XV. Whisky

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Esa mañana Min Yoongi había ido a la Universidad por última vez para aclarar algunas formalidades de su renuncia. El director le había pedido que asistiera a las exposiciones finales de Teoría Musical I y II, las cuales se darían dentro de dos meses, puesto que en sus palabras, los alumnos lo estarían esperando y lo menos que podría hacer era asistir para recibir su agradecimiento. Yoongi le dio su palabra de que ahí estaría.

También se aseguró de transmitirle las notas provisorias de los respectivos cursos a Kim Namjoon, el nuevo profesor titular. Le explicó minuciosamente cuál había sido su modalidad de trabajo hasta ahora y las principales metas que había planeado a nivel general hasta el examen final, incluyendo las observaciones de la salida al Museo de Música.

Su lema de vida era que todo estaría en orden siempre y cuando el trabajo y la vida personal fueran por vías separadas. Por eso cuando el profesor Kim intentó transgredir esa línea, Yoongi se vio obligado a ponerle un alto.

Fue a la salida, cuando se estaba dirigiendo al estacionamiento. No era estúpido, se había dado cuenta de que lo estaba siguiendo, pero había optado por huir simplemente y por eso aceleró sus pasos hasta su camioneta Hyundai. Podría describir al hombre como un catedrático excelente y era innegable su capacidad de desenvolverse tanto pedagógica como intelectualmente. Sin embargo, Yoongi tenía un ojo agudo para las personas. Tenía la impresión de que Namjoon tenía una moral tan fuerte que lo empujaba a querer hacer el bien, incluso si eso implicaba entrometerse en asuntos que no lo implicarían. Fácilmente, una cualidad tan benévola como la justicia se convertiría en su debilidad.

Yoongi encendió un cigarrillo de vainilla, esperándolo en el estacionamiento abierto con su espalda reposando en la camioneta. Qué más daba. Le diría lo que quería oír y entonces se marcharía para terminar de matar esta maldita decisión de una vez.

Namjoon se acercó con sus amplios lentes negros y un traje a cuadrillé marrón que en lugar de hacerlo lucir elegante, lo hacía ver bastante sonso a sus ojos. Tenía el cabello corto de un llamativo gris platino y la piel acanelada.

—¿Tienes prisa, Min Yoongi? —preguntó él con una voz que cuadraba perfectamente con esa sonrisa amable. En sus mejillas se hundían dos hoyuelos.

El pálido asintió, llenando sus pulmones de un humo azulino. No estaba de humor para soportar ninguna formalidad más, en especial fuera de cualquier asunto de la Universidad. Habían estado reunidos dos horas y sabía perfectamente que Kim Namjoon no tenía nada más que decir acerca de su trabajo. Y a Yoongi nada le desagradaba más que las personas entrometidas.

—Sé breve —lo miró sin paciencia.

—Parecías más amable dentro del despacho del director —señaló, con las manos en los bolsillos de su pantalón de tela—. No vengo a juzgarte, Min Yoongi. Al contrario, has tomado una decisión bastante difícil para ti y lo menos que necesitas es alguien que te juzgue como el director ha estado haciendo, ¿no crees?

Yoongi pasó la lengua por el interior de su mejilla, mirando el asfalto húmedo por alguna llovizna. Entonces soltó una baja risa que no llegó a sus ojos. El cielo estaba completamente blanco y no tardaría en volver a llover.

—¿Qué es lo que dirás? "Siento que hayas tomado una decisión como esta, pero no te preocupes, vendrán mejores tiempos. Yo podré encargarme de lo que tú has dejado atrás. Limpiaré toda la mierda que has acumulado en el camino por ti, por eso no te culpes" —parafraseó—. Déjalo. No tienes que esforzarte.

El profesor Min lanzó la colilla del cigarrillo a lo lejos y tomó las llaves desbloqueando su coche. Hizo el intento de abrir la puerta, pero la mano de Kim Namjoon lo detuvo por el hombro.

Song Request (Y.M)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora