- ¿Le llamas familia el echar a tu hijo del país simplemente porque no toleras que te desobedezca? Sí, que linda familia tienes -murmuró Gwen y me miró a mí-. Hola Dem.
Erik se giró hacia donde se supone que yo estaba, podía ver la confusión en su rostro, pero solo se quedó ahí parada.
- No te estoy pidiendo que decidas Christian... te estoy pidiendo que me demuestres que aún puedes ser un buen padre. Erik es tú hijo... es él por quién debes de ver -Gwen entonces pasó frente a mí y después de sonreírme y empujar a Christian se fue hacia la entrada.
- ¡Tengo mis razones por haberlo enviado a Nueva York! -gritó fuertemente, y Gwen salió de la casa con un portazo detrás acompañándola. Esto parecía la guerra, y me aterraba saber que apenas comenzaba. Las mangas de la camisa de Christian estaban dobladas, y podía ver como su pecho subía y bajaba. Pasó su mano por el cabello y se giró hacia las escaleras-. ¡Erik Walker! -gritó nuevamente y cuando comenzó a caminar hacia las escaleras, escuché la voz de mamá.
-Christian -dijo dura, fría-. No te desquites con Erik -la miré, y ella lo hizo también. En sus ojos podía notar la decepción.
- ¡Tú no lo entiendes! -le gritó, en su rostro se dejaba delatar la desesperación que tenía acumulada-. ¡Nadie lo entiende!
- ¿Qué no entendemos, papá? -preguntó Erik ahora un poco más tenso-. ¿No entendemos que no podías educarnos solos? Eso lo comprendimos con el tiempo. No queremos que nos envíes a las mejores escuelas, ni siquiera te pedimos una mamá nueva -mamá entonces dio un paso hacia atrás-. Lesley, ha sido una persona adorable. Nos ha cuidado, pero tú nos forzaste. Tomaste una decisión por todos nosotros, y ni siquiera nos preguntaste. Así como me echaste a mí también... de todas las personas a las que tendrías que haber alejado, decidiste echarme a mí.
-Eso es por tu actitud. Todo esto no es culpa mía, nunca lo ha sido. No sé qué fue lo que te pasó, pero yo no recuerdo a mi hijo así. Ni siquiera recuerdo el día en el que no estuviste de acuerdo en irte en Nueva York. Lo hice por tu bien, Adrien. Tienes que empezar a hacer tu vida, y sabes a lo que me refiero. Basta de actuar como un marica, ¡ponte los pantalones y deja de actuar como si no quisieras irte! -tragué y tragué saliva. Estaba en medio. Todo estaba saliendo a la luz, y la verdad no me estaba gustando-. Querías una disquera, ¡la tienes! ¡¿Qué más quieres?! ¡¿Qué te de leche en una mamila?!
-Ya basta -susurré cuando me armé de valor para hacerlo. Christian se quedó en silencio, pero después sonrió-. No es justo lo que estás haciendo.
- ¡Bien! -murmuró Erik ahora furioso, podía ver cómo se le saltaban las venas del cuello-. ¡Yo no quiero ni una puta gota de misericordia de ti! -gritó y supe que esto realmente terminaría mal. Mamá se acercó a mí y me alejó de ambos tirando de mis manos-. ¡Yo no quiero nada! ¡Jamás hiciste nada por mí! Pagaste por estudios que yo no quería y sin embargo terminé para tener tu estúpida aprobación. Terminé por que querías que tuviera un estúpido papel universitario y sabes qué... ¿de qué me sirve si jamás obtendré nada que valga la pena de ti? ¿Crees que quiero dinero? ¿Crees que quiero un empleo? ¡Lo único que quería era a mi padre! ¡Porque era lo único que me quedaba! ¡Si no me he largado completamente de tu vida es porque tengo hermanos!
- Será mejor que nos vayamos... -murmuró mamá alejando mi mente de la discusión.
- Yo desapareceré de tu vida, papá. Pero no arruines la de mis hermanos. Por una maldita vez en tu vida escucha lo que ellos te quieren decir.
- Todo ha sido culpa tuya -murmuró Christian- si no te hubieras enamorado de Dem nada de esto hubiera pasado.
- Discúlpame por tener un corazón y por ser un mortal -dijo Erik irónico-. Me largaré esta vez, y no volveré jamás.
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Who's lovin' you? (Minna y Bere)
Teen FictionPor esas veces en las que amaste profundamente y no te arrepientes de nada.