Capítulo 35

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-Yo tampoco, Adrián. Diría que extraño mi casa... pero no lo hago. Y suena horrible, pero es la verdad. Siempre me ha gustado más estar sola -me encogí de hombros y una señorita se acercó para dejarnos el menú. Entonces, cuando lo abrí él bajó mi menú y lo miré dudosa.
- ¿Por qué estás aquí? -preguntó mirándome fijamente y yo tragué saliva-. Por una sola vez, sé honesta conmigo.
-Vas a enfadarte -le dije y noté como apretó su mandíbula-. Soy honesta contigo cuando te digo que vas a enfadarte.
- Entonces di la verdad, ¿por qué estás aquí? -preguntó de nuevo.
-Vine a buscarlo -le contesté y apenas lo dije, frunció el ceño. No me contestó, solo tomó el menú y empezó a verlo-. Adrián.
- Dem -dijo alzando una ceja y mirándome fijamente-. Dime solo una maldita razón por la que no debo molestarme porque vienes a buscar a tu hermanastro que resulta ser tu novio...
-Adrián -me enderecé en mi asiento y él parecía que quería decirme más cosas-. Estoy consciente de que quizá no lo encuentre jamás... -susurré, mirándolo a los ojos segura de lo que estaba diciéndole-. No quería decírtelo, ¿sabes por qué? Porque lo ven como si fuera la peor cosa del mundo, y no tenemos la culpa de ello. No puedo obligarme a no quererlo.
- No es eso lo que me molesta Dem -dijo él mirándome fijamente- no es esa razón la que busco que me des, quiero que me digas que él también está haciendo algo para estar contigo, así como tú... que te arriesgas y vuelas por kilómetros solo para buscarlo y tener un instante a solas con él otra vez.

Y me quedé en silencio, porque sabía la respuesta. Sabía que él no estaba haciendo nada por buscarme y sabía que no había hecho nada por hablar conmigo desde que se fue. Y, tan solo pensarlo me dolió. Me recargué en mi asiento y me crucé de brazos, pensando en lo que había dicho. Mis ojos se estaban nublando y apretaba fuertemente mi mandíbula para evitar llorar frente a él, pero en serio dolía. 

-No -susurré.
- Genial -murmuró él y apreté los labios tratando de ocultar todas las emociones que corrían por mi pecho. Él se inclinó sobre la mesa y puso su mano en mi mejilla, alzó mi rostro y me hizo media sonrisa-. Porque yo pienso hacer que ese cabrón se arrepienta de haberte dejado así -sonrió-. Lo encontraremos, y cuando sepas que estás aquí... va a llorar.

Una lágrima calló, pero la quité al instante. Entonces comencé a reír nerviosa y volví al menú. Ahora mi estado de ánimo había cambiado y me sorprendía el poder que Erik tenía en mis emociones. 

...

Llegamos a casa y él estaba mirándome fijamente. Negó con la cabeza y me abrazó fuertemente-. Venga, duerme un poco... Mañana empieza la misión "Encuentra a Erik" -sonreí y él se alejó un paso hacia atrás. 

-Oye, espera -le indiqué con mi dedo índice que esperara y corrí hacia el comedor para entregarle la caja de su obsequio-. Ten. Muchas gracias por... todo. 

Lo tomó, dio un beso en mi mejilla y se despidió de mí con su mano agitándola de un lado a otro. Cerré la puerta y me sentía sola. Ahora sí que no tenía a nadie... solo a Adrián, pero no podría venir todos los días, obviamente. Tomé mi teléfono y mandé un mensaje de texto a mamá, avisándole que había llegado bien y que mañana hablaría con ella por teléfono, ya que me encontraba cansada. 

Busqué su número entre mis contactos, pero sabía que ese número no era el reciente y que por más que quisiera, su voz no sonaría del otro lado de la línea. Y pensé seriamente en encender mi computadora, pero ahora con todos los proyectos que tenía no sabía si era buena idea. Terminé por comenzar a desempacar mis maletas y a acomodar todo en mis cajoneras. Mi cuarto no era muy grande pero tenía el espacio suficiente para uno. Claro que después de haber venido de una mansión de Chicago y llegar a un pequeño departamento de Nueva York, si hay una gran diferencia. Pero estaba bien para mí, tenía lo necesario y no estaban incomodándome y recordándome cada cinco minutos que estaba haciendo algo mal. El reloj me indicaba que pasaba de la una de la mañana y los pies me estaban matando, así que coloqué mi pijama y me senté en el asiento que está al lado de la ventana. Sería una larga noche. Seguía mirando mi teléfono como si de repente me llamaría y me pediría que vaya a algún lugar para buscarlo. Para decirme que no puede dejar de pensar en nosotros, pero eso no sucedía. Ni sucedería, al menos no pronto. Dejé mi teléfono a un lado y me acurruqué en la cama pensando en todo lo que pasaría en los próximos días y por supuesto, si había sido buena idea el haber venido. Después dejé de pensar tanto, y me quedé realmente dormida. 

Who's lovin' you? (Minna y Bere)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora