Capítulo 33

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Estaba sentada en frente de la clase sintiendo cómo todos me observaban, pude notar cómo el último de los alumnos me veía y al notar que mi experimento funcionaban, todos comenzaban a aplaudir, habían pasado ya 28 semanas desde la última vez que hablé con Erik. 28 semanas en las que yo había comenzado a fallecer. Y supongo que para él todo esto había terminado desde el momento en que se fue, porque ninguna llamada había tenido desde que se fue. Las noches se me hacían... y se hacen largas al pensar en lo que sea que esté haciendo. ¿Cómo estará? Eso es algo que no sabré por el momento, y me destruyo al saberlo. 

-Chesset, ¡escucha eso! -me gritó Alan, un compañero del salón el cual se había vuelto más cercano a mí-. ¡Tú experimento es genial! 
-Lo es -afirmó el profesor y le sonreí. 
- ¿Entonces tengo un cien? -le pregunté encogiéndome de hombros y él asintió, como si dijera: ¿qué más me queda?
- Dem, has estado realmente dormida últimamente -dijo mientras caminábamos hacia las sillas que estaban en la parte de atrás.
- ¿Tú crees? -le contesté a Alan y él asintió-. No sé a qué se deba, quizá mis desvelos... pero no estoy tan segura. 

Y no me contestó, pero tomó mi mochila y la dejó en el suelo junto con la suya. El viento era helado y no sé porque razón nos encontrábamos aquí afuera ahora mismo. 

-Esteh... odio el frío -susurré.
- Has estado muy distante y la verdad es que tengo una... cercana idea de saber por qué -lo miré y él a mí fijamente-. ¿Erik?
Tragué saliva. Porque, precisamente esa era la razón de todo. Lo extrañaba.

-No sé nada de él desde hace seis meses y medio. Comienzo a creer que cambiaron su teléfono y no sabe cómo localizarme... -dejé de verlo por un momento y clavé mi mirada en mis zapatos mientras jugaba con mis manos ahora nerviosa-. ¿Y si se olvidó de mí?
- Bueno... eres su hermana... no veo por qué tendría que olvidarse de ti, ¿tampoco ha llamado a sus hermanos? -negué con la cabeza y él suspiró-. ¿Y sabes dónde se queda? 
- Nueva York... es lo único que he logrado investigar -él mordió sus labios. 
- ¿Y no conoces a nadie por allá? ¿Alguien a quien tengas qué visitar? ¿No sé, un familiar, un amigo?

Y sí conocía a alguien. Adrián. 

-Un amigo... pero por más que quiera, dudo que pueda ir. Tendría que trabajar y... ¡Oh! ¡Sí! ¡Trabajar! ¿Sabes de algún lugar para trabajar? -él levantó ambas cejas y le sonreí-. ¿Qué?
- ¿Por qué mejor no le pides a tu amigo información? Yo estoy aquí -dijo mientras se ponía de pie.
-Bien. No tardaré... bueno, no tanto -Alan dejó escapar una risita y saqué mi teléfono para buscar el teléfono de Adrián. Solo esperaba que estuviera allá por el momento... rogaba y rezaba para que eso pasara. Cuando llegué a su nombre, oprimí el botón verde y suspiré, esperando alguna buena noticia. Cuando se dejaron de escuchar los timbrados, hablé:

- ¿Adrián?
- ¿Turi? -sonreí y dejé escapar casi un gemido de alivio-. Vaya, no sabía que me amabas tanto.
-De hecho te has desaparecido estos últimos días. Esteh... -mordí mis labios y traté de no sonar nerviosa-. ¿Dónde estás ahora mismo?
- Nueva York, enana... -murmuró- ¿últimos días? Estas últimas semanas a penas contestas mis mensajes. ¿Qué pasa contigo?
-Trabajos finales y todas esas cosas horribles que no quieres saber... -escuché como reía y tragué saliva-. Bueno, esteh... creo que tengo un plan, el cual no tiene coherencia, porque no sé si se pueda hacer. Quiero ir allá, algunos días... quizá una semana.
- ¿Aquí? -asentí aunque sabía que no me veía- ¿Como por qué? No es que no te quiera aquí, pero que quieras venir solo así...
-Quiero buscar a alguien... y si tú estás allá... entonces... pensé... -titubeé un poco y estaba pensando demasiado algo que quizá no podría suceder-. ¿Me ayudas? Yo nunca he ido y...
- Pensé que dirías algo más romántico como: es que quería visitarte, de repente me di cuenta de que te amo -reí suavemente-. ¿Y cuándo planeas venir?
-Sí, bueno... no tienes tanta suerte -lo escuché reír y sonreí en el teléfono, a pesar de que no podía verme-. Sinceramente... no sabría decirte. Tengo que ir con mamá para decirle y no sé si quiera, Nueva York es muy lejos. Pero, te avisaré. ¿Te llamo en la noche?
- ¿Por qué mejor no buscas algún programa de intercambio o no sé, un sistema de becas? -preguntó-. Eso haría que tu permiso.
- ¡Entonces iré a casa y buscaré, te amo! ¡Gracias, gracias, gracias! -Y colgué. Tomé mi mochila del suelo y Alan estaba recargado en la pared a unos cuantos pasos de mí. Cuando me notó correr con desesperación, sus ojos se abrieron más de lo normal-. ¡No me esperes, tengo que irme ya! ¡Te explicaré después! -Y seguí corriendo. Tengo que pensar seriamente en ahorrar para comprar un auto, pero primero... tengo que pensar en tomar clases de manejo. Sabía que si tomaba un autobús, explotaría antes de llegar a casa. Me acerqué a la avenida y esperé un taxi.

Who's lovin' you? (Minna y Bere)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora