XXVIII. Croissants

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Nos encontramos tantas veces en un mismo lugar que la primera se sentía ahora como un lejano preludio. Varias semanas después yo era capaz de retratar el cuerpo de Min Yoongi de memoria, aunque todavía no sabía si para hacer el amor de verdad era condición necesaria dejar un poco atrás el cuerpo. Pero para ese entonces, lo que conocía de Min Yoongi me era suficiente para darme cuenta de que, sobre todo, él no era esa clase de hombre que me había armado. No era el que al día siguiente permanecería en la cama a mi lado, que junto al amanecer me recibirían sus besos y con quien tras el despertar prepararía un cuantioso desayuno. Los ideales de un joven de veinte años en verdad no significaban nada, era como trazar de blanco una hoja transparente. Efectivamente, ninguna de esas veces había sucedido de ese modo y al mismo tiempo, siempre era como la primera vez. Y yo en lugar de sentir decepción, más bien me torcía la lengua desilusionada, incapaz de desplegar las palabras. Porque en la decepción había una certeza en juego, mientras que en mi caso, lo que yo me había construido de Min Yoongi pertenecía a nada más que el campo de mis fantasías, aquello del orden de lo imposible.

Él huía al día siguiente, cual gato escurridizo, pese a lo que yo no hallaba manera de culparlo. Quizá fue demasiado para él, tanto como fue demasiado para mí, aunque a diferencia de antes, ahora me sabía su sabor mío, tanto más que las escalas musicales. La forma de su pecho, los latidos de su corazón en donde caía dormido y la textura de su piel blanca.

Las escenas se repetían todo el tiempo.

Resultó cierto que no pudimos parar. Esa vez en mi casa fue la primera de muchas otras noches donde sin excepción, al menos dos veces a la semana, él y yo nos encontrábamos en su nueva casa, en la cual se había instalado por completo, para hacernos el amor. Lo disfrutábamos en demasía. Cenábamos juntos, hablábamos de trivialidades como mis estudios y su trabajo, nos contábamos cómo nos había ido en el día y mucho antes del postre, Yoongi tomaría el primer silencio para mirar hacia la puerta. En esos momentos no bastaba pronunciar palabra alguna para entenderlo, comenzábamos a desearnos, justo en ese primer instante que se dilataba y el amor afloraba como un pequeño capullo que se convertía en flor, sólo a medida que la noche avanzaba y un par de miradas no eran suficiente. Sí, era innegable que lo disfrutábamos como locos.

Pero llegó un momento en el que comencé a sentir cierta soledad. ¿Cuál era el sentido si al día siguiente dejábamos de pertenecernos, si nos habíamos prometido que sobre todo, los dos dábamos para mucho más que esto para lo que tanto habíamos renunciado?

Cuando yo intentaba sacar el tema a colación, él me aseguraba que todavía era demasiado pronto y otras tantas justificaciones salían de su boca obstinada, como que debíamos conocernos un poco más, que yo era todavía demasiado joven para esperar un tiempo que nunca llegaba. En un instante pasábamos de amarnos a detestarnos en la cama, un lenguaje universal donde todo esto se dejaba traslucir, porque cada vez lo resentía con más fuerza y él parecía sentir lo mismo y entre besos nos desarmábamos, dejábamos que estas emociones lo incendiaran absolutamente todo.

Luego de que el fuego se calmara, pasaba a preguntarme qué era yo para él y qué maldito desastre habíamos hecho de todo esto.

Mi vida oscilaba entre una respuesta y otra, entre momentos de pura plenitud, cuando me encontraba junto a él, y otros en donde estar en mi mente se volvía un completo infierno, sobre todo porque me hallaba en un momento de mi vida donde debía tomar demasiadas decisiones. Faltando algunas semanas para invierno, el semestre de la universidad estaba por llegar a un tramo último y mis papeles de intercambio estaban tan listos como mi pasaporte que aguardaba ser usado en febrero entrante.

La actitud de Yoongi no había cambiado en lo absoluto, aunque tanto él como yo estábamos más ocupados las últimas semanas del año. Mi amante retomando algunas presentaciones en sus inicios como pianista profesional, yo audicionando para distintas empresas de canto al tiempo que seguía concentrado en mis exámenes finales.

Song Request (Y.M)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora