28. El reencuentro

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28. EL REENCUENTRO

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Daenyra debía admitir que la maternidad lucía bien en Alicent. Su primer nieto, Aegon Targaryen; había nacido hace exactamente un ciclo. Tenía el cabello blanco de Viserys y los ojos de Alicent. Se sentía orgullosa cada vez que pasaba por la habitación de su hija.

Pero la sensación de traición seguía latente en su pecho.

Su hermano y su hija se casaron hace un año, los días habían pasado con lentitud desde entonces. Daemon fue expulsado desde el incidente con su sobrino fallecido y comenzó una guerra contra la Triarquía. Desde hace mucho tiempo no lo veía y Daenyra comenzaba a entrañar su juventud.

Rhaenyra y Alicent habían roto su relación.

Daenyra trataba de comprender a su sobrina y el porqué de sus acciones, pero a la vez, sentía compasión por su hija. La pelirroja nunca lo dijo, pero su madre sabía que Alicent sentía algo más que amistad por Rhaenyra. A fin de cuentas, su hermano y su esposo arruinaron muchas vidas.

La mañana comenzó un poco fría. Se celebraría una cacería durante el mediodía en honor al nuevo príncipe de la casa Targaryen. Pese a ello, Daenyra no quiso ir, la noche fue dura para ella.

Los dolores de estómago eran fuertes; desde hace dos meses que había comenzado con unos cólicos fuertes que la hacían sentir mal. Viserys mando a llamar a varios maestros desde la ciudadela para poder encontrar la razón de la dolencia de Daenyra, sin embargo; no pudieron hallar nada.

Ella se quedaría en el palacio mientras los demás irían a la cacería. Unas pocas mucamas se quedarían al cuidado de la princesa.

— Princesa —le habló una de ellas —, el rey está por partir.

— Oh. Está bien —asintió Daenyra y se levantó con gran esfuerzo de la cama.

Anoche había sido una de las peores de su vida, el dolor de vientre había sido tan fuerte que hasta el mismísimo demonio -Otto Hightower-, tuvo que venir a cuidarla. Le preparó un mate diciendo que la calmaría el dolor, pese a ello, el dolor empeoró cada vez más.

Se levantó y mandó a su dama a traerle un vestido ligero. Cuando lo hizo, se lo puso y se peinó un poco. Camino hasta el espejo donde se miró y vio las grandes ojeras oscuras que adornaban su rostro. Bufo un poco cansada, su piel lucía muy amarillenta.

Salió finalmente de su habitación después de largos días. Camino con gran lentitud hasta la entrada de la fortaleza roja donde los guardias y la carroza del rey estaba lista para partir.

El primero en verlo fue su nieto.

— Nana —murmuró señalando.

Aegon, quien estaba en brazos de su madre, provocó que se diera la vuelta para ver a la madre de Alicent.

THE LAST GREAT DYNASTY | House Of The DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora