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Después de la primera confrontación del año con los Gryffindor, el grupo formado por dos Slytherin y tres Ravenclaw decidió que era una buena idea sentarse en la misma mesa sin importar que no fueran de la misma casa

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Después de la primera confrontación del año con los Gryffindor, el grupo formado por dos Slytherin y tres Ravenclaw decidió que era una buena idea sentarse en la misma mesa sin importar que no fueran de la misma casa. Todos a su alrededor los estaban mirando cuando los tres Ravenclaw invadieron la mesa de las serpientes.

— Pollitos, creo que están en la mesa equivocada — un Slytherin de quinto año se rió mirando a los niños que llevaban camisa de manga larga de color azul bordadas con el emblema de su casa.

Frank le echo un vistazo, sus ojos marrones miraron de forma aburrida al mayor. — No hay una sola regla que prohíba mi presencia en esta mesa — su respuesta logro llamar la atención de todos los que lo escuchaban.

El Slytherin abrió la boca dispuesto a refutar sobre eso cuando Sirius le mando una mirada intimidante. — Conocemos todas las reglas de Hogwarts — aclaro mientras acomodaba tocinos en su plato — si vas a decir alguna estupidez ahorra nuestro tiempo y tu vergüenza — movió su mano en aspavientos para dar a entender que lo que el mayor dijera era irrelevante.

Hermione rodó los ojos al ver como el muchacho enrojecía de vergüenza y disgusto.

Severus comenzó a servir el plato de Mione con movimientos elegantes, incluso Remus se atrevió a servir jugo de calabaza en el vaso de la castaña, ella les sonrió agradecida y luego pico un poco de su comida.

James estaba sentado en la mesa de Gryffindor, estaba solo, sus compañeros de habitación estaban hablando de Quidditch, pero él no lograba interesarse, sus ojos se movían continuamente a la mesa de las serpientes donde los tres Ravenclaw parecían tan cómodos que lo sorprendió, ya había oído de Sirius que no importaba en que casa quedaran sus amigos, él siempre se mantendría cerca.

Ahora lo estaba viendo por sus propios ojos, sin embargo, las palabras de Hermione y Severus retumbaban en su mente de forma que todos los prejuicios que alguna vez escucho de los compañeros Gryffindor de sus padres parecieron estúpidos, incluso recordó que su padre y madre nunca hablaban de esa forma de los Slytherin, llegando tan lejos como para hacerle saber de qué no importaba la casa, era el mago quien daba honor o vergüenza a esta.

— James, te estoy hablando — un joven de cabellos negros y piel morena toco su hombro. James lo miro con disculpa y asintió indicándole que ahora tenía su atención. — Les estaba explicando a los chicos porque Slytherin es la casa de magos oscuros — sonrió petulante — desde que esos tontos dijeron toda esa basura muchos se lo están preguntando también — se rió.

— No creo que sean tontos, Jacob — un muchacho de piel blanca y cabello rubio oscuro hablo con rapidez — Hermione y Severus son muy amables, ellos nos ayudaron a calmarnos ayer — frunció el ceño en señal de disgusto.

Jacob resoplo — Por favor, Callen — frunció el ceño — no me digas que creíste toda esa basura — rodó los ojos — todo el mundo sabe que si entras en Slytherin es porque eres malvado — aseguro con confianza.

James estaba con el ceño fruncido, él no podía ver la lógica ante ese razonamiento.

Callen gruño — Tengo familia que procede de Slytherin, son muy inteligentes y ambiciosos sí, pero ¿quién no lo es en la vida? — su pálido rostro se tiño de un rojo oscuro por el disgusto.

Jacob se rió — Es eso, ¿defiendes a las serpientes porque tienes magos oscuros en casa? — Soltó burlón — ahora seguramente tú también seas oscuro, quizás te hayas infiltrado en Gryffindor — acuso con malicia.

Sin saberlo, todos se habían girado para ver la disputa, aquellas palabras eran condenatorias. Peter tembló ante esas palabras, él conocía a Callen Leroy, era un sangre pura simpatizante con los nacidos de muggles aunque su linaje seguía puro, sin embargo, era cierto que habían Leroy que pisaron Slytherin, estos no eran malvados, sino ambiciosos, y actualmente se estaban desarrollando fuera del Londres Mágico.

James había tenido suficiente de toda esa estupidez golpeo con fuerza sus manos sobre la madera e irguió su cuerpo ganando toda su altura pueril, todos lo miraron con sorpresa, Jacob Cateármele sonrió en respuesta seguro de que James le daría la razón.

— ¿No te cansas de decir tantas estupideces? — James soltó molesto mirando con rudeza a Jacob. Callen abrió sus ojos con sorpresa, él no esperaba el apoyo de James Potter — ¿Acaso no te das cuenta de que acabas de ser un prejuicioso solo por la procedencia de la casa en la que la familia de Callen ha estado? — espetó — ¿No logras ver que cada palabra que Mione y Sev dijeron es cierta?— gruño sin saber que había llamado con familiaridad a ambos Slytherin — dices que eres noble por estar en Gryffindor, pero estoy seguro que Godric se revolcaría en su tumba si viera a uno de los suyos intimidando a otro por la afiliación de su casa. — tomo sus cosas dejando a todos boquiabiertos y camino hasta donde estaban el extraño grupo de primer año revuelto.

Nadie dijo una sola palabra, ni siquiera los maestros se movieron, Dumbledore miro con interés el nuevo desarrollo y sonrió de medio lado ante lo que miro.

Sirius sonrió brillantemente a su amigo y palmeo su espalda cuando James se sentó junto a él. Frank choco los puños con James, Severus asintió con rigidez, Hermione y Remus le dieron una sonrisa genuina. James suspiro su mente ya no se sentía tan confusa y su corazón ya no estaba más en conflicto. Sonrió a sus amigos y se sirvió el desayuno ayudado por Sirius Black.

Peter los miro con añoranza, él se había sentado cerca de ellos, pero no sabía cómo acercarse, tenía miedo de ser rechazado una vez más, entonces noto la mirada casi dorada de Hermione Fontaine mirándolo con curiosidad, él se sonrojo y sintió sus manos sudar mucho, quizás si hablaba entonces ellos lo aceptarían, estaba tan solo y desesperado de ser aceptado que haría casi cualquier cosa que ellos le pidieran.

Para sorpresa de los Slytherin no solo un león se sentó esa mañana de sábado en su mesa, hubieron otros, de años superiores que se acercaron a los amigos "escondidos" para no desagradar a sus casa, conmocionando a la gran mayoría de estudiantes, Callen fue uno de los que se sentó junto a James quedando frente a Peter y pronto se internaron en una agradable conversación.

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