El día 6/07/14 fue uno de los días más difíciles de mi vida. Ver a mamá empacando para irnos a vivir con otra familia... es algo muy fuerte para mí. No los conozco y no quisiera conocerlos. No puedo hacer esto... yo quiero vivir con papá, pero eso no se puede aunque quisiera. Él murió hace dos años y quiera o no, mamá tenía todo el derecho de rehacer su vida... pero, sinceramente... yo no estoy preparada para eso. Es cierto, no puedo prohibírselo. Especialmente porque a mamá le había dolido tanto o más de lo que me dolió a mí el que papá se fuera. Así que esta vez, sabía que lo estaba haciendo por ella. El ser hija única no ayudaba demasiado. Si no le agradaba a mis hermanastros sería la peor tortura por el resto de mi vida... o hasta que le dure el gusto a mamá. Sabía que el hijo mayor de mi padrastro tiene veinte años, seguía por una chica de quince y un pequeño de ocho años. Mientras que yo... Demetria Chesset, tenía diecinueve, próximamente veinte el próximo sábado. Genial. Como si mi cumpleaños no fuera suficientemente genial, mamá dijo que lo tendríamos que festejar en familia. Lamentablemente ellos aún no me conocían. Mamá dijo que les había hablado de mí, pero yo jamás les había visto. Ya con mi maleta en la mano traté de fingir una sonrisa y me acerqué a la razón del porque había aceptado vivir con un desconocido que trataba de reemplazar a papá.
-Ya estoy lista -le avisé y al verme, sonrió de oreja a oreja.
- Gracias -murmuró mientras se acercaba a mí, besó mi frente y me rodeó con sus amorosos brazos-. Gracias, gracias.
-Ya... basta. Solo espero que todo vaya bien -susurré y ella acarició mi antebrazo de arriba a abajo-. Lo haré por ti, no porque el señor me agrade.
- El señor se llama Christian... -murmuró mamá con media sonrisa- ya lo hemos hablado. Dame tu maleta, vámonos de aquí ahora.No contesté y caminé hacia el auto, sentándome en la parte trasera con mis manos reposando en mi regazo. Estaba nerviosa, mi rostro me delataba. ¿Qué tal si no les agradaba? O peor aún... ¿qué tal si no logro soportarlos por ser tan diferentes a mí y a mis costumbres? Solamente tenía una opción: darles una oportunidad. Tenía que intentarlo aunque no me agradaba mucho la idea. El día de hoy era la prueba, todo dependía de este día. El camino fue silencioso y al dejar nuestra casa de siempre detrás, me invadió la melancolía. Ese lugar tenía tantos recuerdos que extrañaría todo de ahí. El camino me pareció tan corto que tuve que mirar atrás para saber qué tanto habíamos avanzado. Esperaba que fuera eterno, que durara para siempre que jamás llegáramos a esa casa pero lamentablemente lo hicimos rápido y cuando mamá se detuvo frente a la casa, mi corazón comenzó a acelerarse. Aquel señor llamado Christian salió de inmediato, provocando que mis ojos se pusieran en blanco. Trata de dar una buena impresión... lo normal. Bajé por mi cuenta tomando mi maleta de la cajuela y al estar frente a él, trató de tomarla. Lo miré con el ceño fruncido por unos segundos y la soltó después.
-Christian... gracias por querer ayudar, pero tengo brazos.
- Dem... -alcé las cejas- Demetria... bienvenida a esta casa -medio sonrió y yo solo asentí mientras caminaba hacia la puerta.Ya dentro, pude ver lo bonita que era. Aquel suelo con azulejos blancos... frente a mí un espejo del tamaño de la pared y a mi derecha la sala de estar. Dejé la maleta ahí y caminé explorando la casa con mis brazos cruzados. Las escaleras eran como de caracol y al caminar más hacia delante, llegué a la sala. Un chico -el cual era el mayor- se encontraba con sus auriculares puestos, escuchando música desde su iPod. Al verme frunció el ceño. Me quedé helada... y le di la espalda mientras seguía caminando, consciente de que estaba mirándome y yo aquí... muriéndome de la vergüenza. Ahora no sabía a dónde ir, si quedarme parada donde estaba o simplemente ir afuera y buscar a mamá. Decidí hacer eso pero era demasiado tarde, un pequeño niño estaba frente a mí observándome con esos enormes ojos verdes.
-¿Hola...? -susurré y él me sonrió-. ¿Cómo te llamas?
- Scott -respondió con media sonrisa- ¿y tú?
-Demetria. Me llamo Demetria, Scott -sonrió y él corrió hacia la calle donde se encontraba su padre y mamá. Parecía ser un niño amigable, pero aún no conocía sus rabietas al enojarse. No es que no me gustaran los niños, solo me desesperaban un poco. Miré a mi alrededor y una chica bajaba las escaleras, al mirarme solo hizo media sonrisa y levantó una mano-. Tú debes de ser la nueva.
-Lo mismo digo -murmuré y me sonrió de lado. El lugar estaba tan tenso que podrías notarlo a simple vista. Ella era guapa... rubia y con unos enormes ojos grises que llaman la atención, mucho más de lo normal-. ¿Y tu nombre es...?
- Jess -respondió metiendo las manos a su sudadera- hmn... ¿ya conociste a Erik?
-Si es el chico que está en la sala el cual me miró extraño... sí, ya lo conocí. ¿Es agradable? -susurré tratando de que el eco no me delatara.
- Hmn, es... mi hermano -respondió haciendo una mueca- es… él.
-Y... ¿tú sabes donde será mi habitación?
- Sí -respondió mordiendo sus labios, miró sobre mi hombro y luego miró hacia las escaleras-. ¿Te llevo?
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Who's lovin' you? (Minna y Bere)
Ficção AdolescentePor esas veces en las que amaste profundamente y no te arrepientes de nada.