Un hombre de mediana edad se acercó a mí y me sonrió amablemente-. ¿Qué te sirvo? -preguntó mientras limpiaba una copa.
-¿Qué es lo que tienes? -le sonreí de lado y el chico me sonrió algo confundido-. Y... del uno al diez, ¿qué tan bien sabe una piña colada? No las he probado nunca y me carcome la duda.
- Pues, si las hago yo... desastrosas, si Adrián -señaló al causante de esta tortura con su pulgar- las hace... supongo que bien.
-Bueno... creo que está bien. ¿Quién es Adrián? -fingí buscarlo con la mirada y el sínico sacudió su mano de un lado a otro con una sonrisa mientras caminaba hacia nosotros. El chico se acercó hacia él y traté de escuchar lo que decían.
-La chica quiere una piña colada -Adrián levantó sus cejas y por un momento me desconecté de lo que estaba ocurriendo. Quería saber cómo estaba todo en el hotel. Quería imaginar que no estaban buscándome.
- Será un placer -murmuró Adrián mientras comenzaba a buscar los ingredientes.
- Dice que es la primera vez que va a tomar una así que...
- Esta corre por la casa -murmuró Adrián y el otro chico, que en su camisa decía llamarse Carlos, me sonrió para luego retirarse.
Lo había hecho, lo había logrado. Luego, busqué en mis bolsillos para tener a la mano algún billete y así entregárselo para su dichosa cerveza. No tenía planeado verlo nuevamente, así que estaba bien. Yo tenía que regresar a mi habitación y lidiar con lo que se avecinaba. El cielo se comenzaba a notar algo anaranjado y en cuanto menos me lo esperé, aquella bebida ya estaba frente a mí.-¿Eres algún especie de brujo o algo así?
- Yo diría un chamán -se encogió de hombros y se movió solo para conseguir una camisa y ponérsela- prueba.
Y fue lo que hice. Di un sorbo y podría jurar... que era la mejor piña colada que había probado en todos mis 20 años. Odiaría decirlo, pero tengo que reconocer que este tipo hace bien su trabajo. En su rostro podía notar que él sabía lo que yo pensaba, porque mi sonrisa de satisfacción no podía engañar a nadie. Pero los nervios volvieron cuando mi teléfono comenzó a sonar, y al ver que era Erik, estaba segura que sentí nauseas por todos los nervios acumulados que tuve de un momento a otro. Tragué saliva y me levanté del asiento, oprimiendo el botón verde para contestar y recibir cualquier noticia.-¿Hola? -susurré a medias con el corazón en la garganta.
- Hey... oye, ¿estás en tu habitación? Te he llamado y también te he ido a buscar pero... no estoy seguro, ¿dónde estás? ¿Estás bien? -sonaba preocupado.
-No, lo siento... estoy afuera, voy para allá. ¿Dónde estás tú?
- Eh, estoy en la entrada del hotel... ¿en dónde te encuentras? Puedo encontrarte... creo.
-Quédate ahí, llegaré en un minuto -colgué y saqué aquel billete rápidamente, dejándolo en la barra del lugar. No me despedí, simplemente me retiré. Salí corriendo de ahí para evitar cualquier pregunta que pudiera retrasarme y llegué a la entrada del hotel. Erik se encontraba sentado en la estancia con sus brazos extendidos por en el respaldo del sofá. No sonreía, no podía ver sus ojos debido a las gafas que llevaba pero sabía que sea lo que sea que me dijera sobre Jess, no sería bueno. Me senté a su lado y giró su rostro en dirección a mí.
-¿Estás bien...? -me atreví a preguntarle y coloqué mi mano sobre la suya, la cual se encontraba en su pierna.
- Sí -respondió y noté la preocupación en tu rostro- ¿Dónde estabas? Me asustaste.
-Salí a caminar y estaba tomando algo en una cabaña que hay cerca de donde estaba. Lamento no avisarte, pero Scott me dijo...
- ¿Que hablaba con Jess? -apreté los labios-. Está bien, ¿quieres salir de aquí? Necesito respirar.Me levanté y él sacó su bastón. Tomé su brazo y ambos salimos del hotel. Lo llevaba hacia la playa, quizá ahí sea un buen lugar para que él pueda sentirse agusto. Se encontraba serio y sabía que algo ocurría, pero tal vez yo aún no estaba lista para escuchar lo que habían discutido, porque sé que eso me involucra a mí.
-Erik -giró su rostro hacia mí y humedecí mis labios nerviosa-. ¿Todo está bien... respecto a nosotros?
- Si te refieres a lo que Jess sabe y lo que la abuela sabe... sí -respondió- aunque me preocupa un poco, no quiero pensar en eso. Estoy contigo, solo, en un lugar en el que nadie nos conoce. ¿Podemos solo dejar de preocuparnos por eso?
-Sí... creo que sí -le sonreí y apreté un poco más su brazo. Noté dos camillas desocupadas y lo llevé hasta ahí. El cielo se encontraba un poco más oscuro. En cualquier momento el sol se ocultaría de una vez por todas. Erik se sentó y lo imité. Esto se sentía diferente, no sentía la misma presión que hace rato al venir sola.
- Bien, ¿y qué hiciste aquí? Solo, viniste a conocer... las playas más románticas, sola -tomó mi mano y la besó.
-En realidad conocí a un tipo de cabello castaño que trabaja en una cabaña. Salí a pensar... ya que no tengo cerca mi ventana... -soltó una risita y le sonreí-. Entonces, salió de la nada sugiriéndome que debería de ponerme bloqueador si es que no quería terminar como un camarón. Fui a tomar algo y entonces sonó mi teléfono, corrí hacia dónde estabas y de nuevo estoy aquí... ¡ta-da!
- ¿Así que conociste a un chico? -preguntó-. Que romántico y amable de su parte -murmuró riendo-. ¿Entonces te interrumpí?
-Sí, ¿por qué lo hiciste?
- Lo siento, si quieres puedes dejarme aquí e ir con tu amigo -murmuró recostándose y suspirando-. Ah... paz y tranquilidad.
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Who's lovin' you? (Minna y Bere)
Teen FictionPor esas veces en las que amaste profundamente y no te arrepientes de nada.