Capítulo 16. Tasha

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Agosto 2009


Encendiendo el interruptor de la luz y dejando mis zapatos en el armario a un costado, cierro la puerta de entrada.

Todo está en silencio.

La tristeza demasiado familiar cae sobre mi persona y, de nuevo, deseo volver al pasado. Me despierto todas las mañanas con el corazón expuesto y las heridas abiertas con el dolor tan fresco y casi reciente, que no detiene su salida a través de cada parte de mi cuerpo. Me siento incapaz de decir lo que se siente peor: revivir esa misma pesadilla todas las noches, o despertar en una vida que no quiero vivir, que no puedo vivir.

El apartamento está silencioso.

Me arrastro al colchón que Jane había insistido en comprar, porque decía que un buen sueño podía repararlo todo, y me envuelvo alrededor de la almohada.

Siento surgir la oleada de energía, y allí está... Tan real.

Aprieto con fuerza mis párpados, dejándolos cerrados un instante más. Solo un poco más. Los recuerdos son todo lo que poseo, y me aferro a ellos como si fuesen mi último suspiro, porque sé que una vez se desvanezcan, no habrá razón para seguir adelante.

A las seis oigo la puerta principal abrirse.

La bilis se eleva en mi garganta.

Respirando profundamente, me paso las manos a través del cabello y me arrastro desde el pasado en el que estaba sumergida en las últimas horas, forzándome a salir de la cama.

Jane tenía que volver pronto, pero no es ella.

Todavía no.

Lo veo poner su mochila en la isla de la cocina, justo en el lugar donde yo me detengo, y tira de su corbata.

—¿Comida?

Tomando asiento, coloco un poco de patatas y pollo en su plato y escojo una porción para mí, empujándolo alrededor del mío. Levanta su tenedor y empieza a comer, en silencio.

Rara vez puedo soportar algo cuando está cerca.

Al salir de la cocina, recojo los platos y guardo el mío sin tocar en la nevera, mientras que el suyo lo pongo bajo el grifo. El agua corre entre mis dedos y todo mi cuerpo se sacude al oír como grita desde el baño. Cierro el grifo y camino de vuelta a la habitación.

Silencio.

Sus pasos.

Todo está oscuro cuando noto como a mi lado, el colchón se hunde.

—¿Estás llorando de nuevo?

No contesto.

No quiero pelear, decirle que sí lo hago. Es agotador tener que dar respuestas cuando ni yo las tengo, y tener que justificarme por ello. No consigo nada; e incluso si lo hiciera, seguiría sin ser feliz, así que en realidad no importa de todos modos.

Y Entonces Tú [TERMINADO] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora