Esa noche alrededor de la fogata, Natalie seguía despierta. Pensando en las palabras de Lance miró su báculo y alejada del grupo creó un pequeño hechizo. No perdió la habilidad, más, sentía el cansancio y eso que no era un conjuro de gran nivel. Halló la diferencia entre al antes de reencontrarse con los hermanos, al tiempo que llevaba sin usarlo. Tuvo que darle la razón, más, su orgullo y el que la haya secuestrado no iba a dársela. El recuerdo de verse adentro de una celda con el fin de ser almacenada para salvar a la humanidad era algo que le coloreaban las mejillas de rojo. Es cierto que Lance no le hizo nada, pero recordaba las veces que entró a verla y en el forcejeo terminaba debajo de él ya fuera en la cama o en el suelo. Había ocasiones en las que solo era arrinconada a la pared con ambas manos al lado de su cabeza o con ambos brazos detrás de su espalda mientras era llenada de besos.
–Natalie–la voz de Romeo la sacó de sus pensamientos– ¿Qué haces a estas horas despiertas?
–Practicando. Estaremos en tierras de fuego dentro de muy poco, mis conjuros de aguas serán efectivos.
–No tienes nada de qué preocuparte–Romeo colocó su mano encima de la mano con que Natalie sostenía el báculo–Te protegeré pase lo que pase. No tienes que pelear si no quieres.
–Es que quiero–fue sincera al decir aquellas palabras–Quiero ayudarlos.
–No debería de meterme, pero he visto cómo te trata el pelirrojo.
–Qué vergüenza que hayas tenido que presenciar su mal carácter y su forma tan linda de expresar su compañerismo–Natalie habló con ironía sintiéndose pésima por esas ocasiones.
–Quiero proponerte algo. ¿Quieres venir conmigo? –Romeo continuo antes de que Natalie dijera algo–Eres talentosa. Aparte de la magia se te da bien hacer otras cosas que mi hermano y yo necesitamos. ¿Quieres unirte a nuestro grupo?
–Romeo, yo…
–No tienes que responder ahora–Romeo le levantó la cabeza por el mentón–Solo piénsalo. Hasta mañana, Natalie.
Antes de irse, Romeo le dio un pequeño beso en la mejilla a su amiga. Toda chica se emocionaría por un beso de alguien guapo, pero Natalie invocó un poco de agua limpiándose la zona besada. Suspiró cansada mientras se sentaba al pie de un árbol.
“Se estaba tardando mucho, creí que me había superado”, pensó la maga quitándose los listones de su cabellera.
Un ruido la hizo ponerse en guardia, por suerte era Lance con un ciervo y algunas liebres para el desayuno. Ver a la maga con ese estilo a pesar de estar vestida con su vestido rojo y las botas que le hacían juego, simplemente le pareció sexy. Natalie al ver de quién se trataba volvió a sentarse esperando que se fuera y volviera a estar sola. Lance complació sus deseos internos, pero tras unos minutos, regresó con su arma Bláster Umbrío disparando a la nada creando el hechizo de la antimateria. Un pequeño vórtice apareció, pero con la misma desapareció.
–Aún le falta potencial–dijo Lance como si analizara su arma– ¿Cómo logras crear tú el hechizo?
– ¿Hablas de Púlsar o Esfera Oscura?
–Las dos.
–Es cuestión de práctica.
No fue la respuesta que esperaba Lance, pero conocía a esa pelirroja. Jugando a la práctica disparó varias veces, pero no iba a conseguir manejarla en una noche. Cansado de cargar con un arma tan grande, se sentó en un árbol con una buena distancia entre ellos. Todo gesto que hiciera Lance en medio de ese silencio, a Natalie le parecía sospechoso. Por su mente ya había pasado el pensamiento de que escuchó la conversación y quiere hacerse el bueno para demostrar que Romeo estaba equivocado. Suspiró, tampoco iba a formar un escándalo simplemente porque Lance escogió, entre todo el bosque, aquel claro para practicar y limpiar su arma.
–Mi turno de guardia ha terminado–dijo Natalie buscando una justificación para irse.
–Piensa en Matt si quieres irte del grupo.
– ¿De qué hablas? –Natalie se hizo la tonta con tal de no darle el gusto.
–Cuando estabas en mi prisión eras mucho más rebelde.
Aquellas palabras pronunciadas por Lance hicieron que Natalie sacara su báculo creando una esfera oscura. Los buenos reflejos de Lance le ayudaron a salir ileso, aunque si le hizo algunas quemaduras. No era normal que combatieran entre los dos, pero aquello les traía recuerdos. Muchos intentos de Lance por querer dominar a Natalie fracasaron por su buen uso de la magia.
– ¿No vas a atacar?–Natalie lo provocó preparando otra esfera.
–No pienso contenerme.
El golpe de los conjuros dando contra el suelo o contra los árboles despertó al grupo que se preocuparon al ver que faltaban integrantes. Siguiendo los ruidos encontraron a dos pelirrojos lanzándose conjuros resolviendo rivalidades que solo ellos entendían. Tanto Ana como Matt se miraron con cansancio, ya sabían qué papel le tocaba a cada uno. Rodeando el campo de batalla, Matt despertó a Lance de su hipnosis con un buen golpe al invocar su espada Puerta del Cielo. El exnazi lo miró de mala manera, pero fue arrollado por el conjuro de su contrincante. Natalie se reía a carcajadas que su conjuro Onda Arcoíris le hubiese colorado por completo. Aquello también le traía recuerdos, no obstante, al ver que Ana le quitó el báculo de las manos, puso carita tierna.
–Ustedes dos son un peligro. ¿Qué hacen peleando en medio de la noche? –Ana los interrogaba a los dos sin excepciones.
–Entrenar–pudieron haber dicho la verdad, más, a veces se ponían de acuerdo.
–Perdona si los molestamos–Natalie miró arrepentida a sus amigos–Por hoy terminamos el entrenamiento, ¿todo bien, Lance?
–De no conocer que este conjuro se desase con agua te obligaría a quitármelo. Voy a ir al río a lavarme.
–Si quieres puedo ayudarte con eso–Natalie con maldad invocaba algunas góticas de agua.
–No gracias, puedo hacerlo yo.
De vuelta al campamento, Ana intercambió miradas con su amiga que sentía un peso menos sobre los hombros. Codeándole de forma amistosa la veía soltar una risita ante el pasaje anterior. Contagiando a la niña naturaleza, dejaron con intriga a los chicos que veían dos chicas reírse sin disimulo, aunque esas carcajadas aumentaron cuando Natalie afirmó algo que solo Ana comprendió. Ésta negó sus pensamientos más recuperada de tanta risa, Natalie respiraba despacio calmando su agitación, no obstante, las sonrisas de ambas eran mucho más valiosas.
Aun siendo altas horas de la noche donde una parte del grupo yacía dormida, dos chicas conversaban vigilando que nadie las escuchara, sobretodo el pelirrojo que aún no regresaba de su baño. Natalie le contó entre susurros a Ana lo real sucedido, y a pesar de Ana quedarse con la boca abierta por aquella clara declaración, tuvo una fuerte duda que de no haber sido por el ruido de los arbustos, le hubiera preguntado a su amiga si iba a aceptar la oferta.
“Natalie no se irá, ella no abandona a sus amigos”, pensó Ana cerrando sus ojos para disfrutar del sueño restante.
A la mañana siguiente, Natalie se despertó viéndose sola en todo el campamento. Las mantas de sus amigos estaban vacías, ni siquiera se encontraban sus armas o equipamiento. Preocupada por aquel raro suceso, buscó pistas sin alejarse mucho. Llamó a cada uno sin recibir respuesta. No quiso pensar en lo peor, pero tampoco se atrevía a alejarse por si regresaban. Con el mismo conjuro del arcoíris lanzó una señal al cielo por si lograban verla.
Sentada a orilla de la leña quemada, esperó a una respuesta. Tarde, pero pasos fuertes la alegraron, y a su vez la pusieron en alerta por si no era ninguno. Preparada para atacar, bajó su báculo al ver el chico pelirrojo que salía de entre los árboles. No era el mejor, pero al menos se alegraba que hubiese alguien conocido.
– ¿Has visto al resto del grupo? –Natalie obvio las preguntas tontas hiendo directo al grano.
–Se levantaron y se fueron…
–Ana y Matt no nos dejarían tirados–Natalie interrumpió al exnazi sorprendida de escuchar aquello– ¿Fueron de caza? –optó por preguntar por si era la continuación.
– ¿Conoces a los Sanvalentines?
–Son una tribu aparentemente inofensiva que se dedica a brindar confianza a los corazones débiles.
–Corrijo, secuestrar a los de corazones débiles.
– ¿Y no los detuviste?–Natalie ante de debatir los conocimientos volvió a ser directa.
– ¿Y quién te protege?
Esa pregunta de Lance fue tan directa como su mirada. Natalie cruzó sus brazos fingiendo molestia por haberse preocupado por ella en lugar de rescatar a sus amigos. La realidad era otra, pero no era momento para eso.
–Matt me pidió que te protegiera. Dijo que él y Ana iban a estar bien–Lance aprovechó que no fue interrumpido para terminar de explicar los sucesos anteriores–Parece que tienen esperanza de encontrarse a Sin Patas más adelante y al ser todos gatos pedirle que los liberen.
–Dentro de tu castillo debes de tener libros que indiquen como llegar a la aldea de esa tribu. ¿Alguna vez te dedicaste a estudiar?
Por la superioridad con la que hablaba Natalie, Lance supo que ambos conocían el camino, pero se preguntaba si estaba dispuesta a tomar ciertos riesgos. Desde que descubrió al enemigo estuvo pensando acerca de porqué el acercamiento de Romeo hacia la maga lo ponía de los nervios, incluso pensaba en todas las veces que pelearon adentro de la celda. Sus ojos se fijaron en su cuello, aquel vestido era demasiado provocativo y no cubría las clavículas. Trago en seco, hubo un momento donde pudo besar esa piel bien cuidada, pero ahí estaba el problema, Lance no comprendía porqué quería volver a besarla. Irritado por sus propios pensamientos, tomó a Natalie de la mano pillándola de sorpresa. Otra vez esa sensación, pero el deseo era diferente. Lance deseaba querer entrelazar sus dedos, incluso si subía la mirada, sus ojos se detenían en un punto que la celda no logró, pero no negaba que era muy tentador.
–El método para que no nos secuestren es darle lo que quieren, o mejor dicho, lo que quieren ver.
–Me niego.
–Tampoco estoy de acuerdo con eso, pero no tenemos otra opción.
– ¿Dirás que Ana y Matt son tus amigos para convencerme?
–En el ejército no abandonamos a ningún soldado apenas haya caído en combate.
–Yo también quiero rescatarlos, pero tú y yo no nos llevamos bien. ¿Nos podremos poner de acuerdo para fingir?
–Como todo buen líder estoy dispuesto a dejar de lado nuestras indiferencias y cooperar.
Ante la bandera blanca que Lance alzaba desde su torre llena de orgullo, Natalie no tuvo más remedio que ser una chica madura y hacer lo mismo. Independientemente de la preocupación por sus amigos, ponerse de acuerdo le recordó a ambos las veces que lucharon juntos por tener un mismo poder en común. Ninguno de los dos estaba seguro si iba a funcionar, pero al menos aquel agarre terminó siendo un deseo cumplido. Las parejas caminan con los dedos entrelazados.
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Cuentos Para Dormir
Short StoryVariedades de cuentos cortos y relatos para el gusto del lector. Muchos incluso pueden considerarlo como novelitas cortas.