Él hizo solo media sonrisa y se encogió de hombros-. Solo promete que algún día vas a volver a visitarme para pelear -sonreí y él también- entra ahí, buenas noches Demetria Chesset.
-Soy Turi -le dije por última vez y entre al hotel. Vi como Adrián sonreía de lado y volvía hacia la playa. Nuevamente tenía que entrar a esa habitación que hacía quererte gritar. Por un momento me pasó por la mente querer ir a la habitación de Erik, pero cuando recordé que lo más probable es que necesitara una tarjeta para entrar, todo se echó a perder. No quería entrar a mi recámara, quería distraerme, hacer que este viaje termine ya. De una vez por todas.
El día siguiente lo pasamos fuera del hotel, la abuela de Erik se portó amable conmigo y Scott no me dejó sola por ningún minuto. Erik se encargó de distraer a su hermana así que agradecí cuando volvimos a empacar nuestras cosas y ella se quedó dormida de inmediato. Estaba por acostarme cuando la puerta sonó y al abrir era la abuela quien entró.
-Hola... -susurré-. ¿Ocurre algo malo? -le pregunté nerviosa, sorprendida por su visita inesperada en la habitación.
- ¿Podemos ir a caminar? -preguntó señalando el pasillo.
Y fue cuando todo en mi interior tembló. No le respondí, solo asentí. Le indiqué con mi dedo índice que esperara y entré rápidamente por mi suéter en caso de que lo llegara a necesitar. Cerré la puerta lentamente y suspiré, esperando algún regaño... esperaba todo, menos algo bueno.
-¿Qué sucede? -me atreví a preguntarle.
- Lamento que las vacaciones hayan sido tan... malas -murmuró- de verdad que no esperaban que fueran tan tristes y desesperantes -me miró-. Sé que Jess te ha dado problemas.
Bajé mi mirada y acaricié mí ante brazo-. Espero que algún día simplemente no me diga nada... Que simplemente me ignore. Ya no sé si eso es bueno o malo, ya no sé qué es mejor.
- Creo que debes de saber que ella se siente dueña de Erik -la miré y ella apretó los labios- Desde que mi hija murió, ella se sintió responsable de sus hermanos o de las mujeres que se le acercaban. Incluso a tu madre aún no la tolera...
-Pude notarlo hoy... -susurré aún con mi mirada clavada en la alfombra del pasillo-. ¿Qué se supone que tengo que hacer? Sé que hablar con ella no funcionaría en nada.
- Creo que debes dejar que se sienta como ella quiere... no decides por ella pero ella tampoco decidirá por ti -asentí-. Sabes que tu relación con Erik está mal -apreté los labios- pero sé que ambos sabrán hacer lo correcto al tiempo apropiado.
Sonreí un poco, porque esta era la conversación más tranquila que había tenido en todo el viaje respecto al tema. Se sentía bien que al menos una persona me apoyara, más bien, nos apoyara. Dejé de caminar y me quedé de pie, mirando a la abuela. Le sonreí ampliamente y simplemente la abracé. Ella correspondió a mi abrazo y frotó mi espalda de arriba a abajo.
-Gracias, platicar sobre esto con usted me ha servido de mucho... -susurré cuando me separé un poco de ella.
- No ha sido nada... ahora, creo que deberías de ir a pasar una buena noche con Erik antes de volver a casa -medio sonrió y me entregó una tarjeta- ve a despertarlo.
Le sonreí y le di un gran abrazo por última vez. Corrí hacia donde era la habitación y podía sentir la felicidad recorriéndome el cuerpo. Había tenido una buena conversación... después de varios días. Al llegar a la habitación, coloqué la tarjeta en la puerta y la abrí cuidadosamente. La recámara olía a su perfume, y ahí me di cuenta que no había duda, esa era su habitación.
Caminé con cuidado hasta donde estaba la cama. Erik estaba como siempre recostado boca abajo abrazando una almohada y Scott estaba en la otra cama con un videojuego encendido en las manos, estaba dormido pero aún lo sostenía.
Me asomé un poco para ver si estaba completamente dormido, pero cuando vi que en sus ojos había un poco de líquido transparente, sentí como mi estómago me apuñalaba cientos de veces. Ay, Erik...
Coloqué una mano en su hombro y con mi dedo pulgar lo acariciaba mientras lo subía y bajaba. Él se movió un poco y sonreí.
-Hola... -murmuré bajito y cuando sonrió, supe que había reconocido mi voz.
- No estoy soñando... ¿cierto? -dijo mientras se acurrucaba bien- hola...
Apoyé mis rodillas en el suelo y desde abajo, admiraba su rostro. Llevó su mano a mi cabello y con la mía, tomé la suya.
-No es como si nunca hubiera entrado de intrusa a tu recamara... ¿ya se te olvidó cuando casi me matas cuando me escabullí en tu habitación buscando una guitarra? -dejó salir una risa y yo recordé tal cosa inmediatamente.
- Por supuesto... quería sacarte a patadas, aún no me gustabas tanto la verdad -dijo encogiéndose de hombros- que tiempos...
- ¿De verdad? -asintió-. Sí... ya pasó más de un año. Cuando casi me provocas gastritis por el incidente del café -le fruncí el ceño y él sonrió. Parecía que recordar viejos tiempos le hacía bien, y sin pensarlo, a mí también-. Quiero mi ventana de pensar... no es lo mismo sentarme frente a la playa.
- Lo sé -respondió- de cualquier forma ya casi volvemos a casa, mañana será un largo día de viaje y listo. Tendrás tu ventana, yo aún tengo que volver a la universidad.
-Tenemos -le corregí-. Veremos a Parker... Tamar, ¿cómo van esos dos? -me senté a su lado y él me extendió su mano. La tomé y la entrelacé con la mía-. No he hablado con ninguno de los dos.
- Creo que bien pero tuvieron una pelea... no sé si están bien ahora -respondió y se hizo a un lado- ¿y si duermes aquí?
-Pero Jess...
- Jess no está aquí.
Hice una mueca, pero me acomodé a su lado. Él al sentirme se recostó de igual manera y pasó su brazo por encima de mis hombros. Esta era la mejor almohada de todas, sin duda alguna. Podía oler ese perfume que siempre llevaba consigo, parecía que se quedaría en él para siempre. Levanté un poco mi mirada y sus ojos se encontraban cerrados. Me enderecé y di un beso en sus labios, para volver nuevamente a acurrucarme y cerrar mis ojos, dispuesta a dormir. Lo quería, muchísimo.
…
- ¿Y bien? -preguntó mi madre cuando me ayudaba a desempacar en casa-. ¿Cómo estuvo el viaje?
Y solo recordé mi último día en el hotel.
-Estuvo... bien -le sonreí y ella me devolvió la sonrisa-. ¿Estoy un poco más bronceada? -me paré frente a ella y abrí mis brazos de par en par para que pudiera verme. Ella retrocedió unos cuantos pasos y llevó su dedo índice a su barbilla pensativa.
- Levemente... -murmuró con media sonrisa- creí que no te gustaba la playa.
-En realidad estoy cerciorándome de que no esté muy bronceada... -reí bajito y volví hacia mi equipaje para seguir sacando la ropa de mi maleta-. ¿Cómo estuvo todo aquí, con Christian?
- Bien, aunque la casa se sintió muy sola, no estamos acostumbrados a tanto silencio -murmuró mamá.
-Bueno, pues... conocí a un chico llamado Adrián en la playa. Trabajaba en una cabaña y tengo que confesar que perdí la cuenta de todas las piñas coladas que me tomé... realmente las extrañaba, tenía mucho de que no tomaba una.
-Espero que hayan sido sin alcohol -por el tono de su voz parecía una advertencia.
-Lo eran. De verdad.
-¿Puedes decirles a tus hermanos que me den el cesto de ropa sucia, por favor? Solo faltan Jess y Erik, la ropa de Scott se está lavando ya -asentí y al salir de la habitación, toqué primeramente la puerta de Erik. No podía tener miedo de Jess, porque eran mis decisiones... y mi vida.
- ¿Quién? -gritó y luego abrió la puerta-. Oh... tú... sí, ya me llegó tu perfume.
-No sé si debería de preocuparme por eso -susurré cerca de él-. Muchas chicas tienen este perfume -su sonrisa apareció y carraspeé mi garganta-. Necesito pasar por tu ropa sucia. ¿Puedo o me sacarás a patadas?
- Te sacaré a patadas, yo la llevaré en un momento, tengo que buscar y oler y eso no es agradable para ti -murmuró mientras comenzaba a cerrar su puerta- adiós -dijo alargando la O y cerrando la puerta a su vez. Y luego, tomé una gran... gran bocanada de aire. Caminé a la puerta de al lado y lo dudé dos veces, pero lo hice de una vez por todas. Con mis nudillos toqué levemente su puerta y después, ella salió. Al verme levantó una ceja y me mantuve lo más firme posible.
-Necesito que me des tu ropa sucia.
- ¿Quién dice?
-Mamá -ella recargó una mano en el marco de la puerta y levantó una ceja. Le fruncí el ceño, pero ella seguía con esa actitud.
- Yo lavaré mi propia ropa -anunció y cerró la puerta en mi cara.
Sentí que me hervía la sangre y volví a mi habitación, consciente de que mi rostro tenía otra expresión... a como la tenía anteriormente. Mamá se giró para verme y al verme, llevó una mano a su cadera.
-Erik dijo que me la entregaba en unos minutos y Jess dijo que la lavaría ella misma -me senté en la cama y me crucé de brazos. Mamá seguía de pie sin hacer nada, quizá se preguntaba si había algo más.
- ¿Qué pasó con ustedes dos? -se preguntó mientras tomaba una de mis blusas- eran más unidas, solo se fueron y ahora creo que no se pueden ver.
-Algunas diferencias -clavé mi mirada hacia otra parte y escuché como tocaban a mi puerta. Cuando miré para ver quién era, era Erik con aquel cesto de ropa sucia en sus manos. Disimulé una sonrisa y fingí que no me importaba.
- ¿Alguien podría ayudarme? Digamos que topo en todas partes -mencionó Erik medio sonriente- ¿Lesley?
Mamá se acercó y tomó aquel cesto para dejarlo en el suelo. Sacó las últimas cosas de mi maleta y las echó en mi cesto. Y después, nos sonrió a ambos abandonando la habitación. Erik se quedó de pie, recargado en el marco de la puerta, pero no tenía alguna expresión en su rostro.
-Sí, estoy aquí -le dije y ni siquiera eso lo hizo sonreír. Quizá algo andaba mal.
- Debo irme a la universidad, han pasado algunas cosas y tengo que estudiar... Nos vemos luego, Dem.
-Bien... -susurré-. Ve con cuidado.
Asintió, pero salió de ahí apresurado con su bastón en mano. Sin decirle nada, iba detrás de él para así cerciorarme de que no necesitaba algo en medio del camino para salir de casa. Cuando salió por aquella puerta, se detuvo en la banqueta y un taxi llegó tiempo después. Se subió en él, y yo me quedé en casa esperando.
...
Estaba aburrida, ya había terminado la tarea acumulada, ya había leído un par de capítulos de mi libro favorito e incluso había tocado la guitarra un buen rato. Pero estaba aburrida, tomé mi teléfono y decidí buscar con quién salir un rato. El contacto de Adrián fue lo primero que me llamó la atención. Decidí enviarle un mensaje, tal vez estaría dormido o algo.
"Estoy aburrida. ¿Qué debo hacer en un momento como este? Pd: Hola"
"Te diría que buscarme, pero ya no estás aquí. ¿Comer, bailar, cantar, salir? ¿Comer? -A"
"Pensé que te olvidarías de que ya no estoy ahí. Lamento no despedirme de ti, y ahora lo estoy lamentando. Extraño las piñas coladas: ( "
"¿Me extrañas a mí o a las piñas coladas? Debería de darte vergüenza, me hablas solo por eso U_U - A"
"Hahahahaha, eres muy dramático. Solo a las piñas coladas, para que entiendas. Es más, más vale que me llegue una hoy. Si no, explotaré."
Y fue cuando escuché un portazo en una de las puertas de abajo. Me enderecé bruscamente en mi cama, imaginando lo peor. ¿Entraron a robar? ¿Ocurrió algo?
-¡Demetria! -Era mamá la que gritaba desde abajo. Me paré rápidamente de la cama y al salir de mi habitación, Jess estaba de igual manera fuera, preguntándose qué era lo que ocurría-. ¡Demetria! -volvió a gritar.
-¡Estoy arriba! -le respondí.
-¡¿Y qué estás esperando para bajar?!
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Who's lovin' you? (Minna y Bere)
Teen FictionPor esas veces en las que amaste profundamente y no te arrepientes de nada.