Capítulo 30. Tasha

1 0 0
                                    

Julio 2014

Últimamente, todo lo que hice es fingir, pretender que estaba bien frente a mis seres allegados, a mis compañeros de trabajo. Ponía una expresión valiente... Y luego, tras un demoledor día, me iba a la cama, sin querer nada más que arrancarme la piel. Hasta que fingir se volvió tan difícil, que no pude ni mentirme a mí misma. Mi rutina había sido gris, oscura desde que se fue; empezaba de nuevo cada día mi rutina laboral, revisaba el correo, tomaba mi café y, después, me concentraba en leer toda mi bandeja de entrada de mi email, mientras me dirigía a mi trabajo.

Y así ha sido desde hacía casi cinco años. Cinco largos años de infierno, añadidos a los que ya tenía a mis espaldas.

Mi mano temblaba mientras marcaba el número. Cuando una de administración contestó, me obligué a mí misma a decir que no me sentía bien y que no iría a mi turno del día siguiente. Ella se mostró comprensiva, incluso me dijo que me debía estar sintiendo realmente enferma si estaba ausentándome del trabajo, ya que jamás había faltado antes. Me deseó una pronta recuperación y, simplemente, le di las gracias y colgué.

Después, sentí una pequeña sensación de alivio.

Desde entonces, han pasado cinco meses.

—Cariño, pensé que tal vez vendrías a casa conmigo —musita mamá desde su celular—. Que vivirías conmigo.

No quería lastimarla más de lo que ya lo había hecho, de lo que voy a hacer, pero es que no puedo ir con ella, no ahora.

Ese ya no es mi hogar.

—Mamá, no puedo.

Permanece en silencio.

Ella necesita entender que mi hogar está aquí, y es donde quiero pasar mis días.

Siento como, a través del su móvil, está haciendo una mueca.

Y simplemente dejamos de hablar.

Cuelga, y vuelvo a mí misma, cubriendo mi rostro con la manta.

El sueño se repite una y otra vez. Su semblante lleno de lágrimas a causa mía, diciéndome que fue mi culpa. Sigo sufriendo todas las malditas noches, cuando despierto de esa pesadilla, quedándome con ese amargo sabor de miedo y pánico en mi boca; allí estaba, metida entre otros brazos. Era la cosa más pequeña que había visto en mi vida. Sabía que yo estaba rota, pero no vi nada de eso al vislumbrar sus ojos. Todo lo que vi fue la perfecta perfección a la que no podía llegar.

Mi corazón se regocija de tener en ese momento de su corta vida capturada para siempre en mi memoria.

Solo quiero recostarme aquí hasta que todo se apague. Hasta que no tenga fuerzas ni para esto.

¿Qué dirías si tuvieras una última oportunidad para decir adiós?

¿Cómo sobrevives después de la última pérdida?

Y Entonces Tú [TERMINADO] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora