Bajé rápidamente las escaleras y cuando llegué, noté que en sus manos había una fotografía donde estaba tomada de la mano con Erik. Miré hacia las escaleras y Jessica estaba cruzada de brazos-. A ver... explícale lo que me explicaste a mí.
-Jessica... -susurré un tanto molesta, no. Muy molesta. Nuevamente volteé hacia donde se encontraba mamá y ella tenía una mano en su cadera. En su rostro podía notar la furia, decepción y confusión. Todos aquellos sentimientos acumulados.
-Deja de ver a Jessica, Demetria. ¿Qué es esto? -preguntó mamá entregándome la fotografía. Ay Dios mío...
-Mamá... yo...
- ¡Es tu hermano! -me gritó-. De todos los hombres con los que pudiste estar, ¿Él?
- ¿Y no te has puesto a pensar el por qué? ¿Por qué él? ¡¿Acaso te ha pasado por la mente?! -cerré mis puños con fuerza y mamá tenía su mandíbula tensa-. ¡No es mi hermano de sangre! Nosotros no tenemos la culpa... ¡simplemente sucedió! ¡¿Por qué es tan difícil aceptarlo?!
- ¡Por que no es posible que suceda y porque él no es mi hijo! -gritó-. ¡Su padre es el que está hablando con él ahora mismo! -me gritó-. ¡Si tan solo tú no le hubieras dado paso a esos sentimientos no estaríamos aquí! ¡¿Qué te falta Demetria?! ¿Por qué siempre quieres destruir todo?
- ¡Mamá ya basta! -le grité al borde de las lágrimas. Lo último que había dicho me había dolido más que cualquier otra cosa. Sus palabras dolían... la mayoría de las veces sus palabras eran las que me hacían llorar hasta quedarme dormida-. ¡Yo no decido a quien quiero y a quién no! ¡Pero a él lo quiero como no tienes idea y si eso es tan difícil de asimilar, entonces no me cansaré de repetirlo!
- ¡Te he dicho que con él no va a pasar nada y si ya ha pasado pues encontraré la forma de separarlos! -murmuró-. Ya no vive aquí y aun así encuentras la forma de verlo, ¿qué si lo enviamos a él lejos?
-Mamá... -susurré acercándome más a ella. Por mis ojos ya caían las lágrimas y tragué saliva-. No... Te... atrevas... a hacerlo... -le dije con mi dedo índice apuntándola-. ¿Quieres verme mal todo el tiempo? ¡¿Eso es lo que quieres?!
- ¡Quiero que obedezcas! -me gritó-. ¡Te di la confianza! ¡Te dejé salir con él! ¿Así me pagas? -preguntó-. ¿Qué si yo lo permito? ¿Crees que Christian lo hará? ¡Ya viste lo que pasó con Jess! -murmuró-. ¿Quieres que Scott y Chris también te odien?
-Solo les diré una cosa... -susurré a unos centímetros de su rostro-. Y en especial a ti -me giré hacia las escaleras y apunté a Jess con mi dedo índice-. No me importará nada de lo que ustedes me digan. No me voy a separar de él... jamás -miré fijamente a mamá y ella tenía ese ceño fruncido que solo veía en los momentos críticos-. Y si tú quieres tratar de separarnos, bien. Pierde tu tiempo -di media vuelta y mamá me tomó por mi brazo bruscamente-. ¡Déjame sola!
- Bien... pero solo una vez te lo voy a decir, a ti no te puedo obligar... -frunció el ceño- pero a él sí.Y justo cuando lo dijo, me paré en seco. La sangre me comenzó a hervir, y por primera vez en toda mi vida... quería dejarla sola. Quería simplemente alejarla de mí.
-¿Dónde está? -le pregunté tratando de tranquilizarme, pero no contestó-. Él. ¿Dónde está él?
- Creo que eso lo sabes mejor tú que yo, ¿no? -dijo dándome la espalda.Suspiré cansada, tomé el dinero que había visto en la mesa y escuchaba sus regaños a mis espaldas, pero salí por la puerta dejando un portazo detrás. Esto era todo, prácticamente me había advertido lo que pasaría entre nosotros. Yo no podría vivir así... no podría si quiera imaginarme tenerlo a miles de kilómetros de mí. Corrí lejos de casa, esperando a que mamá o Jess me persiguieran por detrás, pero sin embargo, ninguna de las dos lo hacía. Tomé el primer taxi que pasó y le indiqué aquella dirección que me sabía de memoria. El camino se hizo tan eterno que era imposible contar los minutos, porque creía que eran horas. El auto se detuvo frente a aquel campus y bajé casi corriendo después de haberle pagado al señor. Las personas me miraban. Quizá se preguntaban qué era lo que hacía una chica con sus mejillas empapadas, nariz roja... ojos lloros, corriendo hacia el ascensor.
Cuando por fin estuve en su piso y llegué a su habitación, la abrí, no me importaba si encontraba a los chicos en un mal momento, yo lo necesitaba a él. Fue entonces cuando me di cuenta de que él no estaba solo. Christian estaba ahí y le gritaba.
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Who's lovin' you? (Minna y Bere)
أدب المراهقينPor esas veces en las que amaste profundamente y no te arrepientes de nada.