La oportunidad de Snape para vivir realmente se presenta en el mismo momento de su muerte.
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˚→Esta historia me pertenece, sin embargo, sus personajes así como los escenarios en los que se desarrolla son totalmente obra de...
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Orión tenía entre sus brazos a Eris quien estaba ya mucho más tranquila que antes, ambos estaban agotados por la pesadilla que sin saber habían compartido.
El sonido de la puerta siendo tocada los alertó y sin poder evitarlo ambos alzaron su varita, Eris se sentó frotando su rostro para tratar de despejar el mal sueño, ella miró a Orión y este dijo un "adelante" tras revisar que estuvieran presentables.
La puerta se abrió y un muy sonrojado Regulus se acercó, sus pasos eran lentos, pesados y el cansancio estaba en marcado en su rostro, el parecía miserable.
— Mamá, papá — habló, su voz sonaba rasposa — me duele la cabeza, tengo fiebre y mi piel esta roja — el niño estaba al borde de las lágrimas.
La joven bruja miró su cuello y allí estaban manchas rojas. Ella sintió su frente. — Estas hirviendo — Ella jadeó.
Orión se puso de pie de un saltó el pánico filtrándose por su rostro, aquello solo podía ser viruela de dragón miró nervioso a su hijo, asustado de que aquella enfermedad se lo arrebatará.
— Oh, cariño — Eris suspiró sabiendo que estaba ante claros signos de varicela, ella tiro de Regulus y lo sentó en la cama miró a su prometido — tiene varicela — aclaro y vio a ambos hombres suspirar de alivió.
Estaba demasiado oscuro en la habitación, así que Orión conjuró luces azules alrededor. — ¿Vari...? — Orión pareció confuso sobre el nombre de la enfermedad.
— Varicela, papá — Regulus hablo con suavidad —, no pensé que Tommy me contagiara eso, pensé que era gripe — hizo un puchero y las lágrimas picaron en sus hermosos ojos grises.
Eris suspiró, Regulus a veces iba al mundo muggle a jugar fútbol con sus amigos, le gustaba el deporte y era bueno para su desarrollo, el tener amigos de su edad y fuera de las tonterías sangre pura incluso ayudaba a su crecimiento emocional.
Orión gruño — ¿Cómo le quitamos eso? — pregunto ansioso.
— Necesito ver si tiene más ronchas — Eris contestó con calma, desabrochó la parte superior del pijama, Regulus trató de cerrarla — necesito ver — la voz de ella sonaba suave y dulce.
El niño estaba cubierto de manchas rojas, giró su rostro a un lado — Iba a decírtelo. No desaparecen y pican — hizo una mueca.
— Por supuesto que pican. — Eris frunció el ceño — Es contagioso — suspiró — Probablemente lo obtuvo de esos niños con los que juega — le explicó a Orión.
— Ya me di cuenta — Orión estaba con el ceño fruncido, no tenía nada en contra de los muggles, pero odiaba ver a su hijo luciendo tan lamentable.
— Asumo que nunca tuviste la enfermedad cuando eras niño — Eris miró a su prometido.