40. Zona de guerra que termina en el río

499 107 71
                                    

—Sé sincero ¿De verdad estamos cerca del maldito rio? —pregunta Jin a Hongjoong. El hombre asiente, metido en tres abrigos, cada uno más grande que el anterior. Es casi un misterio como puede conducir de esa manera y no morirse en el intento.

Además de llevárselos a todos con él.

—Según el mapa, sí, deberíamos estar ahí en un par de horas.

—Con suerte, no cruzaran para allá. —dice Jin en voz baja, levantándose de donde estuvo sentado y yendo a la parte de atrás de la casa rodante. Encuentra a Jimin y Jungkook dormidos, Namjoon leyendo, con su pierna casi totalmente bien; Hoseok dedicado en componer algo, tarareando y balbuceando para sí mismo.

— ¿Yoongi dónde está? ¿Y Tae?

—Deben estar en otro auto, aquí ya íbamos un poco sobre cargados—responde Namjoon bajando el libro—. No he podido llevar un conteo ¿Ya estamos cerca del rio?

—Sí, nos retrasamos muchísimo, pero ya estamos a poco de cruzar y estar en Rusia. —anuncia sentándose al borde de la cama. Namjoon asiente y vuelve la vista a su libro. Quiere terminar de leerlo antes de llegar a Rusia. Una especie de reto personal. Jin le da un beso en la sien, tan solo por querer besarlo un poco.

Se han atrasado demasiado culpa del clima y el problema con los Alphas. No obstante, ya se saben muy cerca de Rusia. Más cerca de la libertad de lo que han estado en varios años a este punto. Jin se percata de que Jimin arruga la cara y se remueve un poco en su sitio.

—Ay no, está teniendo una pesadilla. —dice Jin en voz baja. Hoseok hace puchero.

— ¿Deberíamos intentar despertarlo?

—Creo que eso podría hacerlo peor.

—No necesariamente. Los sueños ocurren en los últimos minutos o segundos de un descanso. Por lo que sería interrumpir lo que sea que esté sucediendo ahí. —notifica Namjoon.

Jin levanta una ceja y luego, empieza a mover a Jimin, pidiéndole que despierte.

. . .

Inhala y exhala con fuerza, aferrado al cuchillo pequeño y sin filo que tiene entre las manos. Es la única arma a su alcance. Es lo único que tiene para defenderse y solo por ello, la mantendría hasta el final. Escucha gritos, quejidos, exclamaciones y sollozos por doquier. Todos de diferentes direcciones, pero de las mismas personas de las que no quisiera oírlas jamás.

Traga con fuerza, pegándose a la pared y dejándose caer poco a poco. Su cuerpo sudado hasta el punto de empapar su cabello, ropa y piel. Las gotas le caen por la frente, mejillas y nariz. Respira por la boca y se trata de dar fuerza para moverse, pero al abrir los ojos de nuevo, tiene el rostro a centímetro del suyo.

—Te encontré.

Su primer instinto es quedarse quieto, paralizado. Como si su cuerpo no tuviera funcionalidad ninguna. Sin embargo, es capaz de reaccionar lento, torpe. Ultimadamente: inútil. Su muñeca es atrapada y de un simple apretón, se ve obligado a soltar el cuchillo. Aprovechando tal cosa, es arrastrado.

— ¡SUÉLTAME! —Ordena a gritos, trata de hacer fuerza con sus pies con zapatos rotos y destartalados. Jalando de que propio brazo y siendo imposible para él impedir que la fuerza tan grande lo conduzca—. ¡SUÉLTAME! ¡SUÉLTAME! ¡HAJUN! ¡LIBÉRAME YA! —ordena Jimin dándole golpes en el brazo y sin conseguir que el Alpha lo libere. Que escuche sus palabras.

Para él, solo es una de las tantas voces de fondo que no debe ni le interesa escuchar. Jimin es liberado bruscamente dentro de uno de los tantos agujeros que hay en el laberinto de roca bajo tierra.

Sempiternal: Battlefield || BOOK 5#Donde viven las historias. Descúbrelo ahora