Capítulo 35. Jane

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Dos personas que querían olvidarse de todo juntas. Hay, al menos, un millón de maneras en que esto puede salir mal. Sin embargo, de algún modo, puede que no sea olvidar, sino que lo que hacemos Dash y yo es latir al mismo ritmo; respirar un mismo aire y sanar conjuntamente.

Sus brazos se mantienen firmemente alrededor de mis hombros, sus ojos se abren mientras trata de leer todo en mí. Mis palabras apenas habían sido audibles, pero sé que Dash las ha escuchado.

Retrocedo, desesperada por alejarme de la situación en la que me estoy metiendo, sin embargo, él no me suelta.

Dejo ir el aire que no sabía que había estado conteniendo.

—Veo a la gente con niños por la calle y me pregunto si son conscientes de la suerte que tienen —susurro con la voz temblorosa.

—Sí, y te alegras por ellos, pero al mismo tiempo te sientes enfada, puede que triste. ¿Cierto?

Asiento y me siento culpable por sentir ese resentimiento.

Llevo mucho tiempo enfadada conmigo misma, por sentir esto y, admitirlo en voz alta, es casi liberador a la vez de duro, porque durante años me sentí molesta con mi cuerpo y su incapacidad de hacer aquello que debía: crear una familia. Y pasé años creyendo que, tal vez, el problema era de los dos, tanto de Brett como mío.

Al final, resultó que no era su culpa.

Él puede tener hijos.

Y yo... Mi cuerpo los rechaza y la posibilidad de que algún día sea madre, es demasiado baja.

—Lo estás haciendo de nuevo.

—¿El qué?

—Poner el dolor de otros por encima del tuyo. Está plasmado en tu rostro, Jane.

Sonrío y me encojo de hombros.

—Es mi don y mi maldición.

Sus ojos están llameantes en su intensidad, mientras buscan los míos. No soy capaz de apartar la mirada, contemplando profundamente en su alma. Pasa su nariz por mi mejilla, murmurando en mi oído, esta vez las palabras goteando tristeza:

—Se te permite pensar en ti primero. Perder a alguien tan cercano es más que suficiente para oscurecer el corazón... Pero que sea un hijo el que se muere... Nadie nos prepara para ello.

Dash gira mi mano y me besa en la parte trasera. Luego la sostiene contra su mejilla, sin decir nada más, proporcionándome el tiempo que necesito.

Me preocupa ofrecerle demasiada información, ser demasiado sincera. Y puede que no debería contárselo todo todavía, pero él necesita saberlo. Quiero que lo sepa. La empatía es una de las emociones que llenan a Dash entre sus otros llamativos rasgos, como esa mirada, que parece que siempre ve mucho más adentro de mí, de lo que yo pretendo.

—Sufrí cinco abortos —confieso—. Dos de ellos estaban fuera de mi útero. Los otros los expulsó mi cuerpo a las dos semanas... Y... ella... —las palabras me pesan—. Estaba de seis meses cuando murió dentro de mí. Tuvieron que intervenirme de urgencias y... no lograron salvarla... Yo... Yo estuve sola en el hospital, mi madre no podía hacer nada, pero Brett... Él... —la voz se me atasca en la garganta.

Su otra mano asciende hasta mi mejilla. Su rostro se pone blanco, la luz refleja las lágrimas en sus mofletes.

—No hace falta que lo digas... Menudo cabrón.

Me sorbo los mocos y me limpio los ojos.

—Estuve a nada de ser madre.

¿Cómo era posible que esté mirándome de esta manera, con la pena inundando su rostro y una cálida simpatía en los ojos?

Y Entonces Tú [TERMINADO] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora