Capítulo 38. Dash

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Se me forma un nudo en la garganta tratando de contener mi furia, porque todo lo que quiero hacer es golpear el dichoso móvil y estar con mi hijo. Cambio el celular a mi otra mano y sacudo la derecha, intentando controlar mis nervios.

—Tiene cinco años, Quinn. Se da cuenta de lo que pasa. Ven a visitar a Asher para que puedas despedirte, si tienes tiempo para eso, por supuesto. Si no, te pediría que al menos dejes de hacerle falsas promesas que tú y yo sabemos que no cumplirás.

—No voy a dejar que todo el mundo piense que estoy bien con que lo alejes de su madre.

Haciendo rebotar mis piernas frenéticamente, paso mis dedos a través de mi cabello mientras medito mi respuesta.

—Por supuesto que no puedes —estoy de acuerdo con ella—. Porque yo no lo alejo de ti y, lo que yo quiera o no, en esta situación, no es lo jodidamente prioritario. Sobre mí y cualquier emoción que tenga, están él y sus necesidades. Todo lo que me importa ahora es lo que ese niño piense de mí, lo que él necesita. ¿Qué crees que acabará pensando él, Quinn? ¿Cuándo crezca y todo se aclare a su alrededor?

Suelta un largo suspiro.

—Pensará que no lo quiero, y todo el mundo también.

Parpadeando rápidamente, paso mis dedos por mi barbilla e intento reírme, pero se me atasca en la garganta.

—¿Y lo quieres?

—Sí, Dash. Pero por fin tengo tiempo para concentrarme en mi carrera. Finalmente voy a volver a hacer lo que amo.

Me dice que no había sentido que tenía tanta pasión por su carrera como antes, y que había sido causado por Asher, que él se había y está apoderando de su vida. Me explica que quiere volver a los tiempos en que no debía preocuparse de un niño para poder audicionar para un comercial de modelaje en el que deseaba estar. En pocas palabras, dice que lamenta la decisión que había tomado hace seis años de haber aparecido en mi apartamento, y que siente que no puede formar un lazo estrecho con él... No mientras esté yo.

Y no puedo evitar pensar en todos esos años en los que él estuvo viviendo con ella, porque así Quinn lo quiso. Ella creía que si renunciaba a la custodia completa de Asher, eso la convertiría en mala madre a ojos de la sociedad. El cómo yo tenía que ver el rostro de mi hijo una vez al mes y, con suerte, dos.

Él jamás se había comportado mal, y nunca hizo una pataleta cada vez que lo dejaba en casa de su madre, sin embargo, tenía esa mirada de tristeza en su cara, como si esa fuese la última vez que me fuera a ver, como si creyera que lo iba a dejar para siempre. Tener que escuchar esas palabras inseguras de su parte, preguntándome cuándo volvería a por él.

Durante todos esos años, me aseguraba de llamarlo para que escuchara mi voz antes de dormir, pero apenas su madre respondía mis llamadas, y cada vez sentía que se rompía algo dentro de mí. En especial, al pensar en lo que él estaría pensando.

Cuando tienes un hijo, todo cambia; desde tu vida social y laboral, hasta la dinámica y el papel que tienes en tu propia vida, incluso en la familia.

Se vuelve tu prioridad.

No me parece bien que alguien hable mal de su madre delante de él, aunque ella se lo merezca. Y yo no merezco menos. Si aquí uno debe juzgar el papel que hacemos como padres, es el propio niño.

—Seré civilizado por el bien de Asher, pero no pasaré un minuto más de lo necesario hablando contigo. Al final, siempre hiciste lo que querías hacer, así que ni siquiera intentes achacarme esto. Ni tampoco a él.

Termino la llamada y dejo caer la cabeza hacia adelante, apoyando mis palmas sobre la repisa. Abro la puerta, y oigo las voces y risas de ambos. Por un momento, estoy tentado a dejarlos solos para que mi hijo, al menos, pueda seguir sonriendo, y no interrumpir el agradable ambiente que ella ha conseguido para él. Sin embargo, no puedo dejar de imaginarme lo que pudo o no pudo decirle Quinn.

Y Entonces Tú [TERMINADO] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora