XX. Vino

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De todo el tiempo transcurrido sólo una cosa me ha quedado clara; para Min Yoongi lo nuestro siempre era un error, uno especialmente difícil de evitar.

Había pasado un mes de esa primera noche donde confesamos nuestros sentimientos, aunque yo siempre tendría algo más para decir, pero qué más daba, mucho había cambiado a partir de entonces y yo me vi impotente, incapaz de detener la tormenta que una vez desatada empezó a derribarlo todo como si fuésemos simples veleros perdidos en el mar.

Quisiera comenzar a relatar el giro de esta historia a partir de esa mañana de octubre, cuando finalmente él y yo nos vimos de cerca.

Me encontraba en la Universidad en la próxima clase de Teoría Musical I luego de haber descubierto cuán hermosa sabía la música al lado de Min Yoongi. Recuerdo que mi emoción fue tan fascinante que incluso me ofrecí al profesor Namjoon como el alumno que tocaría el piano frente a todos para mostrar sus avances. ¿Quién podría hacerlo si no era yo? En un tiempo atrás jamás lo hubiese creído. Park Jimin, que aborrecía el piano desde lo más profundo, en realidad lo único que sentía era un miedo profundo, como el que se tiene a la oscuridad de niño y en lo adultez, al futuro. Quizás un poco de rencor por aparecérseme inalcanzable, por darme sin quererlo un motivo para que mi sueño sea sólo errado, un lugar en donde no podía hallarme y eso me hizo en parte, odiar incluso mi camino.

Pero finalmente lo había entendido, alguien como yo también podía enamorarse de la música. Ese día destellaba tanta euforia que me veía capaz de aprenderme cien sonatas en sólo unas horas. Recibí mis felicitaciones de Namjoon y los aplausos eufóricos de mis compañeros. Mi piano sonaba tan real que me creí capaz de conmoverme a mí mismo y la energía que estallaba en mi pecho era tan volátil de ser contagiada para todo aquel que me escuchara.

Incluso para ese entonces Min Yoongi siempre continuó actuando como un profesor para mí, uno que sobre todo me enseñó sobre mí mismo. En el fondo yo no era realmente bueno en el piano. Era imposible crear un prodigio en tan sólo unos días. Lo que había sucedido en realidad es que todavía tenía la huella de él impregnada en el cuerpo, como si el amor fuese en realidad una infección más que se propaga hasta el alma y era invisible, porque sólo el que lo sufre logra dar cuenta de ello.

—Ha sido espléndido, Jimin —el profesor Namjoon aplaudía con orgullo y una expresión rutilante—. Maravilloso. Una interpretación arrebatadora. No dudes, por favor, en lo que te he ofrecido. Es una oportunidad que no puedes perder. Si tienes ganas, puedes quedarte en el aula luego de clases. Empecemos a planificarlo lo más pronto posible. ¡No hay tiempo que perder contigo!

—Muchas gracias, profesor Kim —sonreí, ocultando un poco mi incomodidad.

De pronto los aplausos de mis compañeros ya no parecían emocionarme. Yo no me sentía un alumno estrella, sino más bien un títere que el resto manejaba a su antojo. No por eso era una víctima. Era yo quien no podía negarse al profesor Namjoon, porque a pesar de no sentirme digno de una oportunidad de intercambio, yo todavía me obligaba a hacerle creer al resto que podía hacerlo, después de todo era el alumno estrella.

Y creo que en parte fue por eso que llegué a querer tanto a Min Yoongi, porque por primera vez alguien se había mostrado capaz de comprenderme.

En lugar de quedarme con Namjoon luego de clases, yo decidí escoger mi corazón. Al día de hoy no me arrepiento de esa decisión; más bien han sido las circunstancias.

Apenas el reloj dio la hora de fin de clases, recibí un mensaje de mi profesor favorito. Por supuesto que él sabía exactamente mi hora de salida.


Min Yoongi-hyung
Tienes que venir a verme hoy. Detesto los términos medios sobre todas las cosas. En mi mundo sólo hay blanco y negro.

Song Request (Y.M)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora