CAPRICORNIUS

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He visto muchas cosas desde que empecé en la pequeña unidad de apoyo "Green Start", pero jamás vi a ningún soldado aferrarse al silencio, aun sabiendo que aquello le perjudicaría. Más, estoy orgulloso de ella. Como un simple Jefe de Operación puedo decir que el gran misterio del fenómeno "Las veinte estrellas", esta chica lo resolvió gracias a su imprudencia. Ya era de noche, pero desde que las veinte estrellas brillan con más fuerzas parece que el día no ha acabado. Mi habitación queda frente al soldado Dyesyat. No tiene otro nombre que nombre que su número de cifra, aunque yo estoy en contra de que los robots nos acompañen. Es cierto que salvan vidas por su resistencia, pero Dyesyat no es buena en nada. Allí está de nuevo, con la mirada en el cielo y sin medir las consecuencias. A esta hora todos los robots recargan sus baterías, ella debería hacer lo mismo.

¿Qué pretende?

Salté por la ventana y debajo de la suya vi como conectaba un cable al collar de su cuello. Regresé a mi cuarto, no quiero regaños de la guardia nocturna, sin embargo, ya no había electricidad. Los gritos me hicieron reír, casi ni pude contener la risa. Mañana le saldrá caro este apagón.
Con una vela llegué al comedor donde todos recibían el sermón por su culpa. Es egoísta, su computadora no piensa en sus compañeros. Me senté a esperar que pudiéramos irnos de nuevo a la cama, el sueño empezaba a ganarme.

-Deneb Algedi-dijo en voz alta-Ese es su nombre.

- ¿El nombre de quién?

Ya está perdida, al cuartelero no le gusta ser interrumpido. Tendré que dar la cara por ella, aunque estoy acostumbrado a salvar a estos jóvenes de sus travesuras. Iba a levantarme, pero lo siguiente me extrañó.

-Es el nombre de una persona. Perdone la interrupción.

¿El nombre de una persona?

¿De dónde sacó esa idea?

En mis estudios encontré archivos sobre máquinas que recibían ondas desde otros lugares. Estamos en pleno campo, por eso concluí que alguien quería tratar de saber nuestra ubicación. Mi auto misión de vigilarla empezaba esa noche. No conozco mucho acerca de Dyesyat, pero si me baso en lo que hace no creo que haya sido programada para algo que no fuera la guerra. Al principio de venir a nuestro campamento, los jefes decían que era "la carta bajo la manga". Confirmé que esa cabecita de hierro solo almacenaba conocimiento de armas y primeros auxilios con encuestas. En medio de los entrenamientos les preguntaba cosas básicas a los soldados. Era un ejercicio para no perder la concentración. La observé mientras callaba sobre quién originó el apagón. Están tan enfermos con la guerra que piensan únicamente en el enemigo. Dyesyat cada día parecía más interesada en el cielo, pero un gesto rutinario fue verla hablar como si conversara con alguien más. Eso es preocupante, no puedes llamar a una máquina loca.
La delaté y como castigo cubría a la guardia nocturna. Desde la ventana del salón de reuniones la veía no hacer su trabajo. Se quedaba en un punto cuando debía de recorrer unos treinta metros por lo menos. Verla de espalda me recuerda a mi compañera Verónica. Si estuviera aquí podría saber porque actúa tan raro. No está muerta, desapareció hace unos meses en una misión. Como no tengo mucho trabajo me acerqué con un cigarrillo en la mano, fumar es un hábito para desesterarse.

-No puedes seguir mandándome nombres que no entendiendo cada noche. Hasta ahora tengo Nashira, Castra, Marakk, Dorsum, Armus y Baten Algiedi. ¿Qué me quieres decir con estos nombres? Alshat. Ese es el nuevo nombre que me dices hoy. ¿No puedes ser más explícito Algedi?

Miraba las estrellas con tristeza, pero que mencionara esos nombres me dio otra idea. Siete noches desde la primera y con este nuevo son ocho. Llamó mi atención el nombre de Armus, era el nombre de la primera inteligencia artificial que Verónica fabricó. No sé porque pensé que podría tratarse de ella buscando una manera de decirnos donde está.

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