XII. Iced americano

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A pesar de haber enviado su renuncia ayer, Min Yoongi no sintió nada semejante al alivio que había imaginado. En su lugar, una nueva pesadez se expandía en su pecho como un espeso humo, trayéndole una de esas incómodas pero trascendentes preguntas cuya incógnita trazaría el mapa de su vida. ¿Qué haría ahora? ¿Había algo en lo que era bueno? O más bien, ¿quién diablos era Min Yoongi sin su estúpida música? Sabía que este iba a ser su último semestre porque las cosas no marchaban bien hace tiempo, cada vez se agotaba más de huir a su resignación. Pero esto no tenía que terminar tan pronto. Apenas había transcurrido un mes de clases.

Para hallarle una respuesta a su camino, supo que debía enfrentarse a sus más profundos pensamientos. Ordenarlos llevaría tiempo. Su mente era un laberinto.

Había pensado mucho estas noches sin dormir hasta finalmente llegar a tomar esta decisión. Por supuesto que no fue gratificante dejar a sus cincuenta alumnos atrás y renunciar. Fue más fácil pensarlo que hacerlo, pero Min Yoongi no era un hombre cobarde y rendirse también era un acto de valentía. Especialmente ahora que las pesadillas se volvían más intensas. Y no supo definir si la ausencia de su esposa era un factor determinante, al principio se dejó engañar pero lo descartó por completo, pues no era la primera vez que ella se iba de viaje por un tiempo. Esto jamás le había pasado.

Tras un largo tiempo pensándolo, finalmente concluyó que las tutorías con el alumno estrella habían sido fatalmente contraproducentes. Fue a partir de ese momento que volvió a sentir esa inestable y loca búsqueda de tocar el piano, porque sin quererlo lo ha disfrutado más de lo que quería. De pronto tocar el piano con Park Jimin se había vuelto una rutina mágica, algo que deseaba con ansias desde la noche anterior o incluso antes, porque se había enamorado como un loco de la música otra vez. A través de la excusa de ayudar a Jimin se había obsesionado, buscando las partituras correctas para tocar con él, haciéndolo por horas sin sentir la noción del tiempo, sólo eran sus manos juntas sobre las teclas blancas y negras. No supo si en realidad, en el fondo lo había estado utilizando para drenar su obsesión.

Era como un animal desesperado por su alimento. Se desconocía, hace tanto tiempo no le pasaba que comenzó a sentirse enfermo. Se supone que había superado su sueño, ¿por qué ahora volvía a atormentarlo y hacerlo sentir jodidamente miserable? ¿Por qué de pronto podía crear melodías otra vez, hacer música con sus ojos cerrados cada vez que Park Jimin estaba allí, obligándose a entrelazar sus manos suaves por horas, con las teclas que tanto ama como testigo? Y de pronto se sentía como si las manos de la música, esas que recordaba suaves y llenas de amabilidad, ahora sólo le hicieran daño desgarrando su corazón.

Entonces no sólo dejó las tutorías, eso no alcanzaba. Se sintió incapaz de afrontar el resto del semestre. Yoongi tenía que encontrar una solución a esto que le pasaba y no ayudaba rodearse de música como si fuera su jodido oxígeno, tampoco servía seguir viendo al mocoso del alumno estrella porque lo hacía sentir extrañamente culpable, como si se hubiese aprovechado de él por su propio fin diabólico. Estaba mal y confundido.

No obstante si quería ordenar sus pensamientos, debía primero darle atención a su cuerpo. No estaba bien intoxicarse en alcohol cada noche, sentía su organismo deshidratado y revuelto. Por eso esa mañana, Yoongi había salido a correr en los alrededores del río Han, con su estómago vacío pero le había hecho bien hacer actividad física al amanecer. Ahora mismo se encontraba volviendo a casa, con su ropa deportiva negra FILA y una bandana en su cabeza que sostenía su rebelde flequillo. Apenas llegó, tomó una toalla blanca con la que secar su sudor y bebió una botella de agua helada.

Estaba a punto de prepararse para entrar a la ducha cuando de pronto recibe una llamada telefónica. La pantalla marcaba el nombre de Sana. Atendió, sorpresivamente feliz de escucharla.

Song Request (Y.M)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora