EPICA BATALLA DE FANTASÍA 4

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Dejando ese claro del bosque limpio, Natalie y Lance abrieron el mapa marcando la ruta por donde iban. Acordando algunos puntos hablaban como compañeros, y Natalie afirmaba sus palabras. Lance explicando los peros y contras de los caminos a seguir al ver tantas rutas era un experto. Incluso la sabiduría se iba por encima de su personalidad compartiendo información acerca de combinación con sus armas y la magia de Natalie. No la dejaba en la retaguardia, ni siquiera en un punto ciego, sino que contaba su participación tanto como defensa como atacante. Natalie no evitó soltar una risita y mostrar una sonrisa ante su observación, por supuesto, Lance estaba muy metido adentro del plan que no notó ese acto. Natalie no se quedaba atrás, sus estudios dieron frutos explicando algunos puntos débiles de los monstruos que pudiesen encontrarse. No era mucho lo que pudiese aportar a alguien que se adaptaba al terreno, pero de Lance tomaba su conocimiento como parte de la reunión sin darle de lado. Con un plan acordado, chocaron palmas dándose cuenta que la tarde caía sobre sus hombros. Lance dispuso de cortar la carne mientras Natalie iba a buscar leña sin alejarse mucho. A solas, los dos sonreían sin saber por qué, incluso observaban a sus espaldas como si pudiesen ver a la otra persona, cuando detrás de ellos no había nada.
Natalie regresó usando sus conjuros de fuego para crear una pequeña llama que les brindara calor. Lance colocó los pedazos de carne sobre el fuego en una piedra bastante grande creando una cocina improvisada. El olor de la carne cocida era exquisito, más, un olor más fuerte le llegó a los dos a la nariz. Buscando que pudiera ser, dieron algunas vueltas por los costados hasta tenerse cerca donde el olor era más fuerte. Natalie percibió algunas manchas en la ropa oscura de Lance, acercándose sin previo aviso, agarró la tela oliendo donde estaba la mancha.
–Vas a tener que lavar tu uniforme–le dijo señalando de dónde provenía el olor–La grasa animal puede traer otros depredadores.
–Ni siquiera percibí cuando me manché.
–Yo me ocupo de la cena, ve al río.
– ¿Vas a estar bien sola?
– ¿Estás preocupado? –Natalie decidió jugar un poquito usando la nueva arma a su favor.
–No me gusta dejar a una chica sola en el campamento.
–Sé defenderme–le dijo de forma superior.
–Activa una barrera.
–Te dije que sé defenderme–Natalie cruzó sus brazos algo molesta.
–Lo digo por la lluvia–Lance señaló al cielo rojizo– ¿Quieres mojarte?
Avergonzada, fingió que no le importaba la lluvia buscando su báculo para crear una barrera que los cubriera de la lluvia. Era otra prueba a su poder, desde la noche no practicaba. Refugiados de la lluvia, Lance recordó uno de sus pasatiempos, por lo que optó por quitarse la chaqueta del uniforme mientras esperaba a que cayera la lluvia. Natalie al darse cuenta de las acciones de Lance, pegó un grito dándose vuelta a donde no pudiera verlo.
– ¿Qué pasó?
Lance se volteó tomando uno de sus cañones de forma rápida hiendo con Natalie observando en la misma dirección. La pelirroja con las mejillas más roja que su cabello, volvió a pegar otro grito dándose vuelta otra vez. De nuevo el pelirrojo se volteó, aunque viendo a la chica de espaldas a él, suspiró pasando de lado dejando su arma con las demás.
– ¿No estás acostumbrada a ver chicos desnudos?
– ¿Por quién me tomas? –Natalie enrojecida y furiosa a la vez le gritó ante sus palabras.
– ¿No has visto a Romeo sin camisa?
– ¿Qué te pasa por la cabeza?
Natalie no supo cómo responder a esa pregunta, ni siquiera supo cómo tomarse esa incógnita. Enojada, se acercó a Lance dándole una cachetada, o eso trató. Lance le sujetó la muñeca viéndola de la misma manera en la que veía a todos. Entrecerrando los ojos, Natalie forcejeó el agarre, más, Lance se aprovechó para enredar sus piernas perdiendo los dos el equilibrio. Sujetando sus manos con fuerza, recordaba esa posición de la celda, aunque lamentablemente, la barrera no los cubrió. La lluvia rodó por sus rostros, empapó tanto sus ropas como sus cuerpos, incluso era complicado ver, pero Lance estaba decidido a no dejarla ir. Natalie se removía debajo de Lance con todo el cabello pegado a su rostro, incluso se le dificultaba respirar por la fuerza del agua sobre su nariz. Entre la lluvia notaba cierta mirada de su compañero sin poder distinguir que era. Sus muñecas fueron apretadas con fuerza, hizo una mueca de dolor, incluso soltó un quejido, pero olvidó que Lance no era un chico con piedad, o alguien que se doblegara fácilmente. Con lo bien que se estaban llevando para que una tonta pregunta y un gesto de puro remordimiento viniesen a perjudicar todo.
–Lance–Natalie pronunció su nombre con fuerza–Tienes tres minutos para soltarme.
Lo recordaba, recordaba esa amenaza cumplida pasando el tiempo. Ahí estaba lo que el pelirrojo buscaba con ese gesto, aquella Natalie rebelde que ni siquiera ante él dejaba de colocar las cejas en punta. Bajo la confusión de sentimientos por lo sucedido anteriormente, la pesada tarea de actuar fuera de su zona de confort, Lance buscaba un consuelo de que Natalie aún le odiase como para volver al tiempo de antes. No obstante, no era suficiente con ver viejas expresiones, no bastó tenerla entre sus brazos, ni siquiera que por primera vez hablasen sin acuchillarse, algo más se atragantaba en la garganta de ambos.
¿Qué era aquella emoción?
¿Qué era aquel impulso donde en cualquier momento sus brazos fallarían?
¿Por qué?
¿Qué ocurría entre ellos?
Quizás Natalie tuviese la respuesta, más, su mente otra vez la traicionó. Muchos recuerdos de chicos confesándose, muchos recuerdos de cartas de amor sin leer y regalos, y el duro recuerdo de una cita donde fue engañada. No era la posición, ni siquiera la incomodidad, era la lluvia la causante de las lágrimas derramadas, y precisamente con el chico que la besó en la mejilla. Con fuerza apretó sus puños exigiendo que la liberara. Aquella perreta donde movía su cuerpo a loco, ocultaba las ganas de llorar. Lance ejercía más precisión, con ojos curiosos veía esas expresiones en el rostro de la chica que nunca encontró en la celda. Natalie le maldecía ofendiéndolo de millones de forma, más, el chico sonrió besando su cuello absorbiendo el agua que resbalaba por la piel. Natalie aún más descontrolada se removía, sin embargo, sintió como sus dedos fueron entrelazados con otras manos algo grandes y toscas. Lance hizo un camino satisfaciendo su sed deteniéndose justo en la mejilla que Romeo había besado. Lamiendo esa zona, era como si buscase limpiar todo rastro suyo, aunque el único que no iba a ser capaz de borrar, era el recuerdo. Natalie se encontraba vagando entre su estado emocional y su lucha por no llorar a pesar de que sus ojos le ardían que cerrarlos era una forma de retener la humedad. Sentir el tacto de la lengua sobre su mejilla la mantuvo quieta durante unos minutos, su mente se despejó así como la lluvia dejaba de ser tan fuerte. Abriendo despacio los ojos, se topó con los ojos de Lance que la seguían viendo desde arriba. Una de sus manos fue liberada, Lance le devolvió el gesto de tocar su mejilla como si limpiase su propio tacto. Bajando lo que más pudo ante el cansancio de las piernas, acarició los ojos de Natalie limpiándolos de las lágrimas. Natalie no era capaz de pronunciar palabra, o de hacer algún movimiento, cerró sus ojos dejando de luchar. Lance se armó de valor en seguir su corazón donde su forma de reparar el corazón roto de Natalie, fue uniendo sus labios con los de ella. Por supuesto, esto la tomó de sorpresa, más, ese beso puede que haya sido lo que tanto buscase desde la celda. En secreto, sus mentes vagaban al encarcelamiento donde Lance, a veces, lograba robarle uno que otro beso rápido con tal de molestarla a pesar de haber recibido millones de golpes. Natalie no recordaba la última vez que besó con los labios a un chico, sin embargo, ante la grieta tan grande en su interior, un pequeño gesto inocente no la hizo retirar su boca, o siquiera alejar a Lance. No es que actuara sumisa, era simplemente un agotamiento que el calor de aquel beso consoló. Los brazos del chico acortaron la distancia, aunque sus cuerpos aún no se tocaban por completo. El pantalón mojado del chico yacía un poco sobre la falda del vestido teniendo cuidado de no invadir su espacio. Cuidadoso, lento, despacio, y besándola de la misma forma, Lance abría los ojos separándose ante los pasos que llegaban al campamento.
Alzando la mirada por encima de su espalda, observó el rostro sorprendido de Romeo junto a su hermano. Natalie abrió un poco los ojos aprovechando que Lance quitó sus manos de las suyas para limpiarse los párpados. La presencia de los hermanos aún era desconocida para ella, sin embargo, con el rostro algo cubierto con los antebrazos, sonrió con el rostro otra vez iluminado.
–Lance–su voz salió suave y delicada–Te dije que tenías tres minutos para salirte de encima.
Sin poder responder con palabras, un fuerte dolor en las entrepiernas hizo a Lance retroceder. Removiéndose a un costado en forma de feto con las manos en el medio de su pantalón, maldijo las benditas rodillas, aunque recibió muchas en la celda, tantas que perdió la cuenta, pero no olvidaba el dolor. Natalie se levantó del pasto sin darse aún cuenta de los hermanos, solo veía a Lance.

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