Capítulo 2

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Desperté debido a que el olor a comida llegó a mi recamara. Me quedé unos segundos admirando el color blanco de mi techo y después, me levanté al baño para ver como lucía... lo cual, me veía terrible. Lavé mi rostro y até mi cabello. A penas abrí la puerta el olor a hot cakes se hizo más presente. Todos estaban en el comedor -como era de esperarse- y busqué a mamá con la mirada, pero ella no estaba.

-Hola... –susurré y me miraron con una sonrisa, a excepción de Erik.
Quien simplemente estaba devorando su hot-cake con mermelada en él. Me miró a penas y solo alzó una ceja para luego volver a su comida. 
- Hola Dem... ¿puedo decirte así? -preguntó Scott.
-Hola, Scott. Todos me dicen así, así que... sí -me senté a su lado y Christian me sirvió dos hot cakes en mi plato-. Gracias -le dije y él me sonrió-. ¿Ya terminaste de desayunar, Scott?
- Sí -respondió encogiéndose de hombros-. ¿Por qué?
-Curiosidad -me encogí de hombros y traté de buscar a mamá con la mirada-. ¿Sabes dónde está Lesley?
- Fue a hacer unas compras -respondió Christian- no me dejó ir con ella.
-Ah... bien. Gracias.

Continué comiendo mi desayuno y solo se escuchaba el sonido de la harina cocinándose en el sartén. Si mamá pensaba que dejándome sola yo tomaría más confianza... estaba equivocada. No sabía sobre que hablarles, mi vida no es tan interesante que digamos. Scott era la única persona a la cual le agradaba más aquí. Quizá porque es pequeño y la curiosidad de saber las cosas lo carcome siempre. Jess también hacía buenos comentarios, pero era una chica, hacía compras, salía con su novio y amigos. Yo era más hogareña desde siempre y cuando mi padre murió me envolví en una burbuja de la que jamás querría salir. Christian a veces me llamaba la atención con comentarios sobre la escuela y libros, pero nada tan especial.

-Christian, ¿hay algún parque o café cerca de aquí? -pregunté y miró el techo, pensando en la respuesta de mi pregunta.
- Pues no están cerca pero puedes usar el auto si es necesario -respondió-. ¿Sabes manejar?
-Hmm... -suspiré bajando mi mirada-. No.
- Oh... entonces, ¿quieres que te lleve? -preguntó con media sonrisa- hay uno en el centro que es bonito.
-Me gustaría ir... ¿se puede el día de hoy?
- Hmn, yo tengo que ir a trabajar, ¿puedo llevarte por la tarde? -preguntó incomodo- oh... ¿Erik, la llevas?
-No quiero incomodar... de verdad, esperaré en la tarde -titubeé y traté de sonar lo más convincente posible.
- No, él te lleva. ¿Verdad? -miré a Erik y él solamente me miró a mí y luego a él asintiendo.

(...)

Coloqué mi lápiz labial color rojo y acomodé mi cabello. ¿Cómo se supone que se le llamará a esto? ¿Salida de hermanastros? Posiblemente. Bajé las escaleras y Erik estaba en el sofá con las llaves en sus manos. Al verme se levantó y caminó hacia mí... pensé que diría algo, pero simplemente abrió la puerta y salió. Lo seguí por detrás pensando en que este chico realmente es frío e indiferente con las personas... o al menos conmigo. Subí al auto y colocó el disco de Panic At The Disco. Comenzó a sonar una canción que nunca en mi vida había escuchado, pero guardé silencio esperando a que dijera algo para así saber que no se encontraba molesto.

- ¿Qué haces en los cafés? -preguntó-. ¿Solo beber una taza o te gusta pensar allí también?
-Las dos cosas... -reí bajito-. Pero en este caso, solo tomaré café. Ya pensé mucho ayer por la noche.
- ¿No te quemaste el cerebro? Ya sabes, demasiado tarde para ponerse a pensar, a esa hora llegan todas las decisiones de tu vida, y recuerdos dolorosos -musitó.
-Lo hago a esa hora por la última razón que acabas de decir. Aunque ayer también pensé en que posiblemente no te agrade mucho -solté de repente, sin arrepentimientos. Si algo me distinguía era mi sinceridad.
- Sigo diciendo que eso es peligroso -respondió y se detuvo frente a lo que parecía ser un pequeño edificio de departamentos, pero al costado había una cafetería. Al menos eso decía el anuncio-. No me desagradas.
-Entonces... ¿no me hablas mucho porque eres alguien de pocas palabras? -alcancé a preguntarle antes de abrir la puerta.
- No -respondió mirándome y luego encogiéndose de hombros-. Tú no estás de acuerdo con que nuestros padres se casen. Yo tampoco.
-Yo lo pienso así por la memoria de papá, pero sé que mamá merece ser feliz de nuevo -suspiré y después, bajé del auto. Era un Avenger en color azul marino. Ambos entramos al café y acompañé a Erik a pedir lo que queríamos-. Cappuccino... por favor -susurré. Erik estaba detrás de mí. Miraba a su alrededor, parecía como si se sintiera extraño en un lugar así. Metió las manos a sus bolsillos y bajó la cabeza. Lo miré detenidamente y carraspeé mi garganta.

Who's lovin' you? (Minna y Bere)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora