Un año después de ese invierno, me había ido de intercambio a Estados Unidos gracias a las recomendaciones del profesor Namjoon. Mi sueño había escalado increíblemente alto desde aquellos días, encerrado en mi habitación con las cortinas cerradas y un aire viciado que siempre sabía a música. Componía sin parar con un pequeño teclado MIDI que Yoongi me enseñó a usar y mis canciones pasaron de ser simples demos de computadora a una calidad digna de un estudio de canto, con increíbles productores alrededor.
Y si bien todavía no había debutado formalmente en el mundo de la música, cada vez que veía el lugar en el que me encontraba, más me convencía de que nunca podría olvidar el camino que había recorrido para llegar aquí.
Con el peso de acercarme a mi sueño, también llegaba la nube oscura del éxito. Con ella, una sensación desesperante. Mi mente estaba plegada de las dudas que había cultivado durante toda mi vida y finalmente surgieron su flor en el peor momento. Estaba paralizado. Las espinas que había creído hermosas ahora empezaban a perturbarme. ¿Realmente quería ser un cantante? ¿Cuál era mi motivo para serlo?
Entre todo aquello, las cartas a puño y letra de Yoongi colmaban la habitación de la agencia, pero también mi alma. Él las escribía en Seúl, las escaneaba y me las enviaba por teléfono cada semana para que yo las imprimiera. Nuestra relación se había convertido exactamente en eso. Y yo debía tener alrededor de cuarenta y ocho cartas, en las que en lugar de volverse desesperanzadas conforme el tiempo avanzaba, Yoongi parecía ponerse cada vez más feliz por los dos.
Los días de incertidumbre habían terminado, yo finalmente empezaba a trazar el camino hacia mi sueño, pero al mismo tiempo, extrañaba a mi familia. Sobre todo, lo extrañaba a él.
¿Todo en algún punto se repetirá, una y otra vez? ¿Volveremos a encontrarnos de la misma forma, para volver a empezar? ¿Es que acaso estábamos condenados a este sufrimiento?
Mientras yo me debatía acerca de mi propia música, Yoongi también continuaba con sus sueños. Entonces tal vez el día que nos volvamos a encontrar, los dos seremos la mejor versión de nosotros mismos.
Con una sonrisa de oreja a oreja, abrí la última carta que recibí de él esa mañana.
Park Jimin,
Te prometí que te haría una casa de mis cartas algún día, ¿no es así? Tal vez fue algo cursi de mi parte, pero se convirtió en mi único remedio para sentirte cerca.
¿Cómo has estado, Jimin-ie? Por aquí, ya debes suponerlo, está todo bastante bien. Si no me equivoco, esta es la carta número cuarenta y ocho. Se ha cumplido un año completo, así que debo hacerlo ver interesante.
Ahora que tengo mis primeros conciertos de piano, no puedo evitar ir a la tumba de mamá más a menudo. Ninguna tragedia ha ocurrido desde entonces. No sabes el miedo que tenía de que la vida me arrebatara a otra persona, pero supongo que al final, la verdadera tragedia ha estado dentro de mí todo este tiempo.
He estado saliendo con Hoseok, Seokjin y Sana estos días. Espero que eso no te ponga celoso, sabes que todo quedó en el pasado. No sé en qué momento hemos vuelto a ser un grupo unido otra vez, quizá la vida nos ha fortalecido. Pudimos dejar los rencores atrás. Estoy agradecido con mi vida, sobre todo contigo. Siempre te estaré agradecido.
De vez en cuando, todavía puedo verte. Tengo la sensación de que estás ahí, cantando en los pasillos de la Universidad, con tu hábito de fumar y la manera torpe de bailar cuando piensas que nadie te está viendo. Es sólo una creencia que te deja tranquilo, porque mis ojos siempre te siguen, dondequiera que vayas. Eres lo único que puedo mirar desde que te conocí.
Cuando llega la madrugada, veo la ciudad de Seúl y allí estás tú, consolándome. El clima a tu lado siempre se sentirá blanco y azul como las primeras nevadas; justo ahora, no puedo evitar extrañarte de más. Mi estación favorita es dolorosa si no estás ahí.
Te dije que si diez años no eran nada, entonces un año y medio separados sería como un parpadeo. Sucede que desde hace tiempo mi corazón aletea una férrea necesidad de tirarme al mundo como si mis sentimientos por ti se trataran del precipicio más alto.
Sólo espérame, cariño. Incluso si cumplo mi sueño, si no estás tú, hasta lo más preciado pierde sentido. ¿No ves que estamos destinados a encontrarnos?
Sinceramente tuyo,Min Yoongi
Con lágrimas en los ojos, cerré el sobre y lo guardé en el cajón especial donde protegía todos mis recuerdos. Los regalos, las fotos polaroid, el último paquete de cigarrillos vacío que compartimos juntos; el relicario con la foto que nos tomamos en la nieve y una rosa que se había marchitado.
Yoongi hyung era un gato grande bastante peculiar. Comía salmón dos veces al día y odiaba los otros pescados, pero amaba los cítricos. De vez en cuando, puede ronronear y hacer sonidos parecidos a un maullido cuando quiere atención.
Todavía guardaba mi bufanda blanca con cariño, como yo recordaba el brillo de la nieve al caer y la punta de su nariz tornándose rosada.
Era el primer gato grande que tenía, tal vez por eso no logré tratarlo del modo adecuado. O por el contrario, Min Yoongi era demasiado especial en su especie. No era necesario vernos a los ojos para saber que él estaba en todas partes.
Hace tiempo que nos pertenecíamos y yo seguía sin saberlo, hasta ahora, que había sacado un pasaje de tren para volver a verlo y me pregunto cuánto se sorprendería. ¿Me esperaría con los ojos bien abiertos y al igual que yo, me abrazaría para no soltarme nunca? Estaba seguro que sí.
Porque si el amor cruzaba la distancia, entonces los dos seríamos los primeros en cruzar los dedos.
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Song Request (Y.M)
FanfictionMin Yoongi es profesor de música y en secreto, cambiaformas de gato. Park Jimin es el alumno estrella de Teoría Musical I con un don para el canto. Diez años de diferencia los separan y rebalsan los límites de lo prohibido. Tal vez Jimin tiende a c...