Epílogo. Jane

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Me gustaría decir que esta fue nuestra historia, una en la que nos conocimos, Dash, nos enamoramos y entregamos nuestro corazón al otro, pero en realidad nunca ocurrió... Aunque sí lo fueron las historias de cada uno de los que salen en ella, la tuya y la mía; las palabras nunca dichas, esos miedos, esos atisbos de culpabilidad y la rotura.

Siempre estuve sentada al borde del precipicio, imaginando una vida para ser feliz, y fue en ese instante donde descubrí que frente a mi tumba es donde te vería nacer.

Nos hacen creer que el amor nos salvará, pero es el amor propio el único que puede salvarnos y el más difícil de conseguir. E incluso el último día, aún no fui plenamente consciente de hasta qué punto había desaparecido dentro de mi propio cuerpo, ni de que los últimos años se habían convertido en el paso de días, semanas y meses sin más relatividad de lo que significa el simple y metódico paso del tiempo porque, a pesar de que este transcurrió, yo no lo hice. Mis miedos nunca lograron detener a la muerte, sino mi vida. Y en los últimos segundos lo supe; mientras todos veían mis flores, yo solo quería que mis raíces llegaran a florecer, sin embargo, llegó el invierno y ya no supe qué hacer. Mi sangre se congeló al sentir el frío suelo, solté un grito ahogado, y caí de rodillas. Dirigí mi vista hacia atrás y, entre tanto silencio ensordecedor, lo vi.

Dash fue a la última persona a la que vi, junto a su hijo. Salté aquella mañana, ahogada en mis propias manos, sin tener una a la que agarrarme. Y es ahora que mi corazón ya no late en mi cuerpo, sino que se halla en las manos del hombre que decidió hacer del mundo de su hijo un lugar mejor, tras recibirlo a causa de un fortuito ataque de corazón.

Yo respiré mi aliento, él exhaló.

Yo apreté el gatillo, él volvió a latir.

Yo dejé de sentir, él hizo que Asher lo sintiera todo.

Tasha nunca existió, desde el principio ella fue yo. Yo fui ella.

Es imposible saber lo que otros llevan en sus corazones, lo que realmente y de forma cruda, ocurre en sus mentes... Y, los humanos, nos pasamos la vida juzgando a otros por sus actos, lo único que podemos ver en ellos. Damos por hecho que, al crecer, sabremos lo que queremos, lo que somos, sin embargo, permíteme decirte que jamás lo sabrás totalmente, y no hay nada malo en ello. Mientras te conoces a ti misma, también conocerás esas mil versiones que eres en los mil contextos diferentes en los que te hallarás; algunas de ellas te resultarán dolorosas de aceptar, otras te llenarán de orgullo, pero sea como fuera, nunca dejes de observas y de tratar de ver más allá que las simples palabras del "estoy bien", incluso en tu propia persona.

Todos sangramos, incluidos aquellos que siempre están mostrando su más grande sonrisa.

Tú, lector, siempre podrás volver a atrás, para vivir lo que yo nunca podré sentir... Porque así habría sido mi vida si hubiera logrado escapar de mi propia prisión.

Y es que, a veces, el epílogo de una historia es el comienzo de otra.

Y Entonces Tú [TERMINADO] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora