*Continuación de FLORECIENDO*
En aquella sala una chica con un pasado oscuro y un chico que empezaba a descubrir luces en la oscuridad, se miraban a una corta distancia. El tacto de las manos de Tailan sobre el rostro de Saela, le ocasionaban millones de mariposas en su estómago. Haber escuchado un "Quizás" de los labios de Tailan, le provocaban a Saela un inquietante ritmo cardíaco, pero esa sensación de querer confiar se agrandó. Siendo de los dos la más sobria, le propuso a Tailan un duelo. El chico comprendiendo el juego, aceptó. En el jardín con el cuerpo algo tembloroso se burlaban de lo ebrio que estaban. Sin tomarse el combate en serio, a veces reían cuando las espadas se les caían de sus manos. Sin armas, se enfrentaban a un pequeño duelo cuerpo a cuerpo. Tailan sorprendió a Saela cuando saltó encima de ella empujándola por los hombros.
-¿Creíste que me ibas a vencer dos veces?-le dijo entre risas.
Siendo retada, lo sostuvo por la camisa volteándolo con fuerza a un costado. Tailan no dejó que obtuviera la victoria, por lo que siguieron rodando hasta unos arbustos donde a la ganadora se le rompió el vestido por la posición. Tailan ante el sonido de la tela rompiéndose miró las largas y delgadas piernas que sostenían el cuerpo que estaba sentado sobre él. Desde esa altura los dos no dijeron nada, pero cuando Saela fue a levantarse, Tailan la detuvo.
-Tailan...
-¿Yo te gusto Saela?
Sin poder dar una respuesta clara sobre eso, Tailan se aprovechó de la inocencia que el vino en su sangre le sacaba. Sentándose impidiendo que ella se levantara, sucumbió al impulso de querer besarla. Fue Saela quién le detuvo sin estar lista para volver a creer en el amor.
¿Y alguna vez nos preparamos para eso?
Tailan no se rindió, ya que la diferencia entre un hombre y una mujer; es que cuando uno rechaza algo, el otro siempre verá una oportunidad. Lo nunca creído, ni siquiera imaginado. Saela no podía hablar al tener los labios de Tailan besándola. Muerta de miedo ante ese beso, sintió las manos masculinas entrelazar sus dedos con los suyos. Cuando menos lo espero, su propio corazón dio permiso a que aquello que Tailan sentía, fuese lo que la llevase a sucumbir al pecado. Besarse en el jardín bajo las estrellas, para las almas que desconocían como fue que terminando interesándose una por otra, era la interrogante más grande en sus vidas. Despacio, algo romántico para no empeorar lo que empezó en un campo infértil. Puede que en sus mentes se dieran las respuestas que antes sabían, pero se negaron porque el amor es así; niega lo correcto. Saela se sentía diferente, con inmesas ganas de llorar por ese beso que le robaba el alma y la llenaba de calor. Tailan por su parte la besaba con ferocidad, sus labios eran la única parte de su cuerpo por descubrir. Estrechándola entre sus brazos mientras el beso continuaba sentía que aquella vida dormida, despertaba lentamente.
Separándose un momento, se vieron con rareza. Por mucho que le gustaran las caricias de Tailan, Saela decidió romper con toda magia. De pie no muy lejos de él, deseaba que parara el nerviosismo que coloreaba sus mejillas.-Disculpa. No pretendía que esto pasara-Tailan no pudo mirarla a la cara.
-Fue culpa del vino-dijo Saela dándole la cara-No te pregunté si te gustaba para que te vieras entre la espada y la pared. Lo hice para saber si seguía siendo atractiva ante los ojos de los hombres-mintió, la razón era la primera negación.
-Si no fueses atractiva, no me hubiera dejado llevar por tu encanto.
-Tu estas comprometido.
-Es cierto, pero...es lo que te dije en la sala. El chico que te conozca sabrá que tiene a su lado una belleza peligrosa.
-De lo único que compadezco a tu prometida es de tener que aguantar lo incistente que eres.
-Es mi mejor cualidad. También se me da bien hacer esto-Tailan sostuvo la mano de Saela depositando un beso en ella-No debo de decir esto, pero...-hizo una pausa-Me gustó nuestro beso. Buenas noches Saela.
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Cuentos Para Dormir
Short StoryVariedades de cuentos cortos y relatos para el gusto del lector. Muchos incluso pueden considerarlo como novelitas cortas.