*Continuación de Cae otra semilla*
Tailan pasó al cuarto de la paciente, la escena era rara. Se planteó por un momento que esa forma tan rara de sentirse era debido a eso, a que por las situaciones que vivieron conocía facetas que en un momento no creyó que tuviese. Saela dormía al pie de la cama, no una posición muy cómoda. Revisando la herida de la paciente suspiró al ver que todo estaba bien. Cambió los vendajes manchados por unos limpios, una labor rápida. Dudoso si Saela era de sueño profundo o sueño ligero, decidió tomar las riendas del riesgo otra vez. Alzándola en sus brazos como una princesa esperó unos minutos en el lugar sin recibir alguna respuesta. Aliviado, la sacó de ese cuarto llevándola a uno de los tantos que habían.
La puerta del cuarto continuo al suyo fue empujada con su pie. Un poco de olor a humedad por estar cerrado, pero tras dejar a la chica que plácidamente dormía en sus brazos sobre la cama, abrió las ventanas dejando cerradas las cortinas. Otra vez la figura de Saela era el punto de atención de sus ojos. Cerca, sin tocarla, solo verla dormir relajada.“Debe de estar exhausta”, se dijo con ese pesar de sentimiento desconocido que le daba vuelcos a su corazón varias veces.
Su mano, la mano de Tailan acarició por primera vez los sedosos cabellos de Saela. Deteniendo su gesto, negó lo que había hecho recién.
“Debo de revisar sus heridas”, pensó agradeciendo que fuese un sueño profundo el de la chica.
Detuvo sus manos antes de tocarle la ropa o las piernas. Complicada decisión que no sabía si era mejor por los hombros o por las piernas. Respiró con profundidad, era un hombre que cuidaba de una mujer, no un depravado sexual. Delicadamente alzó el cuerpo de Saela hasta poder abrirle el vestido. Con cuidado fue quitándole las mangas largas de los brazos, y a pesar de que la vería otra vez en ropa interior, cerró sus instintos centrado en revisar la herida. La prenda ha mediado de cintura, la herida muy bien, incluso los vendajes limpios; señales que por la mañana o ayer en la noche se los cambió. Vestirla de nuevo fue fácil, pero para ese instante, Saela abría los ojos.
Sin palabras, Tailan que nunca la había visto dormir o recién levantada, los nervios se le congelaron. Faltaba subirle el cierre, pero lo raro fue tenerse tan cerca. El brazo del chico sujetando la cabeza de la chica mientras que el otro brazo le terminaba de subir una manga. Saela no supo que decirle, pero una actitud defensiva lo dijo todo. No fue una actitud de cubrirse, sino la bofetada que no le había dado en la noche. Por mucho que quisiera explicarle la otra no daba tregua, bastante tenía con que su cuerpo aún estaba cansado.-¿Sabes qué? Si te sientes bien, entonces atiéndete tú misma-Tailan ni siquiera comprendía porque estaba enojado.
-No te pedí ayuda.
-Trato de ayudarte por el estado en que te encuentras y tú no quieres aceptar.
-¿Ayuda de alguien que en el pasado me humilló?-se levantó de la cama encarándolo-Te agradecí ayer, confórmate con eso.
-Te pedí perdón, era un idiota que se dejaba guiar por los demás.
-Y eso no ha cambiado.
-¡Maldita sea!-golpeó la cama-No te entiendo. Trato de hablar contigo porque después de una pelea como esa lo único que puedes hacer es despejar la mente, y tú sales de malagradecida. No voy a atenderte más, cuando te recuperes has lo que quieras.
-¿Acaso te molesta que esa niña que vestía como un niño se hiciera adulta y se supiera defender?-Saela entrecerró un poco más los ojos ante la mirada furiosa de Tailan-Me he valido por mí misma desde siempre, esta vez no será diferente. No necesito de un título o de una fama para fortalecer mis movimientos. Y sí, haré lo que yo quiera porque ni tú ni nadie me dice que hacer. Pierde tu tiempo en regresar a casarte, porque no pienso devolverte nada.
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Cuentos Para Dormir
Short StoryVariedades de cuentos cortos y relatos para el gusto del lector. Muchos incluso pueden considerarlo como novelitas cortas.