40. Revelaciones y verdades

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La primera acción de Daenyra fue alejarse de Balerion y agarrar a sus hijos para ponerlos detrás ella

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La primera acción de Daenyra fue alejarse de Balerion y agarrar a sus hijos para ponerlos detrás ella. El lugar se sumió en un silencio que la princesa plateada pensaba que, podía escuchar inclusive hasta la respiración forzosa que soltaba en estos momentos. El polvo cubrió todo el ambiente lo cual imposibilito su visión.

Tosió levemente.

— ¿Mami? —reconoció a la perfección la voz de su hijo menor.

Aegon era el más pequeño y asustadizo de los tres. Siempre buscando la atención de su madre y siempre asegurándose de estar cerca ella.

— Tranquilo, mi niño —hablo intentando sosegar el miedo.

Hasta Canibal se puso inquieto. Daenyra lo notaba. El dragón negro miraba a los lados intentado encontrar la causa del ruido, pero, al igual que su jinete; su percepción del ambiente estaba cegada por el polvo. Decidió entonces quedarse con su jinete. Debía protegerla, no importara el que.

Balerion en cambio, gruñía levemente, pero soltaba leves chillidos; como si estuviera llorando. Daenyra lo tomo de igual manera, protegiendo al animal como si se tratase uno más de sus hijos.

El rugido volvió a resonar y esta vez, Daenyra identifico el origen. Sonaba como un... dragón. O bueno, era un dragón. Aun no podía visualizarlo, pero, su ansiedad y temor comenzó a sobrelevarse.

¿Un dragón?

¿De dónde salió uno?

Estuvo mucho tiempo en Valyria y nunca encontró ninguno. Además... bien sabia la princesa que los dragones fueron consumidos por el fuego de la lava cuando la maldición de Valyria ocurrió. Ninguno de ellos sobrevivió.

Daenyra obligo a sus hijos a agacharse cuando una sombra gigantesca sobrevoló encima de ellos. Los tres niños gritaron por el terror que recorrió sus pequeños cuerpos, Daenyra se contuvo de hacerlo. Debía mostrar fortaleza, pero parecía ser imposible no agitarse ante la vista.

El suelo tembló y provoco que Daenyra cayera al suelo. Y como si fuera algo extraño, el polvo se esfumo y frente a ellos, una gigantesca mancha negra se presentaba. Ese momento fue... el temor, horro y miedo se juntaron en uno solo y recorrió una sensación de pavor a Daenyra de pies a cabeza.

Un dragón.

Tan parecido a Canibal. Era negro, pero la discordancia entre Canibal y este; los ojos del primero eran verdes y del ultimo... eran rojos. Como el mismisimo fuego. Asimismo, debajo de sus escamas, parecía tener fuego hirviente. Tal cual como Balerion. La impresión era inmensa.

— Canibal —susurro levemente. El dragón se enderezo mirándola —, niños, vayan con Canibal...

El dragón gigantesco parecía ser más grande que lo que alguna vez fue Balerion. Daenyra recordaba haber leído varios escritos en los libros de la biblioteca de Desembarco que hablaban del aspecto físico del yerro negro. Los dientes eran del tamaño de espadas y su mandíbula lo suficientemente grande como para tragarse a un mamut entero de un solo bocado. Su fuego era negro, al igual que sus escamas, y su envergadura era tal que pueblos enteros se oscurecían cuando pasaba volando.

THE LAST GREAT DYNASTY | House Of The DragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora