Capítulo 19. Jane

1 0 0
                                    

Los recuerdos están empezando a fluir después de nuestra charla, y sé que pronto llegará a mi punto de ruptura. Muerdo el lugar de mi labio que tiembla, negándome a derramar las lágrimas que se acumulan en mis ojos.

Tasha había sido la única que lo entendía, el que decidiese quedarme aquí.

—Corey y yo te amamos.

—Lo sé, Felicity. Yo también los amo... Pero eso no cambia nada. Este es mi lugar, es mi hogar... —La tristeza nubla su cara—. Y aquí, ahora, soy feliz.

—De acuerdo. —Se aleja de la cámara—. Pero no me daré por vencida contigo. Corey y yo estaremos allí en unas semanas. Los niños se quedarán con mis padres. ¿Y la esposa de tu compañero? ¿También vive con ustedes?

—¡Oh! No, no hay esposa. —Me encojo de hombros—. Es un padre soltero.

—¿Y qué edad tiene?

Felicity está claramente intrigada.

—Más de treinta.

—Un padre soltero caliente. Puede que no tenga esposa, pero sí novia.

—No la hay... —Sus ojos se abren de par en par con sorpresa—. Y, Felicity, no te hagas ilusiones.

—Huh.

Tras contarme acerca de su vida, cuelga el móvil y aprovecho que estoy sola en el apartamento, para prepararme un dulce baño de burbujas. Justo cuando mi cabeza toca la almohada de la bañera, un fuerte ruido suena afuera. Mis párpados se abren mientras espero otro más y, al no sentir nada, apago la música esperando varios segundos en silencio, sin embargo, el sonido se vuelve más fuerte que el anterior.

¿Quizás Dash había olvidado las llaves?

—¡Dash! —grito mirando por la puerta del baño.

Agarrando mi bata y colocándomela, maldigo cuando mis pies dejan rastros de agua a lo largo del suelo hasta que llego a la puerta. Mis dedos agarran el picaporte antes de abrirla de par en par y, una vez abierta, observo al chico que hay frente a mí; tiene probablemente unos treinta años, tiene el cabello color chocolate y los ojos verdes más brillantes que jamás haya visto. Alto, ancho, y fácilmente el hombre más caliente está aquí, proyectando una sombra sobre mi rostro. Es enorme, pero no de una manera siniestra.

Tardo dos segundos, el tiempo que dedico a estudiarlo, en darme cuenta de que es testigo de mi apenas bata de seda cubriendo mi cuerpo.

Mortificada, cubro mi rostro, maldiciendo en mis palmas.

Con mis manos todavía escondiendo mi cara, abro mis dedos y miro a través de las grietas.

—No eres de por aquí, ¿verdad?

Una baja risa retumba desde lo más profundo de su garganta.

—¿Cómo lo sabes?

Suelto mis manos de mi cara, señalando mi puerta.

¿No es obvio?

—¿Necesitas ayuda para urdir en mi apartamento? —inquiero.

Mira por encima de mi hombro, soltando un breve suspiro.

—Yo... Puede que esté teniendo algunos problemas con la llave... —Entrecierra sus ojos, mientras lo escucho con escepticismo—. Puede que haya golpeado por error el jarrón y lo haya derribado. —Miro al piso y observo los diminutos fragmentos de cerámica esparcidos—. No eres Clifford.

Levanto la vista en su dirección.

—No, no lo soy. —Apunto hacia la puerta donde antes vivía Dash—. Ahí es el lugar que buscas. —Me sonríe, sus ojos sin apartarse de mi cara—. ¿Eres nuevo en la ciudad o estás de paso?

Y Entonces Tú [TERMINADO] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora