Capítulo 39. Tasha

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Agosto 2015

Dicen, que no hay nada peor que perder a alguien a quien amas, pero te diré algo... En realidad, sí lo hay, y es perderse a uno mismo.

Cuando llegas a ese punto, a duras penas podrás levantarte.

¿Hasta dónde te dejas caer? ¿Dónde lo haces?

Cuando alguien a quien amabas muere, o simplemente se va de tu vida, una parte de ti siempre estará con esa persona hasta el último de sus días, hasta el último de sus recuerdos. Sin embargo, ¿qué pasa cuando a quien pierdes es a ti mismo? ¿Dónde van esos recuerdos? ¿Esas sonrisas? ¿El calor que siempre se necesitó?

Poco a poco se marchita, desaparece y es enterrado en un lugar que ni tú misma llegas a conocer. Pierdes tu esencia. Pierdes todo a tu alrededor. Todo ese campo de flores que antes tenías, se evapora, quedándose en el baúl de las memorias olvidadas. No pierdes los recuerdos que tienes con otros, o los sentimientos —buenos o malos—, que albergas de ellos. Pierdes los tuyos. Esos que tanto tiempo te costaron construir. Esas pequeñas ilusiones que te hacían volver a levantarte, volver a vivir.

Pierdes a esa pequeña niña a la que le prometiste el cielo, esa que una vez fuiste y que todo lo que quiso fue amar.

Te extravías entre el punto del no retorno y el borde de ese acantilado. Cuando tú mueres en vida, no solo estás renunciando a lo que una vez fuiste, también a lo que podrías haber sido.

Muere todo lo que llevas contigo.

Lloras tanto que no puedes funcionar físicamente ni mentalmente. El pecho te oprime, no puedes ni respirar, exhalar. Y cuando lo logras, todo lo que sale es un grito ronco, silencioso y desesperado.

De vencimiento.

Gritas por dentro hasta que tu garganta se desangra.

Y no termina.

Nada termina.

No hay pasado ni futuro... Tampoco el presente.

Meramente, queda la semilla del ayer.

Hablar es como hacer un panegírico, una y otra vez, para alguien que había muerto hacía mucho tiempo. Esa chica que había sido, se había ido y quería que se quedara allí... Sin embargo, para ella, ella, siempre tendrá una última palabra que decir.

—Te he echado de menos —susurro contra su cabello.

La estrecho con fuerza, mientras me rodea el cuello con sus brazos. Su sonrisa me enternece, incluso aunque no puedo distinguir su rostro.

Y Entonces Tú [TERMINADO] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora