XXXII. Palomitas de maíz

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Grande fue la sorpresa que tuvieron cuando al regresar del pueblo, con una bolsa de mochis a medio comer y los restos de algodón de azúcar, Jimin y Yoongi se encontraron a sus amigos en una peculiar situación.

En verdad, Jimin tenía sus razones para esperarse lo peor tras haberlos dejado solos en las aguas termales, pero nunca algo como una guerra de palomitas de maíz. El suelo estaba cubierto de plumas que se salieron de las almohadas, evidencia de una reciente lucha, mientras Taehyung perseguía a Jungkook lanzándole palomitas dulces, ambos en pantalones y camisa de pijama.

—¿Qué diablos hacen? —murmuró Yoongi, cansino—. Oigan, ya llegamos.

Alzó su voz en eso último, ya que el dúo continuaba en su burbuja. Jungkook se reía a carcajadas por el hecho de ser perseguido.

—¡Hyung, por favor, detengan a esta bestia! —gritó el tatuado, escondiéndose detrás del biombo—. ¡Quiere arrancarme las orejas!

—¿Arrancarte las orejas? —Jimin alzó una ceja, confundido.

Yoongi miró de mala gana las orejas de conejo que se habían formado en la cabeza del profesor Jeon. Eran blancas y se veían suaves al tacto, aunque intentaba ocultarlas con su mano erradamente, ya que eran bastante largas.

—¿Cómo es que creció eso? —el pálido dejó las bolsas en una mesa.

—Fuimos a comprar palomitas para ver una película los cuatro juntos. Luego vinimos y no preguntes cómo, él simplemente tenía esas orejitas de conejo en la cabeza. No sé cómo pasó, ¡pero necesito tocarlas, hyung! —explicó Tae atropelladamente, mientras seguía persiguiéndolo.

Jungkook dio un salto increíblemente alto, esquivándolo y subiéndose encima del sillón.

—¡Déjame en paz! ¡Es vergonzoso! ¡Me estás invadiendo la conejo-privacidad!

—No es normal que eso suceda, ¿verdad? —preguntó Jimin a su novio en un susurro.

—No que yo sepa. La naturaleza sólo se expone en situaciones específicas, como cuando el cuerpo está en peligro o ante emociones fuertes.

—¿Qué podría haber causado eso en el profesor Jeon? —inquirió, preocupado mientras veía sus orejitas blancas y los ojos de un color azul zafiro brillante.

—Tal vez fue culpa de Taehyung. Bien lo sabes en mi caso. Sólo tu canto puede llamar a mi gato interior contra mi voluntad —le explicó, observando la situación con sus brazos cruzados—. Tal vez sucedió algo parecido.

—Pero Tae no hizo nada especial, ¿no?

—Como sea, no es importante. Deja que se maten entre ellos —Yoongi lo tomó de la cintura y le dio un beso en la frente.

Jimin sonrió y estaba a punto de rodear su cuello con los brazos cuando de pronto una palomita le golpeó en la cara. Molesto, se giró a ver a Taehyung, quien ni siquiera se había percatado del hecho.

—Oigan, ustedes dos. ¿Pueden calmarse de una vez y poner la película? Vinimos a pasarla bien, no a discutir. Déjense de tontear o esto terminará hecho un desastre y serán ustedes los que tendrán que trapear todo el suelo —los regañó el pelirrosa—. Y Tae, deja de jugar con la comida que es para todos.

El castaño lo miró con sus ojitos brillantes, rogando su perdón como un niño oyendo el castigo de sus padres.

—Pero, Chim Chim...

—Jimin-ssi, dile que no me arranque las orejas —acometió Jeon, cubriéndose la cabeza con una almohada y un puchero.

—Taehyung, no le arranques las orejas al conejo.

Song Request (Y.M)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora