Capítulo 7

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Sonreí y suspiré, seguí caminando con Riley al lado de mí.

-Gracias por decírmelo, ahora no me importará que me vea con alguien más.
- ¿Acaso por eso te estabas reservando? -preguntó Riley negando- Te dije que lo olvidaras.
-Y créeme que lo intenté -carraspeé mi garganta y después, sonreí de oreja a oreja-. Da igual, ya pasó tiempo de ello. ¿Qué importa? Terminarán rompiéndole el corazón, lo sé -él rio y negó como si dijera: Nunca cambiarás-. Entra -le dije al llegar al café. Aún recuerdo la última vez que estuve aquí, discutí con Erik y regresé a casa caminando.
- Vaya -dijo mirando a su alrededor- luce caro... y acogedor. ¿Me puedo mudar aquí?
-Por mí encantada, así no estoy tan sola -reí y ambos nos encontrábamos observando el menú con los precios frente a nosotros, pero yo sabía muy bien lo que pediría-. ¿Ya decidiste? Yo invito.
- Creo que tengo esta cantidad en el cochinito en mi casa -dijo mirando fijamente hacia un café. Pedí a la señorita de la caja nuestros cafés y nos aceramos hacia una mesa que estaba justo al lado de la ventana. Podía ver desde lejos como las nubes amenazaban con hacer caer lluvia, pero realmente esperaba que no fuera así. La luz de afuera chocaba con los ojos miel de Riley y hacía que en su cabello se notara alguno que otro destello rubio, él era castaño. 

-¿Tú qué opinas? ¿Lloverá o no? -me recargué en mi asiento con los brazos cruzados y esto comenzaba a sonar más como una apuesta.
- No -murmuró mientras se cruzaba de brazos y veía hacia afuera también-. ¿Por qué?
-Parece que lloverá... y si la lluvia nos atrapa, nos resfriaremos. ¿Sabes cuan malhumorada me pongo cuando eso pasa?
- ¿Cuándo te salen mocos hasta por las orejas? Sí, hasta yo me pongo de mal humor -rió fuerte. La señorita se acercó con nuestros cafés y todo se volvió mucho mejor... platicas que hablaban de nuestro pasado... bromas y hasta perdidas de ambos. Todo se volvió bastante personal, pero no me importaba... estaba con Riley.

...

-¡Correeeeeeeee! -grité mientras ambos nos dirigíamos a casa. Riley se detuvo en la parada del autobus y por lo tanto, también paré de correr-. ¿Te irás ya?
- Tengo que irme ya, mañana debo de ir a trabajar -arrugó la nariz-. Volveré otro día, corre.
Lo abracé fuertemente por última vez y di un beso en su mejilla-. ¡Te quiero no lo olvides! -grité y continúe corriendo. La gente sostenía sus sombrillas y pensé seriamente si gozaban viéndome correr bajo la lluvia. Oh Dios... Mamá me mataría, me resfriaré y todo estará mal. Mis botas estaban empapadas y mi brasier rosa se transparentaba terriblemente. Quizá algún pervertido gozaba de la vista también. Cuando logré llegar a la casa, abrí la puerta y subí corriendo las escaleras puesto que no quería que nadie me viera así. Cuando llegué al final del pasillo en mi lugar de pensar, noté por la ventana algo que no creí ver jamás. Afuera estaba una enorme tormenta y en la piscina había un chico nadando, Erik. ¿A quién se le ocurre nadar en medio de una tormenta? Si un relámpago cae lo matará. Suena demasiado exagerado... pero así era. Cerré mis ojos y suspiré cansada. No sé si esté bien interrumpir por algo que no me incumbe, quizá esa es su costumbre desde hace muchos años. O quizá simplemente se le antojó nadar en este momento. Coloqué mi pijama y al salir, me senté en mi cama... pensando en absolutamente nada. Solo estaba esperando el momento en el que todos estuvieran dormidos y así yo sentarme en mi lugar favorito, sin que Erik me dijera que acabaría haciendo un pozo ahí. Pero como si no fuera más que obvio, mi estómago comenzó a rugir ¡¿Por qué justo ahora?! ¡Cállate estómago, arruinas mis planes! Hambre, hambre, hambre. Era lo único que había ahora en mi mente. Rodé los ojos y bajé, tratando de no hacer ningún ruido para pasar desapercibida, pero apenas entré a la cocina Erik se encontraba con una toalla cubriéndolo de la cintura para abajo. Cubrí mis ojos con la palma de mi mano y me escondí entre la pared. Oh deja de hacer eso… te ves ridícula y ni siquiera te notó. Me olvidé de lo tonta que me veía y me acerqué hacia donde estaba, pero sin hablarle únicamente para prepararme rollitos de jamón con queso panela. Traté de no prestarle atención, pero la verdad es que ignorarlo no era una opción. Por más que fingiera no verlo, él estaba ahí sacando algo del microondas.

-Ah... -apenas hablé, él me miró-. ¿Tienes esa costumbre?
- ¿Cuál? -preguntó sacando un plato con pasta que olía espectacular.
-Nadar cuando hay una tormenta -contesté.
- También cuando llueve un poco menos -respondió tomando un tenedor.
-Tú sí que vives tu vida al máximo -reí bajito y caminé con mi plato hacia el comedor. Como siempre, parecía que no había nadie en casa. Quizá Scott estaba, pero no lo escuchaba por ninguna parte y Jess... no me cabe la menor duda de que se encontraba con su novio ahora mismo. Me encontraba seria nuevamente, quería ver a Riley lo más que se pudiera, pero sabía que eso no sucedería tan seguido. Vivo demasiado lejos.
- Mamá lo hacía -lo escuché decir a penas- es algo que disfruto hacer. Estaré en mi habitación.

Oh. A veces es imposible no pensar que ellos también sufrieron y lloraron por su madre. ¿Qué habrá pasado para que ella se fuera? Normalmente el hombre deja a la mujer... pero esto fue todo lo contrario. Terminé de cenar y lavé mi plato en cuanto terminé, subiendo nuevamente. Deseaba seriamente que mi lugar favorito estuviera solo y Erik estuviera en su habitación, quizá durmiendo o escuchando música... quizá hasta viendo una película. Pero no, estaba sentado en mi lugar para pensar con una guitarra en sus manos tocando un par de acordes mientras veía la lluvia caer. Bajé mi mirada y mordí mi labio inferior, tratando de ignorarlo para caminar hasta mi habitación, pero escuché su voz ronca a mis espaldas.

- If you gonna be somebody's heartbreak, if you gonna be sombady's mistake, if you gonna be somebody's first time, somebody's last time... baby be mine -cantaba. Me quedé quieta sin hacer ruido. Justamente donde me encontraba, él no alcanzaba a verme y para mí era cierta ventaja, quería seguir escuchándolo... porque su voz era adictiva al momento de cantar. Me recargué en la pared y continuaba escuchándolo, parecía cantarla con sentimiento, así como si se identificara con la letra. Me quedé allí, solo escuchándolo cantar, creí que solamente podía disfrutar de buenas andas, pero honestamente si él hiciera de esto una carrera profesional yo lo compraría todo.
Ahora entendía porque las chicas de la escuela lo amaban, porque él toca con el corazón. Cerré mis ojos por instinto al abrir la puerta de mi habitación y deseaba que él no me haya escuchado, pero era imposible no pensar que sabía que yo estaba aquí... escuchandolo. Si notó que me hacía la dormida, no creo que no sienta mi presencia. Al final se quedó en completo silencio, abrí los ojos y él estaba en la puerta de su habitación, me miró y negó con la cabeza-. Buenas noches. 
Humedecí mis labios y no respondí, simplemente asentí y me encerré en mi habitación. Pestañeé lentamente observando hacia el techo, con las manos en mi pecho. Giré en mi cama y abracé una almohada, cerrando mis ojos.

- ¡Despierta! -escuché que alguien gritaba a mí alrededor-. ¡Despierta! -abrí los ojos de golpe y Jessie estaba a mi lado agitándome por medio de mis hombros.
-¡¿Qué?! ¡Ah! ¡¿Qué ocurre?! -me levanté tan rápido que podría asegurar que es un nuevo record en mi vida-. ¡Jess dime!
- Erik, está en el hospital -murmuró mientras comenzaba a correr hacia la salida de mi cuarto- tu mamá lo ha llevado al hospital y papá fue por Scott a la escuela -mire el reloj en la pared, era casi medio día.
Me levanté corriendo de cama y mi pecho se inundó de angustia. Lavé mi cara y bajé sin importarme como lucía, simplemente quería salir y averiguar que estaba ocurriendo. Bajé y la alcancé tomándola del hombro, me encontraba agitada... y terriblemente nerviosa. 

-¿Cómo nos iremos? ¿Christian nos llevará? Por favor, dime.
- Esperaremos a papá, él dijo que deberíamos estar listas para cuando llegara -asentí y rápidamente busque mis zapatos, en una mochila eche mis cosas más importantes como teléfono, cartera, llaves y ya. Ayer se veía tan aislado... que difícilmente logro creer que ahora esté en el hospital. Inmediatamente a mi mente llegó aquel problema que él tiene en sus ojos. ¿Y si todo empeoró? 
-¿Sabes que le pasó? -le pregunté a Jess y ella suspiró-. ¿Todo está bien con sus ojos?
- Esta mañana dijo que le dolían, pero como siempre lo dejó pasar diciendo que había tomado medicamento pero le lloraban mucho -asentí- en la escuela tenía una práctica en laboratorio, él ya había terminado con su trabajo pero un compañero tuvo un problema y al parecer una chispa hizo estallar el prototipo. Sus compañeros se cegaron por unos minutos... -sus labios temblaron- Erik no puede ver nada.
-Jess... -susurré y cubrí mi boca con mis manos. Mis ojos se aguaron y no entendía por qué. Erik era más importante de lo que yo pensé... estoy aquí, llorando, desesperada y preocupada. ¿No volverá a ver nunca más? Me levanté y abracé a Jess. Ella lloraba en mi hombro y acaricié su cabello. Mis lágrimas cayeron y seguía sin creerlo, quería irme de aquí ya. No, sus ojos de gris claro, esa mirada tan penetrante suya, esa luz que había allí cuando tocaba o cantaba. Me abracé a Jess hasta que escuchamos el claxon de la camioneta. Ambas salimos disparadas y subimos a ella. Scott abrazaba su mochila y veía hacia el suelo. Yo, yo apenas podía pensar.

...

Abrí la puerta sin pensarlo dos veces en cuanto llegamos. Mamá estaba en la sala de espera y cuando me vio, la abracé muy fuerte... fingiendo que todo estaba bien y que no me importaba mucho, pero era absolutamente todo lo contrario ahora. Ella no sabía que había llorado antes de venir y no lo sabría nunca.
-¿Cómo está él? ¿Dijeron algo? ¿Podemos pasar a verlo? -le pregunté y parecía que mamá había llorado, no lo sabía realmente.
- Están revisándolo ahora, dijeron que podemos pasar hasta que se sienta mejor... -Christian llego a ella y la abrazo fuerte-. Amor... -tomó la mano de él y lo alejo de nosotras. No me gustaba el tono de mama, tampoco como lo alejó.

Me senté al lado de Jess mientras tenía a Scott en mis piernas. El pequeño se veía triste y parecía que nada podría animarlo. Por increíble que parezca... a mí tampoco, por ahora no.

-Él estará bien -le susurré al oído y simplemente asintió. Los minutos eran los más eternos de toda mi vida, imagino como se siente Christian... él lo conoce mejor que nadie.
Ambos volvieron a donde estábamos. Los minutos se convirtieron en horas y cuando por fin nos dejaron entrar. Fueron Jess, Scott y Christian los únicos que lo hicieron. 

Mamá se quedó conmigo afuera, en mis manos había un jugo de naranja, mama tenía un café-. Él no recuperará la vista, Dem.
-No... -susurré y llevé mis manos a mi boca. No quería que me viera llorar, pero había perdido en el intento-. Él no puede perder la vista... ¿Por qué? No, no, no. ¿Cómo estaba él? ¿Te dijo algo? 

Las lágrimas salían... y yo no podía detenerlas.

- Dem... Escúchame, sabíamos que esto pasaría algún día, aunque no de esa forma... -negaba aun llorando- hija... Tranquila, está bien. Está molesto y se siente triste -tape mi rostro- le ha quedado una cicatriz en el rostro.
-Quiero verlo, ¿cuándo podré pasar? -mis ojos estaban cerrados y no podía imaginar que así sería el mundo de Erik a partir de hoy.
- Ahora... -la voz de Christian me hizo estremecer. Dudé dos veces antes de levantarme, no sabía que reacción tendría al verlo. Mamá me tomó del brazo, pero me zafé inmediatamente. Christian nos dirigía hacia la habitación y la puerta se encontraba cerrada, del otro lado estaba mi hermanastro. Inhalé para llenar mis pulmones de aire y asentí. Christian abrió la puerta y asomé un poco mi cabeza. Ahí estaba él... con sus ojos vendados y sin hablar. Mis ojos se aguaron de nuevo, en menos de un segundo.
Pensé que mi madre entraría conmigo o que mis hermanastros estarían con el pero no fue así. Solo estaba yo en la habitación. El carraspeo un poco y note como clavaba sus dedos en la camilla.

-¿Erik? -susurré y detrás de mí escuché la puerta cerrarse. Continuaba serio y me acerqué a él, sentándome en la silla al lado de su camilla-. Erik...
- Dem -susurró a penas- fue un descuido yo... Usaba los lentes de seguridad pero... Yo... -se detuvo y luego rió- no volveré a ver jamás.

Mi barbilla se hundió y apoyé mi cabeza en la cama, donde podía ser consciente de que él escuchaba mis sollozos. Sentí como su mano se levantaba y la colocó en mi cabeza, simplemente la dejó ahí... y yo trataba de llorar en silencio.

-¿Seguirás molestándome por estar en la ventana? -susurré.
- Claramente no me imaginaba el cielo como un hospital... No estoy muerto, solo ciego, Dem -sentí sus dedos en mi cabello- no llores.
-Te odio por convertirte en alguien importante para mí.
Sentí como su mano se detenía. No quería mirarlo, pero al alzar la vista hacia él, noté como apretaba sus labios y luego hacia una mueca. - No fue intencional... 
Giró el rostro y entonces note la cicatriz de la que mamá hablaba. Esta era pequeña y estaba a un lado, cerca la mejilla y era en forma de sol.

-Lo fue. Si tú... si tú simplemente me hubieras ignorado desde que llegué yo no estuviera aquí llorando y... -cerré mis ojos y sentía como mis lágrimas corrían cada vez más hasta llegar a mi cuello-. Trato de callarme y escúchame, continúo hablando, sigo diciendo cosas que no quiero decir.
Erik se quedó en completo silencio y luego apretó sus labios para soltar después un suspiro-. ¿Qué quieres que te diga?
-Nada. No quiero que digas nada -le contesté, tratando de parecer indiferente y que esto pasaría. Aunque en realidad, así sería. Él se acostumbraría a su nueva forma de vida, sería difícil... pero no está solo. Limpié mis mejillas con mis dedos y me enderecé en mi asiento. Ninguno de los dos hablaba, esto se hacía incomodo... pero no sabía que decirle.
- No llores más -susurró- no puedo verte pero te escucho y es extraño.
-No estoy llorando -sonrió de lado y reí bajito. Sabía que mentía-. ¿Hay alguna forma de que vuelvas a ver? ¿Alguna operación?
- No lo sé -respondió- pero no pienses en ello. No quiero pensar en tener una esperanza de volver a ver. Sabía que estas cosas pasarían y honestamente... no me asusta.

Suspiré y me levanté de la silla con mis manos detrás de mi espalda, admirando la habitación. En ella había una gran ventana y sonreí.

-¿Sabías que hay una gran ventana aquí?
- Me siento como en un ataúd, así que no… no sabía que había una ventana, sé mis ojos Dem -susurró.
-Pues mira... bueno, escucha -reí bajito y él también lo hizo-. La habitación es inmensa, tiene todas las paredes blancas y frente a mí está la gran ventana. Abarca toda una pared y se ve perfectamente la ciudad, hay autos pasando y también hay edificios. Si no te dejan salir en un tiempo, vendré a visitarte... y en lugar de estar en la ventana de tu casa, estaré aquí molestándote.
- ¿Parece ser una linda ventana...? -preguntó y luego sonrió-. Si no tienes nada mejor qué hacer, está bien por mí tu compañía.
-Sí, de hecho es muy linda -susurré-. Podría traerte a Lucy... la chica que tiene una obsesión contigo -rio y sonreí, acercándome hacia él sigilosamente sin hacer ningún ruido. Simplemente me quedé ahí... esperando a que me llamaran para salir de la habitación. Sé que mamá no me dejaría quedarme aquí... sería extraño que se lo pidiera.

- No gracias... -murmuró mientras yo me le quedaba mirando-. ¿Cuándo vuelvas podrías traer mi guitarra?
-Sí, traeré la que me prestaste. Oh... pero, si no podría venir le diré a Christian que te la dé, no sé sí mamá deje quedarme... ya sabes.
- Puedo pedir que te quedes -murmuró- bueno si no tienes nada mejor que hacer.
-¿Podrías esperar algunas horas? Es que... -pausé un momento y reí bajito encogiéndome de hombros-. Estoy en pijama. Volveré... y traeré tu guitarra -asintió y sonrió después-. Iré por mamá y Christian, no tardaré.
- De acuerdo... -respondió- si pueden traerme algo de ropa interior lo agradecería -murmuró y no pude disimular mi mirada-. Aparta tus ojos de allí.
-¡No estoy viendo nada! -grité entre risas y salí de la habitación. Caminé de vuelta hacia la sala de espera y ahí estaban mamá... Christian, Scott y Jess. Todos se levantaron y caminaron hacia mí con cara de angustia... pero yo estaba segura que me veía mucho más tranquila. 

Who's lovin' you? (Minna y Bere)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora