Capítulo 8. Dash

2 0 0
                                    

Habría que estar ciego para no darse cuenta de que es perfecta.

Los últimos días han traído consigo un fuerte viento del norte, con el que la temperatura ha descendido unos cuantos grados en un invierno que ya está resultando ser frío.

—Significas mucho para mí, Kenny. Más de lo que imaginas... Y es por ese motivo no puedo seguir haciendo esto contigo.

Kendall parpadea ante mis palabras, sus ojos verdes oscureciéndose todavía más.

—¿Es por tu hijo?

—Él no tiene nada que ver con mi decisión.

O puede que sí.

De todos modos, no voy a pronunciar palabra.

—¿Es porque te pedí que vinieses a vivir conmigo? —Menea su cabeza. Suelto su mano y miro hacia el exterior de la cafetería—. Dash, lo decía en serio. Puedes mudarte a mi piso de forma temporal.

—Contigo las cosas nunca serán temporales, y yo no puedo darte nada de lo que necesitas. Debemos terminar con esto o nos haremos mucho daño... Y te sonará a tópico, pero no eres tú, soy yo —exhalo—. Me agarré a ti porque fuiste quien estaba ahí, frente a mí.

—Así que si fuese otra la que hubiese aparecido en ese dichoso momento, la hubieras elegido... —afirma—. ¿Y por qué siento que me estás dejando si no estábamos ni saliendo?

Inspiro hondo y una punzada de culpabilidad me atraviesa el pecho.

—Ya sabes la respuesta a ello. Tú lo has sido todo para mí, —Me paso la mano por el pelo, demasiado largo como para controlarlo—. Kenny...

—Pero fui un todo que nunca te fue suficiente.

—Ni yo soy quien tú anhelas.

Me fijo en su pelo sujeto en una coleta y la longitud de su cuello.

La contemplo de arriba abajo, pensando en las veces que la había besado, creyendo que eso era lo único que necesitaba. También en la primera vez que la vi y lo preciosa que me pareció... Pero no puedo obviar lo confundido que me sentí ayer tras ser afirmada la suposición de que yo estoy enamorado de ella.

¿Lo estoy en realidad? No.

—Gracias, D. —Sus dedos se tocan entre sí—. Por haberme brindado la oportunidad de conocerte.

Percibo el dolor que emana de su voz.

—Si alguna vez necesitas ayuda... Si necesitas algo, cuenta conmigo.

Kendall me sonríe al mismo tiempo que se levanta de la silla y coge su bolso.

—Lo mismo te digo, compañero.

Salgo de la cafetería y no miro atrás. Tampoco me despido con un adiós ni un hasta pronto, y por cada bocanada de aire y zancada que doy, sé que no voy a volver a verla, que cualquier tipo de posibilidad que en el pasado siempre me arrastraba a regresar a lo que dejaba atrás, ya no está.

Kendall figuraba eso.

Me aferré durante años a una parte de mi vida que hace mucho que se marchitó. Siempre manteniéndome a la deriva y corriendo sin descanso, huyendo de lo que soy o siento. Nunca deteniéndome... Hasta ahora.

Asher me necesita.

Y Entonces Tú [TERMINADO] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora