Capítulo 28. Tasha

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Agosto 2013


Mamá,

Sé que siempre diste lo mejor de ti e hiciste lo que tenías que hacer para mantenerme a flote, pero, a veces, no basta recibir todo el amor del mundo, si aquel que lo coge, no está preparado para aceptarlo.

Siempre he vivido con la sensación, de que era esa pieza extraviada de un puzle incompleto. ¿En qué momento empezó mi tristeza? ¿Cuándo dejé de sonreír? ¿De vivir? ¿Fue cuando lo perdí todo? Pero ahora, que estoy aquí, empiezo a ver que esto no lo hago por la pérdida, sino por la esperanza de que ese dolor hueco en mi pecho, algún día pueda llegar a llenarse de calma y serenidad. Puede que seas la mayor persona, con las mejores intenciones de ayudar a quien lo necesita... Sin embargo, ¿alguna vez quise ser yo salvada? ¿Cómo se supone que debo hacer para volver a vivir?

¿Recuerdas las tormentas de verano que caían cerca de la playa? Solías decir que eso nos traería problemas, que los que venían al pueblo a disfrutar de las maravillosas vistas, se irían. Pero recuerdo esa vez en que me dejaste ver ese insuperable fenómeno. Cogí un saco de dormir, y pasé la noche entera en el pequeño invernadero que antes teníamos. Fue el segundo año después de que nos mudáramos. Y, esa, es una de mis mejores memorias de infancia. También, de los últimos en los que me recuerdo sonreír.

No mucho después de eso, enfermaste. Quizás fue por ese tipo que te prometió el mundo, y lo único que te dio fueron desgracias, malos tratos... O puede que fuese yo, que no supe ver lo destruida que estabas y que habías tratado de ocultarme hasta que no pudiste más. Supiste remontar, como la gran luchadora que fuiste, sin embargo, yo jamás fui la misma.

Quise huir de eso, de ese pueblo, de los recuerdos que arrastraba conmigo y de esa amarga y ácida sensación de que todo lo que uno tiene, siempre se pierde.

Tarde o temprano, siempre llega.

Creí que era la maldición de vivir allí, que si me iba lo suficientemente lejos, todo se olvidaría.

Una vez más, estaba equivocada.

No puedo huir de algo que siempre ha estado dentro de mí, y ahora tampoco puedo irme de aquí, porque eso sería traicionarlos, renunciar a ellos, y sé bien que la solución no es marcharse... Me carcome la culpabilidad, sus rostros cada noche en mi mente, y hasta el sonido de las voces de desconocidos me lastiman.

Este es mi momento de despedirme de ti, de todo lo que este pueblo alguna vez representó, aunque sé que algún día nos volveremos a ver las caras

Solo puedo decirte: gracias.

Tras terminar de escribir, doblo el trozo de papel y lo guardo dentro del sobre de color crema que hay sobre mi mesa.

Todavía no ha llegado mi momento, mi adiós definitivo, sin embargo, este se halla más cerca incluso de lo que yo pensaba. Y cualquiera que ahora entrara en mi mente, sabría, que yo ya no estoy viva.

Y Entonces Tú [TERMINADO] (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora