Capítulo 27. Dash

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Cierto vigor que nunca había visto en mí en ningún otro día al volver a casa del trabajo, me embriaga. Es pasada ya la medianoche cuando logro regresar al apartamento, pero antes de que pueda girar la llave y entrar, la puerta del lado se abre y Mackenzie se asoma por detrás de la misma, con sus rulos y rejilla colocados en su cabeza.

—¿Dash?

Tiene ochenta y dos años, y sus ojos y oídos funcionan mejor que los de cualquier persona.

—Sí, Mackenzie, soy solo yo —digo por encima del hombro—. ¿Qué hace despierta?

—Con los años se pierde el sueño, y cualquier sonido me despierta —responde—. Su hijo y su esposa ya están en casa. Asher se quedó hasta las siete de la tarde, y les di la cena que tú me dejaste preparada, joven.

—Gracias Mackenzie... Pero Jane no es mi esposa.

Alza su mentón.

—Estáis conectados, y si no es ahora, acabará casándose contigo. Puedo verlo.

Abro la puerta de mi apartamento antes de susurrar un leve: Ten una linda noche, Mackenzie, que es respondido por un asentimiento de cabeza.

—¿No tienes sueño o estás cansado? —escucho la voz de Jane nada más entrar al apartamento.

Miro el reloj.

Son las tres y cuarto de la noche.

Debería alejarme de Jane, pero el problema es que no quiero hacerlo. Además, no sé cómo se supone que debo mantener la distancia mientras estemos viviendo bajo el mismo techo.

—Estoy cansado, pero estaré bien durante una hora más o menos.

—No tienes que hacer esto, lo sabes, ¿verdad? —susurra, dejando el control remoto sobre la mesa—. No quiero mantenerte despierto. Puedo ver que estás agotado.

Me siento a un extremo del sofá y, cuando me arriesgo a mirarla, me doy cuenta de que ella ha dejado un asiento vacío entre nosotros. Se acurruca sobre sí misma, con ambos pies plantados en el sofá, la barbilla apoyada en sus rodillas y los brazos rodeando sus largas piernas.

Mis músculos se ponen rígidos, y por un momento siento el impulso de abrazarla, sin embargo, no lo hago, porque me aterra lo que me hará sentir su cuerpo contra el mío.

—Estoy bien. Relájate. Si me duermo, me duermo. Está bien. Mientras no dibujes cosas extrañas en mi cara con permanente negro o en otro color, deberíamos estar a salvo.

Gira su rostro, me sonríe y noto que intenta disimular un bostezo.

—Está bien, nada de permanente.

Quince minutos después de empezar la película, me desvanezco en mi propio sueño y, no sé en qué punto del film sucede, pero ella también se queda dormida, ambos en lados opuestos del sofá. Sin embargo, cuando me despierto temprano en la mañana, tomo consciencia de que ella se halla medio tumbada encima de mí y yo tengo mis brazos alrededor de su cintura, abrazándola lo más cerca posible de mi cuerpo. Nos habíamos debido de mover mientras dormíamos y, con ello, nos encontramos el uno al otro.

Nunca en mi vida había abrazado a alguien durante toda la noche —excluyendo a Asher, al cual sí abrazo—. Cierro los párpados y dejo caer mi cabeza sobre la de ella, inhalando su aroma y sintiendo su respiración contra mí. Me quedo junto a Jane otro rato más abrazándola, tratando de memorizar cómo se siente tenerla entre mis brazos. Muevo mis labios a su frente más firmemente, y también deslizo mi brazo debajo de ella, sosteniendo su hermoso rostro.

¿Jane sabe que mi mano tiembla apoyada en su mejilla? ¿Que, poco a poco, me estoy enamorando, incluso mientras la besé pretendiendo que era algo más que mi amiga? ¿Sabe lo mucho que me remueve por dentro?

Y Entonces Tú [TERMINADO] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora