*Continuación de Saela*
Saela acompañó al hombre enmascarado, resultaba ser éste un encargado de su majestad. Para demostrarlo tuvo que mostrarle la carta firmada y sellada con el cuño real.
El camino al principio no le pareció sospechoso, tampoco peligroso; pero una mujer siempre es precavida. Cuando tuvo un momento mostró el paquete, el enmascarado solo asintió con la cabeza.
Saela fue conducida a un lugar apartado del pueblo donde pocas casas estaban a la vista. Siguieron caminando hasta que llegaron a los huertos, y fue allí donde se reveló el misterio. Viniendo por el camino contrario, un hombre con una venda en los ojos acompañado de unos guardias todos luciendo sus armaduras montados en sus potros. Antes de bajarlo le quitaron la venda, era la persona que quería ver. Ojos azules como los suyos la impactaron, su venganza había llegado a su fin. De momento no iba a tomar la vida del hombre, había algunas dudas que quería quitarse del pecho.-¿Eres tú el muchacho que quería verme?-dijo aquel personaje sin bajarse del caballo.
-Lo soy-tragó en seco, debía de mantener la calma.
-¿Cómo te llamas?
-Sael.
-Ven conmigo-aquel hombre se volteó hacia el enmascarado-Yo me haré cargo.
Montada en un caballo que un guardia le prestó, acompañó al hombre de ojos azules a los cuales le vendaron los ojos. A ella no se lo hicieron, eso fue raro, aunque lo agradeció. Hubo un momento del largo camino cuya vista no dejó de ser campo, que Saela pudo visualizar una casa. Insegura de aquel lugar, no dijo nada, pero algo la puso en alerta.
"No bajes la guardia", se dijo a si misma.
La casa era bonita, una construcción muy típica de la época. A la legua se veía que los cuartos eran inmensos, que el portal era menor que el recibidor, los jardines ocupaban casi todo el pastizal, y si las tierras eran de él; entonces ya sabía que título ocupaba ese hombre. No era cualquiera, por el momento su espada no iba a salir de la funda.
-Sael, bienvenido-le dijo el hombre cuando le quitaron la venda-Por favor, pasa.
Bajándose del caballo entró después de aquel hombre. Los guardias se marcharon, y él solo se quitó la venda. Por dentro lo normal de una casa de un noble o un burgués, todo lleno de lujos. Siguió sus pasos hasta un comedor, la mesa era el doble de largo que ella.
-Por favor toma asiento, mandaré a pedir algo de comer y beber.
-No es necesario.
-Si lo es, has hecho un largo viaje. Debes de estar hambriento. Incluso pediré que preparen una habitación para que puedas descansar.
Toda la atención Saela la veía como una cortina, no confiaba en aquel sujeto. Sola, sentada en aquel comedor lleno de cuadros visualizó algo en la pared que le causó extrañeza.
¿Fueron imaginaciones suyas o los ojos de la mujer del retrato se movieron?
Sin levantarse, miró a otro sitio y volvió a mirar al cuadro. Sin dudar, había alguien detrás de ese cuadro. Una sirvienta quizás, no era asunto suyo. Hablando de sirvientas, una joven muchacha entró al comedor con una bandeja. Dejando delante de ella un vaso y un juego de cubiertos, se retiró por donde vino. Otra sirvienta le sirvió el agua y otra le trajo la comida.
¿Comería sola?
Miraba la comida con desconfianza, pero iba a ser paciente. El hombre de ojos azules volvió a presentarse en el comedor con una ropa diferente. Olvidaba que los nobles tenían esas costumbres.
-¿No es de tu agrado?
-Esperaba por usted.
-Disculpe la demora. ¿Por qué quería verme?
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Cuentos Para Dormir
Short StoryVariedades de cuentos cortos y relatos para el gusto del lector. Muchos incluso pueden considerarlo como novelitas cortas.