- Así que -dijo mi madre mientras me daba dinero y lo ponía sobre la mesa-. Ahora tengo que irme al trabajo o llegaré tarde por cuarta vez y ya sabes cómo se pone mi jefe -murmuró apresurada tomando su chaqueta.
-¿Y que se supone que...? -traté de decirle, pero me dejó con la palabra en la boca. ¿Que se supone que haría en todo el día? ¿Ver televisión? Yo odio ver televisión, pero cuando estás muy aburrido... creo que esa es la única opción que queda, además de la computadora. Por increíble que parezca, quiero entrar a la escuela. Quiero hacer amigos... y quiero hacer tareas para entretenerme en las tardes. Caminé hasta el cuarto de juegos y traté de hacer el menor ruido posible, no quería que me descubrieran queriendo jugar. Estaba Scott con su uniforme aún, acababa de llegar de la escuela. Me acerqué a él y al instante notó mi presencia.- Hola -saludó con media sonrisa mientras veía el otro puff-. ¿Vas a jugar conmigo?
-En realidad solo vine a ver que estabas haciendo... -traté de convencerlo de dicha mentira y le sonreí. Él continuó jugando y me senté a su lado. Este niño tenía más habilidad que yo en los videojuegos, sin duda alguna-. ¿Vas ganando?
- Sí -respondió con media sonrisa mientras seguía jugando y yo sentía que las manos me quemaban, quería un control- ¿ya no estás peleada con Erik?
-¿Acaso todos se dicen todo en esta casa? -su sonrisa apareció, creo que eso era un sí.
- Solo es raro verlo enojado a él, pero todo mundo sabe que es porque estás aquí -se encogió de hombros.
-Sí bueno... creo que nos tomará un tiempo agradarnos -suspiré y él me ignoró para seguir jugando-. ¿Estamos solos o así es de silencioso este lugar?
- Erik está en la escuela, Jess está con su novio y papá está trabajando -murmuró encogiéndose de hombros.
-Y mamá se acaba de ir... sí. Estamos solos. Hmm... -me levanté y él me miró desde abajo-. Estaré arriba por si necesitas algo, Scott -asintió y subí para sentarme frente a la ventana. Esta vez no era de noche... podría dejar los pensamientos a un lado y admirar lo bonito que era Chicago. Saqué mi iPod y fingí tener algo interesante en él. No sé cuánto tiempo pasó antes de que me diera cuenta de que ya estaba entrando la tarde. Sentía un poco de hambre y bajé las escaleras para poder ir por algo de comida. Si no comía ahora podría comerme una vaca entera en un par de horas. Entré a la cocina y me encontré con que ahora no estábamos tan solos. Frente a la mesa estaban ocho o al menos eran los que contaba, ocho chicos y mi hermanastro. Todos tenían chaquetas deportivas y algunos aún el uniforme del equipo de futbol americano. Mi hermano aún llevaba el jersey y parecía estar recién duchado. Todos se me quedaron mirando y yo me quedé ahí, observándolos a ellos.-¿Scott ya comió algo? -le pregunté, ignorando la presencia de los demás.
- Ha estado aquí hace unos minutos -respondió él mientras abría la nevera- Chicos, ella es Demetria Chesset -dijo sin mirarlos- mi hermanastra o... casi. Sacudí mi mano de un lado a otro para evitar hablar y había un chico... era lindo. Tenía el cabello castaño y unos ojos verde avellana. Mordí mi labio inferior y bajé mi mirada para dirigirme hacia la cocina. Hice un sandwich rápido y me serví limonada en mi vaso, busqué hielos en la nevera... y no estaban. Sabía perfectamente que estaban en la mesa, junto con los amigos de Erik. Me acerqué lentamente con mi vaso en la mano y aquel chico tenía los hielos, ¡esto era el destino, el destino quería verme con él! Tomé una gran bocanada de aire y le extendí mi vaso al estar frente a él.
- Hola -saludó mientras todos hablaban de no sé qué de la temporada, yo apenas sonreí- oh buscas esto.
-Sí... la limonada no está fría.
Sonrió negando mientras le daba un doblés a la cartera de hielos y luego sacaba de uno por uno hasta echar en mi vaso unos cuantos. Amablemente metió en mi vaso una pajilla y extendió la mano-. Peter.
-Demetria -tomé su mano y sonreí-. Puedes decirme Dem, da lo mismo -seguíamos con nuestras manos estrechadas y yo estaba esperando a que él se dignara a soltarme, pero eso no sucedía.
- ¿Desde...? No te había visto en esta casa y vengo seguido... -murmuró mirándome fijamente.
-Yo llegué aquí hace dos días o tres -zafé mi mano de la suya y humedecí mis labios con la lengua, tratando de no parecer nerviosa-. Entonces... si vienes aquí muy seguido, ¿eres muy amigo de Erik?
- Mmm... -titubeó.
- No -escuché su molesta voz a poca distancia de nosotros- ni siquiera viene seguido, creo que ni siquiera hablamos -murmuró Erik- solamente hablamos en los entrenamientos. Aléjate de Chesset, Raynolds... Ella está prohibida.
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Who's lovin' you? (Minna y Bere)
Ficção AdolescentePor esas veces en las que amaste profundamente y no te arrepientes de nada.