Capítulo 24. Jane

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El camino a casa pasa en una nebulosa. Parece que alguien haya abierto el cielo con sus manos, liberando la lluvia. Apenas soy capaz de notar el reflejo dorado de las luces en el pavimento mojado.

Al final de la manzana, llego a mi apartamento y, tras subir, me paralizo frente a la puerta. Alzo mi mentón y limpio mis lágrimas, tratando de serenarme.

Con suerte, el maquillaje no se me habrá corrido.

Nada más abrir la puerta, el fuerte olor a galleta me inunda la nariz. Saco mi abrigo y bufanda y las coloco en el armario del recibidor, antes de caminar por el pequeño pasillo y quedarme parada en la entrada de la cocina.

Dash está junto a su hijo cantando "Radio" de Darius Rucker y se encuentran bailando, moviendo las caderas y la cabeza. Están tan metidos en la música que no me escuchan de forma inmediata, lo que me da el colosal privilegio de oír su voz, que es... ¿Cómo definirla? Espantosa. Pero, habiendo sido bendecido con tantos atributos, su mala voz se le perdona. En cambio, Asher lo hace bastante bien. Los dos se ríen y la mirada del pequeño está tan llena de vida, de luz, que siento como una sonrisa cubre mi rostro. Casi terminando la canción, Dash agarra a su hijo en brazos y, el niño, suelta una enorme risa, sujetándose del cuello de su padre. Entonces, solo entonces, Dash me ve y sus movimientos se paran, deteniendo la música.

—¡Jane! —grita Asher al avistarme.

Me cruzo de brazos.

—Tu padre canta bastante mal... Viniendo aquí, he visto como varios pájaros alzaban el vuelo tapando sus oídos —bromeo.

—Vamos, Jane. Un abrazo de tres —dice Asher, agarrando los hombros de su padre—. ¿Verdad, papi?

Dash cambia a Asher de lado, y lo achucha solo con un brazo para abrir el otro para mí.

—Un abrazo —musita Dash.

Noto como los ojos se me empañan en cuanto el brazo de Dash me rodea y su mano empieza a acariciar mi espalda como, si por algún motivo, supiese lo que me sucede. Somos una maraña de brazos, y pasan incontables segundos hasta que Asher se baja de la sujeción de su padre, sin embargo, Dash me mantiene a su costado, enlazando sus brazos alrededor de mi cuerpo.

Y todo huele a Dash.

Presiono las almohadillas de mis pulgares contra mis párpados, haciendo retroceder la humedad.

—Tengo una sorpresa para ti —dice Asher, sonrojándose—. No te vayas de aquí.

No puedo inhalar ni exhalar, el aire en mis pulmones quedándose atrapado. Segundos, tal vez siglos, pasan antes de que los brazos de Dash se aflojen, y lo miro tragar más allá del nudo en su garganta.

—¿Pasa algo? —pregunto.

Su gesto me sorprende, pero, tal vez, se está esforzando por observarme con atención como yo lo hago con él. A lo mejor es la primera vez que nos vemos el uno al otro de verdad.

Dash contiene la respiración, y una expresión de dolor brilla a lo largo de su rostro.

Tomada desprevenida, sacude la cabeza.

—Sé que puede que no lo parezca ahora mismo, pero tu ex prometido te hizo un favor.

—¿Desperdiciar seis años de mi vida?

—Creo que está loco por dejarte ir —suelta—. Nunca encontrará a alguien como tú. Pero, en cierto sentido, tienes razón. No has experimentado lo suficiente como para saber si él fue el indicado. Solo has estado con un hombre formalmente, un hombre en toda tu vida. —Sus ojos se deslizan sobre mí—. Te mereces ser feliz.

Y Entonces Tú [TERMINADO] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora