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Draco y Hermione habían alejado a todos los que estaban en ese momento, ya luego lidiarían con las repercusiones del accidente, aunque no sabían bien si las criticas irían sobre ellos o sobre la noble y antigua casa Black, después de todo había un hechizo de magia muy oscura sobre el Lord de la misma casa que fue liberado por el estallido de magia pura de Eris.

Draco levito el cuerpo de Orión para llevarlo a la oficina del único hombre que parecía dispuesto a ayudar al joven Lord Black, Orión tenía actualmente veintinueve años por lo que era actualmente solo tres años mayor que Draco y cuatro que Eris, las edades de ambos hermanos invertidas debido al uso del gira-tiempos ilegal en el caso de Draco.

Ophiuchus Prince era un hombre del que Draco solo había oído hablar a su padre antes de su rebelión, un hombre que había repudiado a su hija por enamorarse de un muggle y luego vivió arrepentido ya que nunca más la volvió a encontrar, según su padre, este era el abuelo materno de su padrino, Severus Snape.

— Aquí, puedes dejarlo aquí — Ophiuchus transfiguro con rapidez uno de los sillones para que fuera una camilla más cómoda para el inconsciente Orión.

Draco lo dejo con cuidado sobre el lugar y miro a sus hermanas, Eris parecía un poco mareada y Hermione estaba ansiosa, si eran sinceros con ellos mismos, los tres lo estaban, habían caído en una dinámica familiar donde solo eran ellos contra el mundo y temían que uno saliera lastimado

— Bueno, Merlín santo, quien iba a decir que la nueva Lady Fontaine sería quien liberaría al pobre Orión del lazo maldito — sonrió con una sonrisa de medio lado que a los tres les pareció similar a la de Severus Snape.

— En mi defensa él choco conmigo — Eris soltó buscando como dejar en claro que no era su culpa.

Hermione se rió ante la tonta respuesta y Draco aparto el rostro para ocultar su sonrisa burlona.

— No, no, querida, nadie en el mundo te culparía, por el contrario me temo que Orión esta infinitamente agradecido de haber sido liberado, el pobre se la pasa todo el tiempo que se le es permitido buscando formas de liberarse — explico el Prince — Soy Ophiuchus Prince, para servirles — saludo como todo sangre pura de elite.

— Prince como los Prince de Italia, debo suponer — Draco fue quien contesto con una ceja alzada y mirada grisácea interesada. El Prince sonrió y asintió como su simple respuesta. — Soy Draco Fontaine y estas son mis hermanas menores, Eris y Hermione — presento.

— Es un gusto — ambas damas dieron su saludo breve de cortesía.

Un gemido atrajo la atención de todos y pronto los grises ojos de Orión se abrieron con lentitud, él se sentó de golpe y el mareo lo envolvió, se detuvo un momento para tratar de entender dónde estaba, sus recuerdos eran parcialmente cubiertos por una niebla grumosa que no parecía querer dejarlo.

— Dioses, siento que mi cabeza va a explotar — murmuro sujetando su cabeza entre sus manos, un hilo de sangre descendió por su nariz.

Eris se movió antes de que alguien más lo hiciera, ella sin siquiera detenerse a pensar uso su pañuelo y limpio el hilo de sangre, apoyando con delicado cuidado al atractivo y robusto hombre, luego saco de su elegante y fino bolso un vial de poción adecuada para el dolor en general, luego saco uno que era específicamente para el dolor de cabeza siguiendo la ley de Melendi, que reflejaba que una poción debe tomarse de lo general a lo especifico para tener un efecto adecuado y el tratamiento sea mucho más completo.