Min nos había advertido que la excursión al Museo de Música de Seúl era obligatoria para pasar la materia, pues se incluirían unos ítems de desarrollo al respecto en el trabajo final.

Con todo mi pesar, tuve que rechazar a Taehyung todos los planes que me había empezado a idear apenas entrada la mitad de semana, alegando que luego sería difícil salir con los exámenes cerca. A cambio, recibí un mensaje de Kim Seokjin, quien amablemente se ofreció a llevarme al museo en su auto, pues de todos modos él también iría.

Según el profesor nos había comentado, veríamos una exposición de instrumentos históricos y también había un área donde los estudiantes podríamos aprender a tocar esos instrumentos. Al final, habría una presentación en vivo de la pieza musical que debíamos aprender para el proyecto de fin de semestre. Sonaba como un implícito "aquel que no asista, reprobará definitivamente".

Yo no tenía muchas ganas de ir pero allí estaba, subiendo al coche de Seokjin temprano en la mañana. Al ser mi vecino no tuve que esperarlo y eso era algo bueno.

—Muchas gracias por llevarme en tu auto, hyung. Hubiese odiado tener que tomar el transporte tan temprano —agradecí, abrochándome el cinturón de seguridad.

Comprobé que mi maquillaje estuviera bien desde el espejo retrovisor y acomodé mi polerón en tono amarillo pastel. Una vez listo, le regalé una sonrisa a mi nuevo amigo, quien seguía insistiendo que no le costaba nada tener un pasajero más aparte de él mismo.

Song Request (Y.M)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora