Le dijeron que se quedara escondida.
Le dijeron que, si no lo hacía, sería peor a como lo es todos los días.
Se muerde los labios, aprieta sus piernas y moquea, aguantando hacer ruido al llorar.
Metida en su pequeño rincón.
La puerta del cuarto es abierta.
Los muebles son movidos con dificultad.
Esconde el rostro entre sus rodillas, llenas de raspones y descubiertas; sus brazos cubiertos por un suéter gris y apenas útil para protegerla mínimamente del frío. Tiembla repetidamente, pidiendo que no la vea. Que sea una mancha negra en la habitación y no la vea.
Tan solo no-
—Hola.
Se tensa, habiendo escuchado la voz suave que la saluda.
—Hey, no tengas miedo. Ya no van a disparar más. Tampoco vamos a hacerte daño.
Da un chillido agudo, con la mano relativamente pequeña tomando su brazo. Se atreve a levantar un poco la cara, encontrando las luces encendidas y un rostro mucho más dulce, ameno y amable del que temía encontrar; tampoco se parece a nada que haya visto. Es un hombre de mejillas suaves, labios gruesos y ojos pequeños; todo su cabello es blanco. Le recuerda mucho a su abuelo, pero luciendo igual de joven que su papá.
Sus labios tiemblan más, apretando las manos en sus brazos.
—No hay niños en ningún otro cuarto—La niña da una exclamación, siendo que un hombre enorme entra con sangre en la ropa, una cortada en la cara y un arma de asalto en las manos—. Aunque dudo muchísimo que hubiera solo una niña.
— ¿Puedes salir? La estas asustando.
El otro hace puchero y se retira. Exclama sin aire, volviendo hacia el hombre de rostro dulce. Él se lleva una mano al pecho.
—Yo soy Jimin. Vengo de un grupo no muy lejos de aquí—anuncia en voz baja y la niña respira por la boca—. Uno que quiere ayudarte, pero debes permitirnos ayudarte a ti y a todos los demás que lo necesiten.
—M-mientes... qu-quierenes diceng eso mientren. —Su forma de hablar es tan torpe y nerviosa que Jimin la ve con más preocupación. Gesto que a ella le recuerda a su papá y a nadie más.
—Sí, comprendo que muchas veces es así—Corresponde y ella solloza—, pero te prometo que no será así esta vez... ¿Quieres algo en específico ahora? Un juguete, comida-
—Pa-pantalón...
Jimin asiente y se pone de pie, saliendo del cuarto. Ella espera donde está y segundos más tarde, el hombre regresa con la prenda de ropa— ¿Puedes ponértela sola? —. Ella asiente y la toma. Jimin se da la vuelta y pone las manos tras su espalda. En todo momento ve sus manos: están vacías. Aunque trata de hacerlo, no puede ponerse el pantalón; sus piernas le duelen demasiado.
—No puedo. —gimotea desesperada.
Jimin se gira y aunque la ayuda a ponerse de pie, nota que no puede afincar los pies.
— ¿Te hicieron algo en las piernas?
—N-no- sí, yo-
—Vale, vale.
La sube a un mueble y con cuidado le pone el pantalón. Estando lista, Jimin le ofrece cargarla, ella extiende las manos y con lo pequeña que es, solo luce de menor edad. Estando en los brazos del hombre, ella se da cuenta de que ciertamente, no hay más disparos.
Solo hay cadáveres en el suelo.
Todo destruido, con manchas y señales del conflicto que se llevó a cabo. Aprieta la ropa de Jimin en sus puños y tiembla. Jimin le da palmadas en la espalda, empezando a tararear hasta llegar al exterior del edificio.
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Sempiternal: Battlefield || BOOK 5#
Fanfiction"Lo peor que les pudo haber pasado, es encontrarnos y peor aún, habernos retado. Estamos juntos. Caídos de gracia, rotos y contaminados como un muerto en vida, pero ¡Esa es la mejor parte! Cuando nosotros como espectros infernales los acabemos en c...