El mensajero

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El arcángel del amor conocido como Chamuel se quejaba de su trabajo. Ir hasta donde estaban las parejas y dispararle con sus flechas era agotador. Suspiró porque se acercaba San Valentín, era el día donde sus alas se rehusaban a trabajar por la tradición de ser nombrado como el día del "Amor y la Amistad". Una noche, mientras daba un paseo por las nubes observó desde las alturas un templo en ruina. Bajó y entre tantos escombros se acercó a una estatua de un bebé. Sus flechas no solo servían para que las personas se enamoraran, sino también para dar vida. Se colocó en la posición de todo arquero y sin esperarlo, algo le robó las herramientas. Viendo que el ladrón era un bebé con pañales, se acercó a recuperar sus utensilios, pero el bebé le apuntó. Chamuel soltó una risita, volvió a intentar recuperar sus pertenencias, pero el niño tenía tan buena puntería que le provocó una caticardia cuando la flecha rebotó contra su pecho. Tras recuperarse -media hora después-, Chamuel dispuso de perseguirlo. Cuando logró agarrarlo y reprenderlo por su conducta, ya era la mañana del 14 de febrero. Tuvo una idea de la cual no iba arrepentirse. Llevo al niño al templo de los arcángeles colocándole un aro encima de su cabeza. El aro brillo y dos alitas salieron de su columna.

-Te llamarás Cupido, y eres mi ayudante-sonrió orgulloso-Tenemos trabajo que hacer.

Cupido siguió a Chamuel curioso de lo que harían. Bajaron a la tierra en el momento que una pareja peleaban, perfecta oportunidad para enseñarle.

-Disparales con tus flechas-dijo Chamuel enseñándole como hacerlo-El amor es más fuerte que el odio.

Cupido lo imitó con la siguiente, y gracias a la emoción de disparar sin ser regañado, le dio a Chamuel lo que tanto deseaba. Sentado en una nube supervisaba a Cupido, lástima que no solo le quitó el trabajo sino también la popularidad; sin embargo, Chamuel solo deseaba dormir.

-A trabajar-le dijo Cupido disparando una flecha que deciso la nube en donde estaba su maestro haciendo que este cayera a un lago.

-Te odio Cupido-Chamuel sacó la cabeza viendo al infante reír a carcajadas.

Cupido le sonrió con maldad y antes de ser reprendido se fue volando. Chamuel suspiró, agarró su arco y continuó con lo que le tocaba por regla.

Cuentos Para DormirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora