Melodía Rota

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*Este es la continuación del cuento Reconstruyendo la escena*

Pequeña melodía que se escapa de un violín. Música, así se nombra la sala, bueno, eso decía el cartel que cayó al suelo por los clavos oxidados. Adentro no había nada más que varias vitrinas rotas y vacías. ¿Por qué vacías? Los instrumentos que colgaban de las paredes, las pequeñas laminas donde escriben su nombre, fueron llevados a otro museo. Un triste violín stradivarius haciendo sonar sus cuerdas en medio de un salón lleno de escombros. Magnífica pieza que deberían de escuchar las personas, pero antes que terminara la pieza, se escuchó un ruido. En la habitación continúa, un cuarto dedicado especialmente a la bajilla de los años medievales donde se usaba porcelana en lugar de cerámica. Una de las tazas que aún permanecía en la mesa de roble, por culpa del sol humeaba. La silla que de igual material que la mesa estaba ocupada por una joven que miraba con desganas aquel humo. Se vino a romper únicamente cuando la joven quiso sostenerla. Preocupada por haberse cortado se miró la mano, hizo una pequeña sonrisa al ver que no tenía herida ninguna. Volteó su mirada hacia un florero de rosas plásticas. Le parecía demasiado triste que las flores tomaran el color del desgaste por el mal cuidado. Con sutileza, corriendo un poco su vestido para no tropezar, se levantó pasando la mano por encima del mantel lleno de agujeros por las polillas haciendo que la tetera, platos, tazas, explotaran. Sin embargo, la taza que ella quiso sostener, aún permanecía echando humo a pesar de estar rota. Frente a frente al jarrón acercó su rostro como si el olor de la humedad fuera un agradable perfume.

-¿Tienes miedo de entrar?-dijo una voz lejana que captó la atención de la joven.

-No tengo, pero tampoco deberíamos entrar-dijo otra voz y hubo risas.

Parada frente a la ventana de cristales rosas, la joven vió un grupo de adolescentes.
Volvió a sonreír por la juventud curiosa, sobretodo tras seguirles con la vista ya que pasaron por frente a su ventana. Emocionada de que hubiera visitantes miró hacia la puerta.
En la sala de música el violín volvió a tocar, la joven no quitaba la mirada de la puerta. Acercándose derecha, con el pecho al frente y cabeza en alto, se detuvo a buscar la llave. Buscó con la vista sobre los pequeños estantes a ambos lados, nada. Convencida que no iba a estar cerrada hizo el intentar de posar su mano en la manija llena de polvo. Solo quedó la zona de los dedos limpia. Una vez afuera recorrió el pasillo siguiendo al violín. Nunca había salido, más, el corredor solo contaba con faros en las paredes y macetas llenas de plantas. El sol alumbraba sus pasos en la oscuridad, o eso creyó. Gritos la aterraron, la hicieron quedarse quieta mirando a ambos lados. Asustada, se sentó en el suelo polvoriento soltando lágrimas negras, aunque su llanto no se oía. El violín volvió a tocar, era como si quisiera que su música calmara el llanto de la pobre muchacha. Funcionó hasta cierto momento donde aquellos espantosos gritos volvieron. Poniendo valor en su actitud, caminó a paso lento hasta la sala del cartel caído. No tuvo necesidad de abrir la puerta, quién emitía los gritos pudo echarse para atrás antes que el terminara como sus amigos. Solo un abusador se aprovecha de las debilidades de los demás para hacerse valer resultado ser el más cobarde. Alguien con alma ingenua como la joven quién había escuchado ese violín toda su vida, miró al chico con ojos desilusionados. Gota a gota, el violín goteaba su carmesí voluntad. Eso la entristeció, jamás creyó que alguien tocara para ella, pero si creyó que era una música perfecta para bailar un vals.
Un paso a la vez, siendo cuidadosa de no pisar algo individuo como las pequeñas perlas blancas que a veces salían de debajo del montón de carne. Con vista al techo pudo ver que los cubos de piedra faltantes, eran los que yacían al lado de los montículos. Encima del violín cayó lo que no debió de haber caído, la representación del cuadro. Sin poder demostrar algo que no fuera su asombro, volteó a las puertas, dos perlas blancas rodaron cuando cayó del techo el cubo correspondiente a la base de la cámara.

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